CAPÍTULO - 2

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Siento un dolor incómodo en la zona abdominal, necesito ir al baño.
Abrí los ojos pensando en cómo levantarme y veo a Julián dormido en la silla al lado de la cama. "Deberá tener un dolor de cuello horrible".

Me concentré en levantarme silenciosamente, me senté en la cama, aparté la manta que me cubría y me apoyé en la barra metálica que sostiene el suero, en ese momento me di cuenta del dolor que me provoca esa aguja clavada en mi mano. Me pongo de pie y las piernas me fallan, caigo al suelo y esto despierta a Julián, quien se levanta asustado.
- ¿Qué sucede? - Se acerca con susto y preocupación en su mirada.
- Perdón por despertarte, es que necesito ir al baño. - Le miro con disculpa en el rostro.
- Ah, me asustaste. Tranquila, yo te ayudo.
Con esto se coloca a mi lado, me sujeta por el codo y la cintura y me impulsa a incorporarme. Ya de pie, me acompaña al baño, que se encuentra en la misma habitación. Entro con algo más de fuerza en las piernas, Julián se gira y cierra la puerta tras él.
- Cuando vayas a salir me avisas, o si necesitas cualquier cosa.
- Está bien, gracias.

****
Tras otra revisión del doctor, Julián llega con un ramo de tulipanes azules y una gran sonrisa.
- ¡Mis favoritas!
- ¡Correcto! - dice entregándomelas.
- Me encantan, gracias.
- De nada - su expresión cambia, debe contarme algo, pero no quiere.
- Debes hacerlo, el porqué no lo sé, pero debes. Así que dilo, sin anestesia.
- Vale... - nos conocemos y sabe que no sirve discutir - es que... Debo contarte sobre una persona que ha intentado verte desde que estás aquí, por eso he solicitado seguridad fuera...
- Ok, te escucho...
- Esa persona es tu marido, y pronto tu ex-marido. Es el padre del hijo que estás esperando y la razón de que estés aquí en el hospital.
- ¿Cómo? ¿A que te refieres con que es la razón de que esté aquí? Si es mi marido y el padre de este bebé... ¿Por qué? No entiendo.
- No conozco los detalles, ya que solo sé que me llamaste asustada y corriendo, pidiendo ayuda. Dijiste que Rodrigo te quería matar. Pero para cuando te localicé ya estabas inconsciente, así que te llevé al hospital y llamé a la policía. Esperábamos que no perdieras la memoria, porque todos queremos saber también.
- Así que mi marido se llama Rodrigo...
- ¿Es lo único que has escuchado de todo lo que te he dicho?
- No, pero es algo relevante para mí, ya que el resto depende de mi recuperación de memoria. Ok... - me quedo pensativa y caigo en la cuenta de que... - ¿Por qué la policía no ha venido a hablar conmigo aún?
- El doctor les pidió que hasta hacer más estudios mejor no lo hicieran, te podrían alterar demasiado. Ahora ya podrían, pero es decisión tuya.
- Déjalos pasar, quiero acabar con esto ya.
Julián sale a su búsqueda y ellos entran, preguntan por mi bienestar y me informan de que tienen a Rodrigo vigilado, pero sin denuncia ni pruebas en su contra no podían hacer mucho. Les di permiso para tomar mi teléfono e investigar todo lo que fuera relevante y encontrar pruebas (llamadas, mensajes, fotografías, cualquier cosa) levanté una denuncia a su nombre y los oficiales se fueron. Antes de retirarse me informaron que traerían dos oficiales para custodiar la puerta, a pesar de ya tener seguridad en la puerta.
Mis padres llegaron tras esto con ropa y productos de aseo, seguían disculpándose por no haber estado cuando desperté y me prometieron estar ahí siempre. Pagaron un investigador privado para que siguiera los pasos de Rodrigo de cerca e investigara todo desde cero, en caso de que a la policía se le escapara algo.
Se lo agradezco y les pido que me hablen de su viaje o de como era a partir de los 15, ya que sólo recuerdo hasta los 14 años de edad. Ellos encantados empezaron a contarme historias de mi época rebelde y fiesta de 15 años junto a Julián, quien seguía ahí.
Él nunca se fue, solo asiste al trabajo por las mañanas y pasa todas las tardes a mi lado, acompañándome. Incluso duerme todas las noches conmigo (no podía permitir que durmiera en esa silla cuando la cama tenía espacio suficiente). Empecé a acostumbrarme a dormir acompañada por él, me sentía segura y en confianza.

