Cuarta parte.

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Keaton sacudió sus manos con nerviosismo mientras escuchaba a su hermano. Wesley parecía más tranquilo que él, y eso era algo que le ayudaba a estar un poco más calmado.

–Hey, hermano, todo saldrá bien. Ellos te amarán, te lo aseguro – Habló por una cuarta vez, apoyando sus grandes manos en los hombros de su hermano pequeño. Una gorra adornaba su cabeza, como habitualmente lo hacía, y se notaba relajado, algo que Keaton deseó poder sentir.

–Yo, no lo sé… – Suspiró inseguro. Wesley negó rotundamente con la cabeza, adivinando los pensamientos de Keaton antes de que siquiera hablase en voz alta.

–Claro que no Keat, no vas a rendirte. Los Stromberg no se rinden, recuérdalo.

Dijo esto último antes de estirar su mano derecha y despeinar con gracia el cabello casi rubio de Keaton, quien se removió inmediatamente la mano de su hermano. Wesley rió negando con la cabeza.

–Ya, apúrate. Si ella llega te escribiré, ¿de acuerdo?

Keaton asintió.

–De acuerdo.

Observó a Wesley mientras el comenzaba a caminar fuera de la pequeña sala en la que estaban. Antes de que su hermano pudiese salir por la puerta lo llamó. Wesley se volteo, preguntándose que querría su hermano y dispuesto a volverle a dar una charla sobre lo que tenía que hacer para quitar a Zoe de las manos escurridizas de Matt.

–Gracias, hermano – Sonrió el menor. Wesley le devolvió el gesto, saliendo definitivamente del lugar y dejándolo solo.

Keaton suspiró. Hoy, sin duda, comenzaría una nueva etapa. Una que cambiaría su vida. No podría aguantarse más estas tonterías, tenía que dejarle muy en claro sus sentimientos por ella, y todo esto había sido planeado para tal cosa. Esperaba que Zoe viniera sola, no quería ver a Matt y que sus ganas de patearle su rostro perfecto y mimado de jugador de fútbol americano saltaran al borde en frente de su amiga.

Arruinaría todo.

Colocó la correa de su guitarra por sobre su cabeza, dejándola en su hombro. Dejó escapar una gran cantidad de aire por entre sus labios, siguiendo con su costumbre. Estaba realmente nervioso. El instrumento no estaba conectado a ningún amplificador de sonido, por lo que se dispuso a practicar una que otra nota en las cuerdas de la guitarra mientras esperaba a su turno para tocar.

Sus dedos se movían hacia arriba y abajo, una y otra vez. Cerró sus ojos, sintiéndose como aquella primera vez que había cantado. Se había sentido de una manera tan especial… infinita. Lo había liberado de su constante tortura, y lo había salvado.

Sentía el murmullo constante de la gente afuera, quienes supuestamente habían venido aquí a cenar, y tendrían que oírlo a él. De repente, y casi asustándolo, su bolsillo vibró. Inmediatamente llevo su mano a este, sacando el pequeño aparato y mirando el número.

Wesley le había mandado un mensaje. Zoe estaba aquí, con Matt.

never is too late {keaton stromberg} short historyDonde viven las historias. Descúbrelo ahora