Capítulo dos.

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Corrí lo más lejos posible sin pararme a recuperar el aliento, podía escuchar las pisadas tras de mí y una voz fuerte dando instrucciones aquí y allá. Giraba por todas las avenidas que encontraba, por todos los callejones doblaba, los alejaba cada vez más de mi casa. Evitaba voltear la cabeza, no quería ver la cara de quien me perseguía y tampoco quería ser identificada.

Estaba en frente del Hospital Central cuando se me ocurrió una idea: el hospital estaba rodeado por dos unidades habitacionales. Edificios de ladrillos y grandes ventanas, no había gran distancia entre cada edificio, había un fácil acceso a sus azoteas. Una escalera de aluminio reposaba por toda la longitud del edificio y para mi suerte estaba adherida. Me adentre a la recepción que estaba oscura. La parte de atrás estaba abierta de par en par, corrí hacia ahí. No escuchaba nada, ni siquiera mis propias pisadas, trataba de ser sigilosa y mis perseguidores se habían parado a pensar.

Di la vuelta al edificio en el que me encontraba y contemple la escalera, después subí tan rápido como pude. Ya que estuve en el techo tenía una buena vista del patio en frente de mi. Cinco hombres miraban a todos lados tratando de descifrar a donde me había ido. Resoplaron y al fin decidieron entrar al Hospital con fingida tranquilidad.

Por fin, me sente en el piso tratando de recuperar el aliento, podía sentir mi corazón queriendo salirse de mi pecho. Respiraba ruidosamente y mi frente estaba mojada. Sentí escozor en mi rodilla izquierda y es porque chorreaba sangre de ahí, un hilillo apenas visible por la noche. Caía de mi rodilla hacia la pantorrilla y empapaba mi pantalón en la pantorrilla.

Me quedé ahí contemplando lo que acababa de pasar, me había infiltrado en las Torres bajo el  gobierno de Bravo, no vi ningún Delta vigilando, ¿será que no los usaban dentro de las Torres?
Estaba a punto de averiguarlo, porque logre pegar todas las cámaras.

YO 1- BRAVO 0

*

A diferencia de lo que me gustaría y de lo que has deducido, asisto al instituto, voy en último grado. No me emocionaba sentarme en un salón para oír hablar a la maestra que cada vez que nos reprendía veía su frustrado pasado. Pero no podía hacer nada, aquellos corredores encerraban historia, encerraban el deseo de mi madre por verme crecer. Aunque ella no notaba que en pocos años haría mucho más que sentarme en una cubículo o traerle un latte a cualquier tipo que fuera un idiota. Siempre me lo había imaginado, el ser más que eso y ayer se puso en marcha me gran aventura. Por suerte para mí, era Viernes en la noche cuando salí a por mi misión.

Ignorando que yo me había ido a la cama hace menos de dos horas, (después de bajar aquel edificio, rodear el hospital y caminar tal vez una hora hasta mi casa), mi madre me levantó a las nueve con dieciocho minutos. Me enrede más en mis sábanas pero sabía que no había mucho remedio, ella se quedaría picandome las costillas hasta que me levantara. Era un día lluvioso afuera. Los Sábados grises eran los mejores, yo siempre decía. Era cuando no hacía más que encerrarme en mi soledad, mi madre Sarah no veía productivos los días a menos que hubiera un sol radiante en el cielo. Los días grises me dejaba ser, ella leía un libro en su habitación.

Para mi mala suerte- también para mi sueño- hoy habíamos sido cordialmente invitadas a una gran fiesta. La fiesta no empezaba hasta las cinco de la tarde, pero ya era costumbre levantarse súper temprano para acicalarse después de desayunar. Era una rutina.

La sociedad a mi al rededor era grande, todo un catálogo para observar y leer. Primero se encontraba nuestra broma de presidente Dominic Bravo, quien daba fiestas cada dos semanas para contentar al público mientras el hacia mil y un cosas sin el consentimiento de nadie, junto a su esposa y todo su partido, eran una broma y unos corruptos. O eso es lo que voy a averiguar, que esconden. Luego, estaban los ricos, sus hijos y ellos organizaban mas fiestas que podría contar en solo un mes, porque sienten la necesidad de gastar más dinero de lo necesario. Los demás, (incluida yo y mi mamá) íbamos como perros fieles a cada una de ellas.

HAZARDOUS: DeltaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora