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Julian

Repito esa frase una y otra vez durante los próximos días. Es una manera de tachar todo lo demás, el horrible incidente con Tiffin y Willa, la pelea con mi madre, el infierno constante que es la escuela.

Cada vez que rechazo contestar una pregunta en clase, cada momento que paso curvado sobre un libro, recuerdo lo que piensa mi familia de mí. Patético. Un bicho raro socialmente inepto. Un hijo adolescente que no puede tener amigos, y mucho menos una novia. Lo intento... realmente lo intento, cosas pequeñas, como preguntarle a mi vecino por el tiempo. Él tiene que inclinarse por el pasillo para pedirme que repita la pregunta. Ni siquiera puedo oír el sonido de mi propia voz.
Aún no lo entiendo del todo. Logré hablar con el personal de la escuela en la tarde en que Tiffin y Willa desparecieron. Pero ésa era una emergencia, y el horror de la situación hizo que hiciera casi omiso de cualquier inhibición que podría haber tenido. Hablar con los adultos es soportable; lo que es imposible es hablar con personas de mi edad. Así que me mantengo repitiendo en mi mente las palabras de Oriana. Tal vez haya alguien que no está avergonzado de mí, después de todo. Tal vez hay un miembro de mi familia al que no he decepcionado completamente.

Pero el vacío en mi pecho se abre como una caverna dentro de mi pecho. Me siento tan malditamente solo todo el tiempo. Incluso aunque estoy rodeado de alumnos, hay una pantalla invisible entre nosotros, y detrás de la pared de vidrio estoy gritando, gritando en mi propio silencio, gritando para ser notado, para hacer una amistad, para agradarle a alguien.

Y aún cuando una chica de aspecto amigable de mi clase de matemáticas viene hacia mí en el comedor y dice; "¿Te importa si me siento aquí?" Solo le doy un rápido asentimiento y me doy la vuelta, rogándole a Dios que no intente involucrarme en una conversación. Y en casas difícilmente es como si estuviera solo.
La casa nunca está en silencio; pero Joe aún está atravesando su fase malvada, Tiffin sólo está interesado en su Gameboy y sus amigos del fútbol, y Willa es dulce, pero todavía es sólo un bebé. Juego Twister y al escondite con los pequeños, los ayudo con sus tareas, los alimento, los baño, les leo historias para dormir, pero todo el tiempo tengo que ser optimista, ponerme una maldita máscara, y a veces, temo que se rompa. Sólo con Oriana puedo ser realmente yo mismo. Compartimos la carga y ella siempre está de mi lado, a mi lado. No quiero necesitarla, depender de ella, pero lo hago, realmente lo hago.

A la hora del almuerzo estoy sentado en mi lugar habitual durante la agotada tarde, mirando la luz fría que lentamente se mueve a través de la escalera vacía debajo de mí, cuando unos pasos detrás me sobresaltan. Bajo los ojos a mi libro. Detrás de mí, los pies hacen una pausa y siento que mi pulso aumenta.
Alguien me pasa caminando.

Siento una pierna rosar contra la manga de mi camisa y me concentro en la página de impresión borrosa ante mí. Para mi horror, justo debajo de mí, los pasos se detienen totalmente.

-¡Hola! -exclama la voz de una chica.

Me sobresalto. Y me obligo a mirar. Me encuentro con la mirada fija de alguien que vagamente reconozco. Me toma un par d segundo hacerlo. Esta es la chica con la que Oriana anda siempre. Ni siquiera puedo recordar su nombre. Y me está mirando con una sonrisa amplia y dentuda.

-Hola -dice ella de nuevo.

Aclaro mi garganta. -Hola- mascullo.

No estoy segura incluso si ella puede oírme. Su mirada es firme y parece estar esperando algo más.

-The Hours -comenta, mirando el libro. -¿No es una película?

Asiento.

-¿Es buena? -Su determinación para crear una conversación es impresionante. Asiento y vuelvo a la página -Soy Francia -dice, aún sonriendo abiertamente.

PROHIBIDO «Novela Orian»Donde viven las historias. Descúbrelo ahora