Sexta parte

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Lo último que él vio fue la cara de sorpresa de su mejor amiga, justo antes de pararse y caminar hacia afuera de lugar.

La gente murmuraba, nadie sabía que había ocurrido.

Nadie excepto Wesley y Drew.

Ellos habían decidido dejarle su espacio al chico, pero sentían la necesidad de ir a acompañarlo en su momento de dolor. No sabían lo que se sentía estar en su lugar, pero querían estar apoyándolo, por lo menos.

Keaton se había apresurado hacia la puerta trasera de emergencia que daba al callejón de la calle frontal del lugar. Prácticamente había arrojado su guitarra en su estuche y escapado… no aguantaba permanecer allí sin poder hacer nada. Dió vueltas, caminando de un lado a otro por el callejón. Se llamó a si mismo estúpido un centenar de veces, porque ahora ella lo sabía, lo había visto en sus ojos, y probablemente se alejaría de él. Se iría para no volver a hablarle y él no podría perdonárselo a si mismo nunca.

Se dejó caer contra una de las paredes laterales, encerrando su rostro bajo sus manos.

Sintió pisadas en el pavimento húmedo por la lluvia, pero se negó a mirar. Las pisadas venían hacia él, lo sabía con certeza, y tenía una vaga idea de quién podría ser.

Un par de manos frías se posaron sobre las suyas con delicadeza. Supo, entonces, que la persona que había pensado no era la que estaba allí. Pensó en Matt, en como querría golpearlo or haber cometido esa idiotez frente a su novia. Pero esas manos eran demasiado pequeñas, demasiado finas para pertenecer a tal individuo.

El se negó a mirar, no quería saber cómo sería la mueca en el rostro de Zoe. Ella, sin embargo y por como la conocía, insistiría.

– ¿Keat? –Pronuncio su apodo en susurros lentos y dulces.

 Su voz le produjo estremecerse, pero ella no se dio cuenta. El acto fue demasiado débil.

 –Keat, mírame.

Aun así, él no lo hizo. Ella suspiro con desgano, como cansada de la situación. La sintió moverse a su alrededor, hasta depositarse en el suelo a su lado. Pasaron unos segundos hasta que tomó sus manos y las apartó, dejándole observarla.

La luz de la luna le daba de lleno en los ojos, haciéndola lucir más hermosa de lo que ya era desde la vista de él.

–Así está mejor –Sonrió, algo que él no pudo hacer de vuelta.

Ella se dió cuenta. Bajó la mirada, buscando las palabras que decir. Keaton trató de hacer lo mismo, pero sus intentos fueron totalmente en vano. Era inútil tratar.

–Keaton, yo…

–No. No lo digas –La detuvo antes de que la bomba saliera a  la luz. No quería oírla decir que ya no se verían más, o algo parecido. Sería peor que nada.

Ella lo vió confundida, y luego habló.

 – ¿Sabes siquiera lo que yo iba a decir?

 Asintió. –Ibas a pedirme que me alejase, por el bien de ambos.

Dobló sus rodillas más cerca de su pecho, pagándolas a este. Observo la pared de enfrente mientras una pequeña risa se escapaba desde lo profundo de Zoe. Esta vez él la miró extrañado.

¿Qué era tan gracioso?

– ¿Qué…?

 – ¿En serio creíste que iba a cortar nuestra relación por eso? Me refiero a que… bueno, no lo sé, ¿la canción fue para mí?

Estaba observándolo, analizándolo con el ceño fruncido. Keaton asintió, lenta y pausadamente. Estaba tan nervioso.

–Fue una hermosa canción, Keaton, y no tienes porque avergonzarte de ella. – Tomó su mano derecha entre las suyas, recorriéndola con sus pequeños dedos… el toque era tan suave como el pétalo de una flor, y le hacía querer bailar de alegría–. La mejor canción que oí en mi vida.

Conectó sus ojos con los suyos. Esta vez, por primera vez en años, el veía algo diferente allí.

–Zoe...

 – ¿Qué?

No supo qué decir. Estaba helado, y no por la temperatura del ambiente en realidad. Una descarga de adrenalina y euforia le recorrió, impulsándolo hacia ella. Sus labios se sintieron juntos por primera vez, tomando posesión uno del otro.

Zoe había ansiado esto secretamente por años. Pensar que solo había comenzado la relación con Matt para causarle celos al rubio… y, cuando este no mostró rastro de interés, ella se cansó de esperar por algo que creyó no ocurriría jamás.

Pero ahora estaba allí, besando al que creía único posible hombre para ella. Besando a Keaton, su mejor amigo, el chico que tanto quería. Y él no podía estar más feliz. El día había llegado. El momento de éxtasis máxima, y ella no se alejaba.

Sonrió entre el beso, entreabriendo los ojos mientras se separaban.

–Wow –Fue lo primero que se le ocurrió decir.

Ella asintió.

El silencio que debería haber sido incómodo en ese momento, no lo fue. Ellos se sentían a gusto con la mirada puesta en el otro. El encuentro tenía cierta… intimidad.

Él no se atrevía a preguntar, pero sentía que tenía que hacerlo, aunque eso le costara el perfecto momento que habían tenido hacía pocos segundos. Keaton se armó de valor, sosteniendo aún la mano de la chica, y habló.

–Qué… ¿Qué ocurre con Matt? 

Ella suspiró… era un tópico que no le agradaba tratar con Keaton, realmente.

–No lo sé –Fue sincera–. Creo que igualmente, la relación no daba para más –El no quería, pero se sintió muy feliz por dentro, incluso aunque aún le produjese un sentimiento de descompostura. Algo como sentirse mala persona–. Él solo quería estar en la cama, si sabes a lo que me refiero. No había... sentimiento en eso, asumo. Nada de química o comprensión –Soltó todo de una vez, sin pestañear prácticamente–. Éramos dos extraños conocidos, Keat. Yo no lo amaba.

Esto último que dijo le llamo la atención. Keaton nunca la había escuchado hablar así, tan profundo acerca de su relación con Matt. Era extraño para ambos, de alguna forma u otra, y siempre trataban de evitarlo a toda costa. Sin embargo, en ese momento parecía no importar. Zoe lo observó un tiempo, guardándolo como suyo en su memoria. Se observaron como si fuesen únicos, como si el mundo les perteneciera a ellos.

– ¿N-No… No lo amabas? –Keaton añadió, nervioso. Zoe había ido acercándose, cada vez más.  Ella negó–. Nunca –Aceptó–. Siempre he sentido algo por otra persona.

El sintió que el corazón le latía cada vez más y más rápido. Tanto, que podría habérsele salido del pecho en ese mismo instante.

–Yo igual–. Rió. Zoe mordió su labio, pidiendo permiso para besarlo. Keaton tomó la iniciativa del momento, algo que nunca en su vida había podido hacer, y unió sus labios por segunda vez en su vida entera. La primera había sido hace años, cuando aún eran pequeños. Su primer beso, lo recordaba perfectamente. Se sentía tan completo allí, con sus labios sobre los de ella, que jamás quería volver a separarse.

Era feliz, infinitamente feliz.

Nunca se había rendido, nunca había dejado de amarla, y ahora sbía que nunca sería demasiado tarde para él. Después de todo, lo único que había necesitado hacer era abrir los ojos para lo que ya estaba allí.

 

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never is too late {keaton stromberg} short historyDonde viven las historias. Descúbrelo ahora