CAPÍTULO - 5

26 2 6
                                    

La luz del sol se filtraba por las cortinas y no me fue posible seguir durmiendo, es algo que molesta, pero con ello vivo. Si entra luz en mis ojos, no puedo dormir. El sonido no es problema, la luz sí.

Me muevo un poco en mi lugar, pero me siento con mucho calor y que algo me impide moverme con libertad. Giro mi rostro para ver qué es ese algo y me encuentro con la cara de un Julián dormido y su brazo en mi cintura. Me sujeta como si la vida le fuera en ello. Tiene el ceño fruncido, algo está soñando. Intento quitar su brazo de mi cintura y resulto más pegada a él. Empieza a removerse un poco y la expresión de su cara está más marcada. Parece preocupación. Empieza a negar con la cabeza y a agarrarme con más fuerza, está empezando a hacerme daño, creo que no es un buen sueño.

Procedo a moverlo y hablarle.

- Jul, estás teniendo una pesadilla. - no contesta, así que decido hablar más alto e intento incorporarme. Solo consigo subir un poco - ¡Julián! ¡Despierta! ¡Estás teniendo una pesadilla! ¡Abre los ojos!

Lo muevo como puedo y él abre los ojos de golpe mirando por todas partes, cuando encuentra mi rostro su expresión se relaja un poco y empieza a calmar su respiración.

- A pesar de que no me molesta que me abraces y podría estar así veinticuatro siete, me gustaría un poco de aire. - Digo con gracia en mi voz.

- Ay sí, lo siento - con esto me suelta de su agarre.

Consigo incorporarme un poco más y ahora que lo veo con mejor ángulo puedo ver que tiene la frente sudada. Le acaricio para retirar el exceso.

- ¿Puedo saber con qué soñabas? Te vi muy alterado. - le miro a los ojos con ternura y paciencia.

- Bueno... Soñé que Rodrigo encontraba mi casa y te llevaba con él. Por mucho que lo intentaba, tu mano resbalaba de la mía y no podía sujetarte. Te alejabas de mí y yo no podía alcanzarte... - dice con pesar y miedo en la voz.

- Pero, como eso no va a suceder, no tienes porqué preocuparte. Yo estoy contigo y tienes seguridad contratada. No debería ocurrir nada. Tranquilo.

- No sé... Todavía no sabemos cómo se las arregló para averiguar en qué hospital te encontrabas o tu diagnóstico. Se mantuvo discreto entre la policía y el médico que te atendió. Alguien filtró información.

- Pudo ser alguno de la seguridad del hospital, alguna de las enfermeras o algún oficial. No podemos estar seguros. Lo importante es que no sepa dónde me encuentro hasta que la orden de alejamiento se ejecute. Se pueden tomar las medidas más extremas.

- Bueno, en eso tienes razón. ¿Cómo le haces para tener tan claro todo y tanta seguridad en la voz?

- Tengo la sensación de que tiene que ver con que mi mente sigue con el carácter de mis catorce años. Puede que mi personalidad no haya avanzado en mi cabeza. Y al tener conocimiento de todo esto sin recordarlo como vivencia, sino como una película o un libro, se siente casi como dar una opinión objetiva a un asunto ajeno a mí. Cuando mi memoria regrese veremos como surgen las cosas. Pero no creo que sean igual que antes. Desperté en un punto muy clave - y dramático - de mi vida y con las consecuencias en la cara.

- O sea, casi literalmente, tienes una segunda oportunidad de hacer las cosas de otra forma.

- Correcto.

- Te envidio, hasta cierto punto.

- Te entiendo, tener una segunda oportunidad está muy bien, pero vaya drama tengo montado para eso. Casi parece que me metí justo en el medio de una telenovela. Y apenas tengo contexto del inicio de la misma, estoy improvisando el libreto.

RECORDAR (EDITANDO)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora