Día 7

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Al despertar, Dan se veía relajado y por primera vez no lloraba. Se levantó de la cama y tomó una ducha.

Su cabello mojado caía por su frente mientras buscaba ropa en un montón que estaba en el suelo.

Encontró una camisa azul marino y unos jeans azul claro. Mientras Dan se vestía yo me puse de cuclillas dándole la espalda, miraba atentamente al suelo hasta que Dan terminó. Se calzó unos Converse negros y acomodó su cabello.

Cuando estuvo listo era la mejor vista que pude tener. Se veía tan guapo, era la primera vez (aparte de en mis sueños) que no lo veía como el triste chico que no salía de su cama. Extrañaré a Dan, al Dan que se está quebrando y al Dan que está a punto de ver al chico que ama. Lo extrañaré demasiado.

Afuera, el cielo estaba despejado y el sol brillaba de una manera muy agradable. En fin, era un bonito día, perfecto para reunirse con la persona amada.

Dan tomó su celular y lo guardó en el bolsillo de su pantalón al igual que un poco de dinero y una pequeña cajita cuadrada.

Salimos de la habitación y bajamos por las escaleras. Aunque sentía un fuerte dolor en el pecho una pequeña emoción me invadía, iba a salir de la casa de Dan por primera vez desde que había despertado en su habitación.

Salimos del departamento y Dan cerró la puerta con llave. Yo nunca había recorrido más allá de la puerta y todo era nuevo, pero a la vez, también era un deja vu.

Bajamos por las escaleras del edificio, y salimos a la amplia calle.

Los autos iban y venían, los edificios intentaban alcanzar el cielo y las nubes se veían amenazadas.

Dan comenzó a caminar y yo trataba de seguir su paso. El clima era agradable y lo mejoraba un suave viento que despeinaba algunos cabellos rebeldes de Dan.

No había mucha gente, pero uno que otro niño pasaba corriendo a nuestro lado.

En las ventanas de los edificios se reflejaba la figura de Dan, sólo Dan y nadie más. Entonces, tragué el nudo que tenía en la garganta y forcé una sonrisa. Estos iban a ser los últimos momentos que pasaría a su lado.

Qué más da si estoy llorando, a nadie le importa. Sólo yo soy responsable de hacer estos pasos felices. Y con una sonrisa transparente para todos caminé al lado de Dan.

En nuestro camino se cruzó un perrito, Dan estaba tan sumergido en sus pensamientos que no lo notó, pero yo lo saludé sacudiendo mi mano, y para sorpresa mía el perrito comenzó a mover la cola de lado a lado y caminó detrás de mí.

Si puediera reír lo habría hecho, pero como no puedo sólo acaricié con suavidad la cabeza del can. Después de caminar un rato él pareció despedirse y se reunió con un grupo de perros que estaba frente a una hamburguesería.

Seguimos caminando hasta llegar a un parque. En el parque había un carrito con muchas flores en el que atendía una chica de cabello castaño, más claro que el cabello de Dan, atado en una coleta, sus ojos eran café oscuros y sus mejillas estaban repletas de pecas. El dulce aroma de las flores llenó mi pecho de nostalgia.

Dan paró en el puesto y saludó a la chica.

-¡Dan! Qué sorpresa- la chica corrió a abrazar a Dan el cual se veía igual de sorprendido que yo.

-Este... Sayo...

-Oh, lo siento- Sayo dejó de abrazarlo y recogió un mechón de su cabello poniéndolo detrás de su oreja.

-No te preocupes...

-Y, ¿cómo estás?

-Bien, supongo.

Chico Transparente [Yaoi]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora