Tercera Parte

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La llamada lo había cabreado hasta el punto de arrojar el teléfono contra la pared, con tanta fuerza que termino por romperse. Él no era alguien agresivo, para nada. Después de todo, se sentiría enfermo el serlo luego de todo lo que le había ocurrido. 

Keaton era más inofensivo que las moscas… y por eso ahora estaba en la posición que estaba.

Al parecer, por lo que su amiga le había hecho saber hace unos minutos atrás, ella se presentaría en el lugar en donde él iba a tocar, con nadie menos que su novio… Matt. La persona que Keaton más amaba, si hablamos con sarcasmo del tema.

¿Por qué el mundo se empeñaba en arruinarle los momentos de felicidad?, pensó él. Justo en el momento en el cual estaba más feliz que nunca, algo tenía que aparecer para borrarle la sonrisa. Y ese algo siempre, o la mayoría del tiempo, al menos, estaba relacionada con el rubio ególatra de Matt. Y por más que se lo dijese un millón de veces más a Zoe, ella nunca lo escuchaba. Evitaba el tema por esa razón.

Decidió que, entonces, era momento de salir de su miseria personal y comenzar a mentalizarse en la presentación de hoy. Debía salir con mucha confianza, sin dubitaciones. Para eso, por supuesto, estaba su amigo Drew. él y su hermano, Wesley, eran del tipo de amigos con los cuales nunca te aburrías. Por supuesto, tenían sus etapas, pero eran buenos amigos, después de todo. Keaton los quería, y ellos a él… eso era lo que importaba. Cuando el ojiverde les conto de la presentación, ellos lo apoyaron sin quejarse, obligándolo a aceptar que aparecerían en algún momento en el bar con sus novias a verlo… lo cual, pensó Keaton, le daría un poco de vergüenza. Pero, luego de premeditarlo, admitió que tarde o temprano tendrían que oírlo cantar… quisiese o no.

Tomó el estuche de su guitarra, su teléfono y llaves, y salió del apartamento que compartía consigo mismo. Soportó el solitario paseo en elevador silbando una melodía que le gustaba, y luego salió del edificio, saludando al portero una vez hubo cruzado la puerta principal.

Sus pies lo llevaron hasta pocas cuadras después, a la casa de su hermano, al ritmo de la música que salía de los auriculares de su teléfono. Wesley rondaba los veintitantos, y compartía casa con su novia, Piper, quien, al parecer de Keaton, era alguien agradable.

Cruzó unas cuantas calles antes de pararse bajo el umbral de la morada. Guardó su teléfono en el bolsillo trasero de sus jeans y esperó. Insistió por segunda vez en la puerta, y entonces Wes apareció. Aquellos ojos verdes que compartía con su hermano sonrieron, moviéndose a un costado para dejar pasar al adolescente.

Keaton chocó manos con Wesley, en ese saludo común de los hombres, y caminó hasta el interior de la casa que ya conocía bien. Dentro de esta estaba Drew, sentado en uno de los sillones de la sala de estar. Supuso que Wesley habría estado allí antes de abrir, y que las chicas estarían en algún lugar también, dado que a ninguno de los cuatro les gustaba separarse mucho del otro.

Repitió el saludo con el rubio y se sentó frente a él.

– ¿Qué hay, hermano?

–Excelente todo aquí, Keat. ¿Nervioso?

 El negó débilmente. –Creo que estoy bien.

Drew frunció sus labios con una nota de preocupación. Ambos, él y Wesley, sabían todo lo que había ocurrido.  Desde Matt hasta Zoe.

Él quiso agregar algo, no le gustaba tocar el tema y hacerlo sentir mal, pero sentía la necesidad de tranquilizarlo.

Cuando Drew iba a abrir la boca, alguien lo interrumpió. Como Keaton había supuesto, Jenn apareció desde la cocina, regalándole una sonrisa de saludo, y luego dirigiéndose hacia las piernas de Drew.

–Hey, Keatcat.

Ambos rieron por el apodo que ella le había puesto. Lo llamaba así desde que supo su extremadamente obsesivo gusto por los gatos.

Drew se notaba a gusto con los brazos alrededor de la cintura de ella, Keaton pudo notar, y se sintió feliz por su amigo. Nunca había sentido celos de las relaciones de su hermano y Drew. Él estaba feliz por ellos a pesar de todavía no haber encontrado una chica que lo quisiese en realidad. Muchas veces había intentado salir con otras… pero Zoe siempre volvía a su mente, así que dejo de intentarlo.

Los intentos eran siempre fallidos.

Wesley apareció, disolviendo los pensamientos de su hermano, desde la cocina, seguido por Piper. Ambos llevaban tazones de comida, algunos aperitivos rápidos para pasar el rato. La novia de su hermano lo saludó en la mejilla, sonriéndole en el camino.

Todos se sentaron a conversar, esperando que el tiempo pasara hasta la hora en la que tendrían que marcharse. Las piernas de Keaton temblaban. Los nervios le ganaban poco a poco. Wesley le palmeó el hombro despacio, mostrándole su apoyo.

–Tranquilo hermano… todo saldrá bien.

– ¿Y qué si no? – Saltó el más pequeño. – ¿Qué tal si tartamudeo, o desafino, o me olvido la letra?

Wesley rió.

–Entonces lo superarás y continuarás. Seguirás adelante – Dejó escapar un suspiro. – Y si alguno de esos del publico se ríe de ti, yo personalmente me encargaré de que no puedan volver a comer con sus propios dientes – Bromeó.

Él ya no necesitaba del cuidado de Wesley, no como lo había necesitado cuando era pequeño. Ahora podía defenderse de ese tipo de problemas. Pero era otro el asunto el que lo tenía así.

never is too late {keaton stromberg} short historyDonde viven las historias. Descúbrelo ahora