Ahora que lo pienso, todo comenzó el día en que escribí la palabra pintar en el buscador de la biblioteca. Debí de sospecharlo. Todos los días de camino a mi habitación unos guardias me seguían y de hecho todos los días y todo el día me seguían. No fue hasta que pinté que me trajeron a este laboratorio/hogar.
Loco, el adjetivo que usaron para clasificarme y no solo a mí. A mis compañeros también. Somos 6 en total: M.N (Marie Anne), Sean, Forrest, Eli, Joe y yo, Cam. Todos locos. Los curadores, nos repiten incansablemente que estamos aquí por el deseo prohibido de querer pintar, bailar, cantar o cualquier cosa que involucre un tipo de arte. Arte, un no sé qué significa esa palabra.
Nos la pasamos todo el día en este lugar, haciendo nada y a la vez haciendo todo. La mayor parte del tiempo haciendo nada. Algunos días a la semana los curadores vienen a entrevistarnos acerca de nuestros sueños (una manera más de no volverse más loco). Algunas veces nos dan unas inyecciones para evitar enfermedades y todos los días, pero todos los días nos dan esta inyección casi majestuosa. Noqueados por ella nos ponemos a dormir, a las 8 P.M en punto, ni un minuto menos ni uno más.
Y solo soñamos, cuando los curadores no aparecen para las entrevistas, nos sentamos a comentar que soñamos el día anterior, había comentado todos mis sueños exceptuando uno. La historia de La Sociedad. En mi sueño, una profesora de historia nos iba a contar la historia pero no llego más allá. Mi sueño siempre acaba cuando ella abre la boca.
—¿Curadora? —le pregunté a la mujer sentada frente a mí.
—¿Qué pasó? —me respondió mientras escribía algo.
—¿Me puedes contar la historia de La Sociedad? —y ella levantó la mirada—, sigo teniendo este sueño donde una profesora se prepara para contarnos la historia pero cuando abre la boca mi sueño se acaba.
—Está bien, es bastante simple la verdad —respondió mientras monitoreaba mis estados vitales—. Llegó el fin del mundo, no fue como todos esperaban. Se acabaron los recursos naturales, no había nada con que alimentarse.
—¿La gente murió de hambre?
—No todos, algunos fueron devorados por animales o sus mismos pares.
—Que horrible.
—Sí, pero bueno —respondió con voz robótica—, los nuevos padres fundadores crearon esta cúpula y la abrieron el día en que la ultima vaca murió.
—¿Vaca?
—Un anima del Antes —otra vez on voz robótica—. La gente que pudo entrar esperó años a que los demás murieran.
—¿Por qué no los dejaron entrar?
—La comida aquí dentro era limitada en ese tiempo —me respondió mientras me pinchaba el brazo—, no se habían implantado los campos y no alcanzaba para más gente. En fin, cuando la gente que se salvó salió de la cúpula, comenzaron a crear edificios alrededor de esta. Pero una enfermedad comenzó a atacar a los habitantes.
—¿La plaga?
—Exacto, los sanos se volvieron a la cúpula y construyeron una ciudad subterránea —me respondió mirándome a los ojos—, 50 niveles de espectacularidad.
—¿Qué pasó con la gente que no entró?
—Con el paso de los años murieron o emigraron en busca de comida.
—Interesante.
—Sí —respondió la curadora con voz de robot.
Los días que siguieron después de que la curadora me contara la historia, solo soñaba con la gente que no pudo entrar. Le conté la historia a mis compañeros y no volvieron a soñar por varios días.

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La Sociedad
Fiksi IlmiahNo había esperanza. No había comida. No había agua. Había una Sociedad. Después del fin del mundo y esquivar una enfermedad que podría haber acabado con la vida de cada uno de los integrantes de La Sociedad. Un grupo de chicos deben enfrentar una nu...