Capítulo ocho.

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Cuando Alex llegó por mí, me di cuenta de lo mucho que extrañaba tener a alguien incondicionalmente. No lo mal interpreten, no estoy diciendo que Alex sea esa persona, solo digo que necesito a alguien que se interese por mi. Me estaba comenzando a sentir sola, a pasar de tener personas a mi alrededor, sentía que algo había cambiado, y que no lo podía reparar.

-¿Quieres ir a casa? -Me preguntó Alex después de estar cinco minutos en el auto sin decir una sola palabra.

¿Quería ir a casa? No realmente, no tenía dónde ir. Ann y Zack no eran una opción, al menos por hoy.

-No, solo déjame por ahí. -Le respondí, mientras miraba por la ventana.

-Sí quieres podemos ir a mi casa y te preparo algo para comer ¿qué dices?

-Gracias, pero enserio Alex, no es necesario. Estoy segura que tienes mejores cosas que hacer que pasar un rato conmigo.

-Cielos, eres tan terca. Quiero pasar el día, la tarde, la noche incluso contigo. Eres muy importante para mí, no lo olvides.

Dios mío santo. ¿Que está sucediendo aquí?
Sentía como mis mejillas se estaba sonrojando. Y ahora ¡¿qué se supone que debo contestarle?! Cambia de tema, ya!!

-¿Cómo ha estado tú mamá?

-Bien, ahora dice que quiere reencontrarse consigo misma y se quiere ir a Asia a un retiro espiritual.

-Tú mamá realmente es genial.

-Sí... Aunque a veces es demasiado loca. -dijo Alex mientras reía un poco y tomaba la carretera de la Costa.

-Alex, ¿por qué volviste?

-Sabia que tarde o temprano me lo preguntarías... Quieres que vayamos a tomar un café.

-¿Solo con un café en la mano me dirás?

-Todo es mejor con un café frente al mar. - Dijo mientras me miraba por un corto periodo y sonreía.
No podía negar que era un chico  apuesto, su nariz se perfilaba perfectamente, sus labios carnosos, sus pestañas tupidas y sus ojos azules hacían una buena combinación.
Siguió conduciendo por unos minutos más hasta que encontramos una linda cafetería,  el día se había tornado gris y corría  bastante viento.

-¿Prefieres el café acá o en la cafetería? - me preguntó mientras estacionaba.

Mire mi atuendo que consistía en jeans, una camiseta de negra con estampado de alguna frase, una chaqueta que no protegería de la lluvia y botas con un poco de tacón. No saldría a mojarme por nada del mundo.

-Acá, tengo frío como para salir del auto, y no sé si lo que me digas me irá a disgustar, y no quiero que hayan testigos de tu muerte. - le dije mientras sonreía y conectaba mi celular a la radio.

-Mmhmm, ahora no sé si quiero estar a solas contigo. Había olvidado lo agresiva que puedes ser en algunas ocasiones.

-Princesito, por dios, me ofendes. -dije mientras ponía una mano sobre mi pecho y ponía mi mejor cara de "herida".

-Creo que si digo algo más la terminare jodiendo... Un capuchino con dos de azúcar?

-Para algunas cosas tienes muy buena memoria.

-Para ti siempre, así que tampoco olvidare las servilletas, señorita-que-no -sabe-comer-y-mancha-todo.

-Ja, ja. Qué chistoso. Ve ahora por mi café, apúrate esclavo. -Le tendí un billete de 10 dólares. Me miró frunciendo el ceño y negó con la cabeza. -Sabes muy bien que me gusta pagar por mi comida mientras tenga dinero. Así que toma el dinero y ve.

- Te estoy invitando yo, fue mi idea... -Lo interrumpí.

- Alex, si no vas tú iré yo.

-Eres tan terca, odio eso. -Dijo mientras fruncía el ceño y apretaba su mandíbula.

-Alexander, ya deja de ser un niño.- Le reprendí, pero sabía que se estaba enojando un poco, y quería saber que era lo que me iba a contar. - Princesito, no te enojes... Pero sabes bien cómo fue que me crió papá, un chico no es un banco.

-Bien, pero después no te quejes de que no soy atento contigo, Pancracia.

Le hice un pequeño puchero. Y apretó mis cachetes suavemente y revolvió un poco mi pelo.

-¡Ey! Deja mi hermosura en paz, y ve por los cafés.

Luego de lo pareció una eternidad (15 minutos) Alex regresó con dos capuchinos y una caja con 8 donas.

- Aquí está su tan ansiado café, mi señorita.

- Gracias, mi fiel sirviente.

Hubo una pequeña pausa, de dos minutos. Alex me paso todo para poder ir a buscar un mejor sitio que un estacionamiento para poder hablar y comer. Para nuestra suerte estábamos ya en la carretera de la Costa, por lo que tuvo que conducir cinco minutos para poder encontrar un sitio con una vista espectacular, pero lo suficientemente lejos.

-Esto no es fácil para mí... Y realmente no sé por dónde comenzar.

-Tranquilo Alex, sólo deja que las palabras fluyan. -Le dije mientras agarraba su mano derecha. Tomó una respiración larga y prosiguió.

-Me vine porque ya no soportaba las mentiras. Lo de Marly solo fue una pantalla, Leslie me obligó a alejarme de ti, esa chica está realmente loca... Un día se coló a mi habitación y saco fotos de nosotros durmiendo juntos, y me dijo que si no terminaba contigo te las iba a mostrar y que me ibas a odiar por siempre. Me asuste, Mia. Antes que nada eras mi mejor amiga y no te quería perder por nada del mundo. Cuando me enteré de que Joshua había fallecido no pude seguir, tenía que volver, pero no sabia como hacerlo después de tanto tiempo.

Prohibido EnamorarmeDonde viven las historias. Descúbrelo ahora