Como ya dije al principio, mi nombre es Cala, tengo 17 años y vivo en una granja justo a las afueras de mi reino, casi tocando la entrada del bosque. En la granja solo vivimos mis padres y yo, sin contar con los animales claro, porque en ese caso seriamos más de 50 en casa. También vivíamos con mi hermano mayor, pero el año pasado se fue para trabajar en el mundo de la robótica con los del saber, ya que es muy inteligente y de esa manera podría traer algo de dinero a la granja. Yo al contrario, tengo suerte de saber leer y escribir.
No voy a contaros nada más sobre mi vida, ya que debo empezar a explicar la historia, antes de que me vaya por las ramas...
Todo empezó un día de verano que yo estaba con mi padre en el pueblo, discutiendo con los comerciantes sobre el precio de las ventas de trigo, mientras mi madre se encontraba en casa preparando dulces cuando llamaron a la puerta.
-Toc, toc, toc.-
-Ya voy!- dijo mi madre mientras se quitaba el delantal dirigiéndose a la puerta principal. Al abrir la puerta, mi madre se topó con un hombre que vestía con el uniforme de la capital.
-Buenos días gentil dama, vengo de hacer un largo viaje des de la capital, para entregarle a la hija menor del matrimonio que vive en esta granja, una invitación para trabajar en el palacio. Por lo que tengo entendido, la solicitud de trabajo fue enviada el mes pasado.- dijo el mensajero con un tono suave en la voz. Acto seguido le entregó a mi madre una carta con el sello real de Big tree.
-gracias...- le dijo mi madre sin saber que más responder, y agarro con suavidad el sobre que aquel hombre le tendía.
Un par de horas después, mi padre y yo volvimos a casa, sin haber conseguido llegar a ningún acuerdo con aquellos hombres, mi madre me entregó aquella carta que no parecía traer buenas noticias. Y estaba en lo cierto.
En la carta ponía que al día siguiente debía partir a palacio para trabajar allí. No se mencionaba de qué trabajaría, ni cuánto tiempo estaría alejada de mis padres. Lo único bueno era el buen sueldo y que durante mi estancia tendría un techo donde dormir en palacio. Como necesitábamos el dinero, no tuve más remedio que acceder y preparar el equipaje para marchar al día siguiente a primera hora de la mañana.
Al despertar, me encontré con un carruaje a motor que me llevaría a la capital directamente. Me despedí de mis padres lo mejor que pude, y me dispuse a subir a aquel aparato tan moderno y que solo conocía de oído. Cuando nos pusimos en marcha, no pude evitar girar la cabeza para ver a mis padres. Tenía la horrible sensación en el cuerpo de que sería la última vez que los viera en mucho, mucho tiempo.
Como sabía que el viaje sería largo (5 semanas) me traje con migo unos libros que hablaban sobre la vida el Big tree, y en el palacio. En estos libros no paraba de salir la misma leyenda, "la bruja maldita".
Narra la historia de una bruja buena que, por culpa de un desamor, se volvió vil y siniestra. Con todo el odio que había dentro que ella, lanzó distintas maldiciones a todos los hijos de las casa nobles, incluida la casa real. Como es una historia muy reciente, no más de 25 años, no todos los nobles están malditos.
En una de los libros que explicaba la vida de palacio, se nombraban las distintas maldiciones de la princesa Cherry, la hija de la reina que nos gobierna, Caterina la pobre. La princesa Cherry posee nada más y nada menos que 3 tipos de maldiciones diferentes. La primera, pelo de Rapunzel. No puede cortarse el pelo, ya que si lo hace, podría morir, quedarse calva o la melena le crecería el doble. La segunda, palabras de viento; no puede gritar ni hablar fuerte, siempre habla a susurros. La última, la maldición de la fruta. Sus ojos, su melena y sus lágrimas son del color de una fruta en singular, en su caso, se trata de las cerezas.
Las demás maldiciones que existen son cada una más extraña y original que la anterior.
Estaba terminando de leer el último párrafo del libro que tenía entre mis manos, cuando el coche se paró en seco.
-Ya hemos llegado, por favor recoja su equipaje y salga del vehículo. Al bajar, se encontrará con un hombre que la acompañará a su habitación y le indicará cuál será su trabajo durante su estancia en palacio. Que tenga una buena tarde señorita.- dijo el cochero con una dulce sonrisa en los labios.