****
- Bueno, ya está todo listo. Aquí tienes tu alta, te quiero de vuelta para la semana, a ver como siguen usted y la criatura.
- Muchas gracias doctor, aquí estaré en siete días.
Julián me toma de la mano y me lleva con él hacia el aparcamiento exterior, ya que es verano.
Saliendo de la habitación nos tropezamos con un hombre de tez clara, pelo negro rizado, camisa de cuadros y pantalones jeans.
Su presencia me intimida de una forma que no espero, me provoca un mareo general que me espanta. "¿Por qué estoy mal una vez más? Si me acaban de dar el alta...".
El hombre me mira con una extraña sonrisa, Julián me coloca detrás de él y los oficiales que se encontraban en la puerta se colocan en medio al ver al hombre.
- ¿Quién es él? ¿Por qué me asusta si no le conozco? - Le pregunto a mi mejor amigo en voz baja, al tiempo que me sujeto de su brazo con fuerza.
- Este es el hombre del que te hablé, tu futuro ex-marido. Rodrigo - Dice esto último con rabia en su voz.
- ¿Este señor es la razón de que acabara en el hospital?
- Correcto.
Rodrigo intenta acercarse a mí y los oficiales se lo impiden.
- Señor, por última vez, no se puede acercar a la señora. No lo tiene permitido. - dice un oficial con fastidio en la voz.
- Además, usted está siendo investigado, y ella aún se encuentra afectada por todo. - añade el segundo.
- Esto es ridículo. Es mi mujer... - dice Rodrigo riendo sin ganas - tengo todo el derecho a verla. Y de acercarme también - los oficiales empezaron a negar y Rodrigo se alteró, intenta acercarse una vez más. En esta ocasión lo sujetan para que no de un paso más. - ¡¿Qué creen que están haciendo?! ¡No me toquen! ¡Es la madre de mi hijo! ¡Tengo todo el derecho del mundo!
- ¡No lo tienes! - exclama Julián - Así que no te atrevas a ponerle un dedo encima nunca más. Y espera, que en unos días recibirás una orden de alejamiento de su parte. - Terminó sin poder contenerse.
- ¿Quién te crees tú para hablar por ella?
- Pues te lo digo yo misma, sin problema alguno. - Digo saliendo de detrás de Julián, sin soltarle el brazo aún - No te quiero cerca de mí o mi bebé, ¿te quedó claro?
- Cariño... - cambia su actitud hacia mí. Con una falsa mirada de disculpa - Por favor... No conoces la historia al completo, ni siquiera la recuerdas... Escúchame, ¿sí?
- Puedes contarla desde ahí, soy toda oídos.
Ante esto regresa a su antigua expresión, a estar alterado. Golpea a ambos oficiales y consigue llegar a mi alcance, me toma de la muñeca y estando a punto de tirar de mí, Julián le pega un puñetazo en el rostro. Rodrigo retrocede un paso, pero no me suelta, yo empujo hacia atrás alterada y empiezo a gritar. Levanto el pie con fuerza y le golpeo debajo de una rodilla, en el hueso. Esta vez retrocede tres pasos soltándome y yo aprecio la adrenalina en mi interior. Doy dos pasos a su encuentro y le pego con la rodilla en la nariz, ya que estaba agachado. Se levanta para sujetarse la nariz y aprovecho para darle una patada en sus partes íntimas con ganas.
Julián me sujeta por detrás pidiendo que me detenga y los oficiales sujetan a Rodrigo por ambos lados.
- ¡¿Cómo te atreves p*rra?! ¡Te daré una lección en cuanto te atrape! ¡Tenlo por seguro! - grita mientras intenta zafarse del agarre de los oficiales.
- ¡Venga! ¡Adelante! ¡No te tengo miedo! Aseguras ser un hombre, y no tuviste los cojones de pedir perdón o pensar en tu hijo. ¡Ahora te jodes! Te quedaste sin esposa, sin hijo y me aseguraré de que en la cárcel también. - se sorprende al oír estas palabras.
El doctor se aparece con la seguridad del hospital, quienes nos ayudan a salir de ahí siendo rodeados por completo.
Ya en el auto, sentada, la adrenalina abandona mi sistema y rompo en lágrimas.
- ¡¿Qué mierdas acabo de hacer?! Si él es capaz de mandarme al hospital, seguro es capaz de matarme... O peor, matar a mi hijo y dejarme con vida. - balbuceo entre lágrimas colocando mis manos en mi estómago - ¿Por qué he dicho eso? Lo he provocado aún más. Es que no puede ser. ¡Soy una estúpida!
