Instante

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Y sonrió, después de mucho tiempo. Sus labios se curvaron ligeramente y sus ojos brillaron. Era tan bonita así, al natural. Que al menos por ese momento se me olvido que era una muñeca de cartón y ante mis ojos se planto una joven extraordinaria.

Ya no era una muñeca, no. Era una bailarina de la vida. De esas que al caminar por la calle va haciendo equilibrio por el filo de las aceras. Que se ríe y baila sola o acompañada. Por que no necesita a nadie más solo a si misma.


Quizás una muñeca hecha de rayos de sol que, por ese instante,  iluminaba el mundo.  

Mundos OscurosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora