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Oriana

Él es encantador. No sé por qué alguna vez pensé que era un estúpido arrogante.
Esto sirve para demostrar cómo la percepción de los demás puede ser errónea. Él es considerado, amable, educado; de verdad perece estar genuinamente interesado en mí. Me dice que luzco bello y luego me la una sonrisa tímida. Una vez que estamos sentados en el restaurante, traduce casa ítem en el menú para mí y no se ríe ni parece sorprendido cuando le digo que nunca he probado antes las alcachofas. Me hace muchas preguntas, pero cuando le explico que mi situación familiar es complicada, entiende la insinuación y retrocede. Está de acuerdo en que Belmont es una mierda y admite que no puede esperar a salir. Me pregunta por Julian y dice que le gustaría poder llegar a conocerlo mejor. Confiesa que su padre está más interesado en su negocio que en su único hijo y le compra regalos ridículos, como un coche, para calmar su culpa por estar en extranjero la mitad del año. Sí, él es rico y mimado, sin embargo, está tan abandonado como nosotros.

Un conjunto de circunstancias completamente diferente, el mismo triste resultado.

Hablamos durante mucho tiempo. Mientras me lleva a casa, me pregunto si va a besarme.

En un momento dado, cuando nos estiramos para bajar la radio, nuestras manos se tocan y la suya se queda sobre la mía por un momento. Se siente extraña, sus dedos son desconocidos.

-Puedo caminar hasta tu puerta o sería eso... ¿incómodo?- Me mira vacilante y sonríe cuando yo lo hago. Me imagino las caras pequeñas mirando desde las ventanas de arriba y acuerdo en que probablemente sea mejor que salga sola.

Afortunadamente, en la oscuridad, ha sobrepasado la puerta de entrado por dos casas, así que nadie de mi casa nos puede ver.

-Gracias por la cena. Me lo pasé muy bien- digo, y me sorprendo porque lo quiero decir de verdad.

Él sonríe. -Yo también. ¿Crees que tal vez podríamos hacerlo de nuevo alguna vez?

-Sí, ¿por qué no?

Su sonrisa se amplía. Se inclina hacia mí. -Buenas noches entonces.

-Buenas noches. -Vacilo, con mis dedos sobre la manija de la puerta.

-Buenas noches- dice de nuevo, con una sonrisa, pero esta vez me toma de la barbilla con la mano. Su rostro se acerca al mío y de repente, la comprensión me golpea. Me agrada Nico. De hecho, creo que es una persona bastante decente. Es guapo y me siento atraída por él. Pero no quiero besarlo. Ahora no. Ni nunca...
Vuelvo la cabeza justo cuando si rostro se reúne con el mío y su beso aterriza en mi mejilla en su lugar.

Cuando retrocede, parece sorprendido. -Ok, bueno, hasta la próxima vez.

Respiro profundamente, buscando a tientas mi bolso a mis pies, agradecida por la oscuridad que oculta el rubor que se extiende por mi cara -Me gustas mucho como amigo, Nico- le digo rápidamente. -Pero, lo siento, yo no creo que pueda salir contigo otra vez.

-Oh. -Suena sorprendido y un poco dolido ahora. -Bueno, mira, sólo piensa en ello, ¿vale?

-Está bien. Nos vemos el lunes. -Salgo del coche y cierro la puerta detrás de mí. Me despido, y él todavía tiene esa mirada de diversión perpleja cuando se marcha, como si pensara que estoy jugando.

Me apoyo contra el grueso tronco de un árbol, mirando a través de la llovizna un cielo sin luna. Nunca me he sentido tan avergonzado en toda mi vida. ¿Por qué me pasé toda la noche engañándolo? ¿Actuando fascinada por sus historias, confiando en él? ¿Por qué acordé volver a verlo diez segundos antes de decirle que sólo podíamos ser amigos? ¿Por qué rechacé a un chico que, además de ser sexy, en realidad resultó ser agradable?

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⏰ Última actualización: Jun 16, 2016 ⏰

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