- Ya, ya... - Dice Julián atrayéndome a sus brazos - lo has hecho muy bien. De hecho, esa es la actitud que quería ver desde hace tiempo. Cuando empezaste a salir con él cambiaste, dejaste de ser abierta y decir las cosas directo y a la cara. Empezaste a callar más y a disculparte por todo... Extrañaba esta versión de ti. - dice abrazándome.
- Supongo que es la ventaja de olvidar - digo con poca voz y riendo sin ganas.
- Sí, al menos está vez ya sabes como es y no se va a repetir. - Acaricia mi pelo - no te martirices más. De los errores se aprende.
- Sí, pero vaya puto error el mío, o sea, no jodas... Que gilipollas que soy...
- Ya, cariño, ya... Además, tienes que empezar a decir menos malas palabras. Tienes una criatura esperando un buen vocabulario.
- Sí, hasta que la escuela me lo devuelva mal hablado - Dije riendo.
- ¡Mierda! Tienes razón.
Nos reímos unos minutos hasta que Julián arranca y nos dirigimos a su casa, ya que Rodrigo conoce la casa de mis padres y no es seguro. Todos estuvieron de acuerdo en tomar esa decisión, y yo no tuve problema, me siento muy segura con él.
Le observo conducir unos momentos y retiro el rostro hacia la ventana.
"Me pregunto si algún día Julián supo sobre mis sentimientos, porque según me contaron ya tengo 23 años, lo que significa que tengo nueve años en blanco. ¿Qué tantas conversaciones y qué tantos sucesos me he perdido? ¿Cómo habrá sido la noticia del bebé para el resto? ¿Cómo se había tomado Rodrigo el hecho de que iba a ser padre? ¿Habrá sido esa la razón del ataque? No es posible, sino ¿Por qué había reclamado verme por ser el padre del bebé en camino? Digo, no tiene sentido... ¿O sí? No sé... A todo esto, ¿Cómo sabía Rodrigo que he perdido la memoria...?"
- Llegamos a tu nuevo hogar - dice Julián, interrumpiendo mis pensamientos.
- ¡Wow! - expreso en shock - ¿desde cuando vives en una mansión?
- Es la herencia que me dejaron mis abuelos de sorpresa, ¿lo olvidaste? - me giro para mirarle con seriedad y sorpresa y cae en cuenta de lo que acaba de decir - ¡mierda! Perdón cariño, no era mi intención...
Me empiezo a reír sin control frente a su expresión de incredulidad.
- Tranquilo, no recuerdo la sorpresa, pero si ese hecho. Para nuestros 14 aún no sabíamos cual era ese regalo... - tomo en cuenta los hechos y... - Espera... Eso significa que... Ellos... No...
Se me cristalizan los ojos y lo miro con un gran dolor en el corazón, ellos eran como mis abuelos también. Los míos nunca los conocí y él vivió con sus abuelos paternos hasta...
- ¿Cuándo? ¿Cómo? Lo siento mucho... - digo llorando.
- A nuestros 17 se nos fue Enrique, ya con 20 nos dejó... Mireya - se le quiebra la voz y mira hacia otro lado.
- Oh Dios... Cuanto lo siento. Estoy segura de que los echas mucho de menos - digo aún llorando y colocando una mano en su hombro.
- Igual que tú, sé cuanto los querías - dice girándose para mirarme, toma mi rostro en sus manos y me limpia las lágrimas con los pulgares - no llores más, por favor. En su momento lloramos ríos con cada uno.
- Entonces no lo hagas tú tampoco - digo, copiando sus acciones.
Nos abrazamos un tiempo hasta calmarnos y ser capaces de salir. Tengo un pequeño dolor de cabeza a causa de llorar, pero no diré nada, no quiero preocupar a nadie.
Al entrar nos encontramos a mis padres y los suyos esperando por nosotros. Al ver nuestros ojos hinchados se preocupan y se acercan
- No es nada, le tuve que contar sobre los abuelos porque tenía preguntas sobre la casa. - dice Julián calmando a todos.
Me empiezan a abrazar por turnos y me consuelan. Nos dirigimos a la terraza junto a la piscina para tomar algo antes de que los padres de Julián se vayan. Vinieron por hoy para saludarme, deben regresar a los negocios en el extranjero.
En el trayecto pasamos por un salón de bailes, en el cual entro por curiosidad. Al ver la lámpara del techo me vi a mí misma girando hasta marearme observándola y riendo. Entonces escuché una música de vals y me vi dándome la vuelta, una figura venía en mi dirección. Repentinamente sentí que me desvanecía en brazos de Julián, quién asustado, me pedía volver a mis sentidos y gritaba por ayuda. Todo oscureció...

RECORDAR (EDITANDO)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora