Capítulo seis.

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Odio el mundo.
Odio a Zack por no venir con mi desayuno.
Odio a mamá por pasar tanto tiempo lejos de casa.
Odio a Ann por no apoyarme en contra de Alex.
Odio a Alex porque me confunde.
Odio que papá se haya muerto y no esté aquí cuando lo necesito.
Y sobre todo me odio a mí misma por ser dependiente e insegura.
Odio mi cuerpo.
Odio tener que tomar desiciones que no quiero.
Odio tener que ir al colegio, pero odio más que este sea mi último año y darme cuenta que no he hecho nada interesante en todos estos años.
Odio tener que ir al colegio.
Odio ir en el único estúpido colegio que usa uniforme.
Odio ser una mona en desarrollo y tener que depilarme.

Las clases habían empezado hace menos de una semana, y ya estaba agotada, tanto física como emocionalmente.

No había esperado que nada extraordinario me pasase este último año de escuela, y en general era todo una gran y aburrida mierda. Tenía todo preparado, mi año sería: yoga o hacer algún deporte, prepararme para la prueba de admisión, y que mis calificaciones no bajasen. Tenía que concentrarme en mi, mi mamá y mis amigos.
Mi verano había sido bastante bueno, me mantuve muy ocupada siempre, trabajando, saliendo, leyendo de vez en cuando.
Mi vida estaba comenzando a agradarme nuevamente. Estaba tratando de dejar los malos recuerdos y todo lo que me hiciese daño atrás.
No me iba a enamorar. Eso lo tenía más que claro, y estaba primero en mi lista de prioridades. El amor nos hace débiles, inseguros, dependientes. En otras palabras el amor nos vuelve vulnerables. Me había prohibido a mí misma enamorarme, e iba a hacer todo lo posible para lograrlo.

Con esta confusión de sentimientos me levante, con mucha pereza. Tenía tiempo de sobra: las clases empezaban hasta las ocho y eran las siete y treinta...

¡Mieeeeeeerda. Me quede dormida. ¿Qué hago? Maaaaaamá.! Mamá no está. Mia corre a la ducha. ¡AHORA! Me reprendí a mí misma.

Luego de una ducha de siete minutos, vestirme en cuatro, secarme un poco el pelo, lavarme los dientes y la cara me tomo un poco más, pero aun así tenía nueve minutos para llegar al colegio.
¿El problema? Vivía a casi veinte minutos caminado rápido. Llegaría tarde. Moriré. Tome mi mochila, eche rápidamente el celular, los audífonos y dinero para el almuerzo.
¿Qué hago? Llama a Zack. Me dije a mí misma. Quizás me pueda pasar a buscar, pero su casa queda a diez minutos en auto.

Luego de rendirme y darme cuenta que llegaría retrasada de cualquier manera, me dispuse a caminar con mi peor cara de "el mundo no tiene sentido". Mire mi reloj solo para sufrir, faltaban cinco minutos, y como últimamente mi vida es un cliché, Alex llegó en su hermoso Jeep negro. O eso me hubiese gustado que pasara, pero la verdad es que no llego nadie.

¿Qué esperabas, Mia? ¿Que de repente llegara alguien y te "salvará" de llegar tarde o de todo lo que sucediese en tu vida? Pues no, cariño. Esto es la vida real. Me dijo una molesta, pero realista voz en mi cabeza.

Llegue siete minutos tarde. Luego de dar explicaciones por llegar tarde y poner mi mejor cara de perrito mojado, la cual era un fiasco, me dieron el dichoso pase para poder entrar a clases, no digamos que tenía muchas ganas de entrar, biología no era mi asignatura favorita, ni en mil años.

Toque la puerta tres veces, pero no abrían. Luego del quinto intento me abrieron.

-Buenas noches, Señorita Martin. Me imagino que si ahora está tan apurada por entrar a mi clase es porque tiene un pase ¿no es así? -Me dijo la profesora. Nuestra relación no era tan buena, a pasar de que me iba bien en sus clases, era como que ella no me soportaba, y bueno, yo tampoco a ella.

-Si, tuve un problema personal. -le mostré el pase, y le sonreí- ¿Puedo entrar?

-Rápido, hice la asignación de puestos, ve al lado de Peters.

Camine hasta la segunda fila, cada fila tenía cinco puestos dobles, y me tocó sentarme de las últimas con Max, Max Peters.
Digamos que estaba en contra de toda la idea de enamorarme y eso, pero Max Peters era, algo así, como mi crush. Tenía una mezcla de entre encantada y asustada. Encantada porque estaba sentada con Max, bueno, no es como que nunca hubiésemos hablado, pero nuestra relación no pasaba de un "hola". Mire instintivamente hacia Ann, ella ya me estaba mirando, tenía una cara entre burla, impresión y un poquito de desconcierto.

-Hola, Mia. -Me saludo con una sonrisa Max.

-Hola, ¿han escrito algo ya? -Mire el reloj digital que estaba en la pared, eran las ocho y media. ¿Tanto tiempo había pasado en inspectoría? Espera un poco ahí Mia, tienes  a Max a tu lado, y ¿te estás preocupando si es que han escrito algo o no?

-No, solo había hecho la "asignación".

-¿"Asignación"?

-Si, lo que sucede es que dijo: "pueden sentarse con quien quieran, pero está prohibido de que sea con un amigo" -Dijo haciendo una mala, pero divertida imitación de Emma Zucky, la profesora.

Me reí por lo bajo, este chico era simpático, mire hacia los lados buscando a Zack con la mirada, estaba a dos puestos más atrás de Ann, a dos filas de mi.

Después de una aburrida clase, por fin tocaron el timbre. Saque la colación que había puesto en mi mochila la noche anterior. Cinco puntos para Mia.

A pesar de que Zack tenía un año más que yo, íbamos en el mismo curso, había perdido un año cuando recién se mudó acá. Él era muy importante para mí. Me había apoyado mucho cuando mi papá murió; nuestra relación en ocasiones era confusa, pasamos tanto tiempo juntos que fue imposible no mezclar sentimientos. Lo amaba. Los amaba. Él y Ann han estado en mis peores momentos, siempre los tendré en mi corazón. Una vez leí una frase que decía "Hay personas que entran a tu vida solo para entregarte felicidad temporal", esperaba de todo corazón que ellos se quedarán para siempre.

Prohibido EnamorarmeDonde viven las historias. Descúbrelo ahora