Capítulo 8: Adiós, instituto Z

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El zombi titán está a punto de convertirme en su cena cuando tres disparos se escuchan en la distancia. El monstruo se gira en rotundo, y puedo ver que ha sido Alex quien había efectuado los disparos. El monstruo comienza a correr hacia ella, pero se mueve ágilmente y lo esquiva, haciendo que éste caiga al suelo. Cojo mi Glock y mi bisable que descansan unos metros lejos de mí. La mochila no se ha soltado de mi espalda, y creo que es por eso que el impacto no me ha producido un gran daño. Me giro hacia Alex, que sigue disparando al monstruo con su carabina M4, y le dedico una sonrisa. Ésta, aun sin mirarme, me la devuelve.

El titán parece indestructible, y los zombis están comenzando a invadir gran parte del comedor, por lo que me veo obligado a pensar mientras decapito cabezas de zombis. Veo a lo lejos un RPG, o sea, un lanzacohetes, pero aunque el comedor es grande, produciría más daños que ventajas. Además, su piel le protege de la explosión. Una idea brota de mi cabeza. El titán es una coraza andante por fuera, pero dudo que lo sea por dentro, y sonrío cuando tengo una gran idea. Dejo a Alex sola para ir a buscar la bolsa de armas que tiene Jeff a su lado. Rebusco rápidamente hasta que la encuentro: una preciosa granada. Nunca he utilizado ninguna, pero tampoco creo que sea muy difícil; tirar de la anilla y lanzar.

Un grito femenino hace que me dé la vuelta de golpe, y entonces veo a Alex volando por los aires hasta estamparse contra unos escombros de piedras y cristales. Algo dentro de mí se derrumba cuando compruebo que el impacto ha sido muy potente; la sangre brota rápidamente de tantas partes de su cuerpo que has sido corrtadas o golpeadas. Salgo corriendo hacia ella. El titán se dispone a comerse su cuerpo cuando una granada entra en su boca, la mía. Cojo a Alex lo más rápido que puedo ignorando las decenas de cristales que se han clavado en su cuerpo y la llevo unos dos metros a lo lejos antes de que la explosión de fuego y trozos de cuerpos nos arrollen a una distancia considerable. Caemos intensamente en el suelo, y, aunque intento proteger Alex con mi cuerpo, ha sufrido grandes daños. Me levanto y la miro. Aun respira, pero débilmente.

-¿Por qué diablos has hecho eso? –le pregunto, y una sonrisa sincera se dibuja en su rostro

-Para evitar que mueras, idiota.

Me rio unos segundos al recordar que eso es exactamente lo que dijo en el McDonalds en la misión de esta mañana.

-Alex, no te preocupes, te pondrás bien –digo siendo consciente de la cantidad de heridas que tiene y lo fuerte que debe de haber sido su contusión-. Te llevaré a...

-No, Al. Ya es tarde para mí, voy a morir –lágrimas corren por su cara, y por la mía-, igual que éste sitio. Prométeme que cogerás a tu hermana y a la gente que puedas y te irás a la nación escarlata, está unas ciudades más arriba.

-¡No digas eso, vas a sobrevivir! –le digo sollozando, aunque ni siquiera me lo ha creído yo mismo- Te lo prometo. -digo, más intentando convencerme a mí que a ella.

-Te quiero –dice atrayéndome hacia sus labios y besándome durante unos segundos. Después me empuja hacia las escaleras-. Sé que llegarás, confío en ti.

Salgo corriendo hacia las escaleras, pero antes me giro hacia ella. Las lágrimas me impiden ver bien, pero estoy seguro de que tiene una granada en las manos. Quiero volver a buscarla, quiero llevarla conmigo y demostrarle que la amo, pero es irreversible, ha quitado la anilla y veo que vocaliza estas palabras antas de que la explosión se produzca.

"Corre"

Al comprender las palabras salgo corriendo hacia las escaleras, aunque la explosión me empuja unos cuantos metros hacia las escaleras. ¡Maldito sea ese zombi! Dios, estuve tan cerca, tan cerca de tener una vida normal, tan cerca de poder vivir con gente que realmente son mis amigos... y ese estúpido monstruo lo ha estropeado todo. Me duele muchísimo pensar que Alex ha muerto, ha muerto para que pueda ir a la nación escarlata y sobrevivir. No permitiré que su muerte haya sido en vano, llegaré a la nación escarlata no solo por mí, sino por toda la esta gente que está muriendo custodiando este sitio, aunque esté condenado.

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