- Gracias, igual mente.- le contesté, devolviéndole la misma sonrisa.
Bajé del coche a motor, un poco cansada por el viaje y enseguida encontré al hombre que se refería el cochero. Era un señor alto con bigote, calvo y monóculo. Bestia con el peculiar uniforme real de color rojo como la sangre con bordados dorados, y una libreta en la mano.
-Perdone, ¿es usted la señorita Cala?- pregunto aquel hombre. Acto seguido asentí con la cabeza.
-Mi nombre es Lord Demmon y mi cometido es mostrarle su habitación y su lugar de trabajo durante el tiempo que esté con nosotros.- dijo Lord Demmon con voz autoritaria.
- Muchas gracias, Lord Demmon, procuraré no ser un estorbo durante mi estancia- dije yo.
-Eso espero. Permítame que le enseñe su habitación i su área de trabajo-
Me condujo hasta la puerta por donde entraba el servicio, i enseñó la habitación donde dormiría, pero tendría que compartirla con una chica del servicio, lo cual no me molestó ya que Adele (mi compañera de cuarto) i yo nos caímos bien en seguida. Después me enseñó donde estaba la cocina i el horario de las comidas. I para finalizar, la puerta principal de la biblioteca, donde trabajaría como ayudante del bibliotecario real.
Antes de marcharse, Lord Demmon me indico la siguiente recomendación: como el bibliotecario ya tenía una cierta edad, me aconsejó que le siguiera la corriente por muchas barbaridades que pudiera decir. Acto seguido, se marchó dejándome sola frente la gran puerta de madera maciza. Entre a la gran sala para presentarme en persona al bibliotecario real, me sorprendió bastante que al entrar, la estancia estuviera iluminada con antorchas i farolillos.
Caminé lentamente por el pasillo principal hasta llegar al centro de la sala, que bien parecía que hubiese entrado un tornado por la ventana del desorden que había. Las paredes llenas de estanterías y estantes repletos de libros, a los lados, dos ventanales de colores cerrados a cal y canto y con unas negras cortinas de por medio. El techo en forma de cúpula, i en el centro de este, colgando una lámpara de araña muy antigua. Pero lo que más me llamó la atención, fue que entre medio de las escaleras curvadas que se dirigían hacia el piso abierto superior, se encontraba una enorme puerta de yerro fundido con una enorme cerradura.
Me dirigí lentamente hacia aquella puerta para poder examinar-la mejor e intentar abrir-la, ja que sentía una enorme curiosidad por saber que había al otro lado.
-¿Quién es usted jovencita?- oí una voz detrás de mí. Rápidamente me di la vuelta y me encontré con un señor de barba larga y canosa, vestido con una túnica gris azulada que le llegaba hasta los pies. En lo alto del gran bastón que portaba en la mano derecha, reposaba un gran búho de plumaje gris que me observaba atentamente con sus grandes ojos de color amadillo verdoso.
-perdone... Me llamo Cala, y estoy buscando al bibliotecario real.- dije un poco nerviosa ante la atenta mirada del animal.
-pues ya lo has encontrado. Pero por favor, llámame Ned, siempre he odiado que me llamaran bibliotecario. - dijo Ned tendiéndome la mano. Yo se la estreche igual que hacía con los comerciantes de mi padre.
-Y este viejo de aquí es mi compañero Lunero.- dijo señalando al búho, y acto seguido, este asintió la cabeza en señal de saludo. Parecía estar bien entrenado.
-Encantada Ned- dije- te buscaba para darte mis respetos, ya que de ahora en adelante seré tu ayudante en la biblioteca.- dije con la voz dulce y agradable.
-Muy bien, pues te quiero aquí a primera hora de la mañana, para ayudarme a recoger todo este desorden...- dijo Ned mirando al suelo de la biblioteca.

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Historia de Naytire
FantasyHistoria de Naytire narra las aventuras la vida de nuestra protagonista y del mundo donde vive, un mundo pequeño pero lleno de historias y personajes de todo tipo. ¿Cómo saldrá Naytire del horrible cataclismo que la amenaza? Si quieres saberlo, la ú...