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JULIAN

Nuestra madre se va decaída a la dura luz gris de la mañana. Lleva una taza de café en una mano y un cigarrillo en la otra. Su pelo teñido es un lío, y el delineador de ojos corrido se ha filtrado en la media luna negra debajo de sus ojos enrojecidos. La bata de seda rosa está anudada sobre el pequeño camisón; su aspecto desalineado es una clara señal de que Dave no se quedó anoche. De hecho, ni siquiera recuerdo haberles escuchado entrar. En las raras ocasiones en las que vuelven a esta casa, golpean la puerta principal, y se escuchan risas apagadas, las llaves que se caen en la puerta, cómo se silencian y más golpes, seguidos de carcajadas mientras él intenta, subirla a cuestas por las escaleras. Los otros han aprendido a dormir con ello, pero siempre he sido de sueño ligero, y sus voces arrastradas me obligan a reconocer la conciencia; incluso mientras cierro los párpados e intento ignorar los gruñidos y chillidos y el rechinar rítmico del somier del dormitorio principal.

El martes es el día libre de mamá, lo que significa que por una vez prepara el desayuno y lleva a los pequeños al colegio. Pero ya son las siete y cuarenta y cinco, y Joe aún no ha aparecido, Tiffin está desayunando en ropa interior y Willa no tiene calcetines limpios y se queja con cualquiera que la escuche. Voy a buscar el uniforme de Tiffin y le obligo a vestirse en la mesa, ya que mi madre parece incapaz de hacer mucho más que tomarse un café y fumar por la ventana. Oriana va en busca de los calcetines de Willa y la oigo dar golpes en la puerta de Joe y gritar algo sobre las consecuencias de conseguir otra falta de atraso. Mamá acaba su último cigarrillo y viene a sentarse con nosotros a la mesa, hablando sobre los planes para el fin de semana que yo sé que nunca se realizarán. Tanto Willa como Tiffin comienzan a charla a la vez, encantados con la atención, su desayuno olvidado, y siento que mis músculos se tensan.

-Tiene que estar fuera de la casa en cinco minutos y tienen que terminar el desayuno antes de eso.

Mamá me agarra por la muñeca cuando paso. -Julian- Julian, siéntate un momento. Nunca tengo la oportunidad de hablar contigo. Nunca nos sentamos así, como una familia.

Con un esfuerzo monumental me trago la frustración. -Mamá, tenemos que estar en la escuela en quince minutos y tengo un examen de matemáticas en la primera clase.

-Oh, ¡tan serio! -Ella me tira a la silla a su lado y toma mi barbilla en la mano.
-Mírate, tan pálido y estresado; siempre estudiando. Cuando yo tenía tu edad era la chica más hermosa en la escuela, todos los chicos querían salir conmigo. ¡Solía faltar a clase y pasar todo el día en el parque con uno de mis novios! -Hace un guiño de complicidad hacia Tiffin y Willa, quienes irrumpen en paroxismos de risa.

-¿Besabas a tu novio en la boca? -pregunta Tiffin con una risita malvada.

-Oh, sí, y no sólo en la boca. -Me guiña el ojo, pasándose los dedos por el pelo enredado, con una sonrisita de niña.

-¡Qué asco! -Willa balancea sus piernas violentamente debajo de la mesa, echando hacia atrás la cabeza con disgusto.

-¿Lamías su lengua -continúa Tiffin -como lo hacen en la televisión?

-¡Tiffin!- Grito. -Deja de ser desagradable y termina tu desayuno.

Tiffin coge la cuchara a regañadientes, pero su rostro rompe en una sonrisa cuando mamá asiente rápidamente hacia él con una sonrisa pícara.

-Aargh, ¡eso es asqueroso! -Comienza a hacer ruidos de náuseas justo cuando entra Oriana , tratando de convencer a Joe a través de la puerta.

-¿Qué es asqueroso? -Pregunta mientras Joe se escabulle de mal humor a su silla y deja caer la cabeza sobre la meso con un ruido sordo.

-No quieres saber -comiendo rápidamente, pero Tiffin le cuenta de todos modos.

Oriana hace una mueca. -¡Mamá!

PROHIBIDO «Novela Orian»Donde viven las historias. Descúbrelo ahora