Debes leer y releer ésta carta desde la primera hasta la última letra, aunque cada palabra te penetre como si fuese fuego, o como cauterio o el bisturí del cirujano que quema o sangra las sangres delicadas. Acuérdate que el loco que ven los dioses es completamente distinto de aquel que ven los hombres. Aquel que es ignorante de las formas del arte de expresión; del proceso de la evolución del pensamiento; de la magnificencia del verso latino; de la sonora armonía del griego, rico en vocales; de la cultura toscana y de la lírica isabelina, podrá, sí, ser exquisitamente discreto. La verdadera locura, de la que se burlan los dioses, es la que se ignora a sí misma.
Así fui yo durante demasiado tiempo, y así fuiste tú. Deja de ser-lo. No te asustes: el mayor de los vicios es la ligereza; todo lo que llega hasta la conciencia es justo. Piensa también que, por mucho que te duela leer esto, más me causa a mí escribirlo. Las potencias invisibles han sido muy benévolas contigo. Te han permitido ver los vicios, esas formas trágicas de la vida, como se divisa la sombra en un espejo. La cabeza de Medusa, aquella que convierte en piedra a los seres vivientes, tú no las has visto sino en el espejo. Tú has seguido caminando libre y entre flores; a mí en cambio, me han arrebatado el hermoso mundo del color y del movimiento.
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De Profundis
PuisiNunca en la historia ningún escritor, excepto Oscar Wilde, había puesto tanta dedicación en realizar versos cincelados con frases perfectamente articuladas. Tratar de encontrar la belleza en cosas triviales o aportarla a las mismas, es una tarea que...