Capítulo 35

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Cerré los ojos por inercia. De repente me arrepentí de haberle dicho aquello.
¿Qué tal si él no estaba preparado para escuchar esas palabras?
Es decir, lo estábamos haciendo justo ahora, pero no recuerdo haber oído nunca que Ausitn me dijera que le gustaba. O bueno, eso creo.
Que me lo hubiera demostrado era algo totalmente diferente.
Sentí como él bajaba de encima de mí y se acomodaba a mi lado. Mis ojos comenzaron a escocer bajo los parpados. No estaba preparada para otra decepción. Así que abrí los ojos y me abstuve a las consecuencias.
Una sonrisa del tamaño de Júpiter marco el rostro de Austin. Tenía tanto tiempo sin verlo sonreír de esa manera. Desde aquella vez en la feria en la cual decidimos llevar la fiesta en paz. Aquella primera vez en la que él me sonrió tan sinceramente. Incluso, aún puedo recordar lo feliz que me sentía. Solo que en estos precisos momentos, ni toda la felicidad del mundo puede compararse a lo que siento estando aquí, con él.
Porque él es mío.
Y con mirarlo, me puedo dar cuenta que el siente lo mismo, y que los dos estamos preparados para dar el siguiente paso.
Austin suspiro, aún sin borrar la deslumbrante sonrisa. Tome una almohada de la cabecera y la coloque sobre mis senos. Aunque él no pudiera ver nada, me daba un poco de vergüenza. El recargo su espalda contra la pared y me observo—literalmente—, con sus ojos pálidos.
—¿Es enserio?
—Uh —Me incorpore sin soltar la almohada y cruce mis piernas—. Yo…
«¿Acaso había arruinado el momento?».
—¡Austin! ¡Hijo! ¿Estás en casa?
Lo mire, alarmada. Michele había llegado a casa. Muchísimas gracias.
—Es tu mamá —Le dije susurrando y levantándome de la cama. Tome mi ropa rápidamente y me la enfunde como pude—.
—Ya sé que es mi mamá —El no se movió ni un centímetro. Nos iban a cachar y a él le iba a importar un bledo—.
—¡Vístete! —Le avente los vaqueros en la cara. El los tomo entre sus brazos—.
—No.
—¿Qué?
«Es decir, ¡¿Qué?!».
Abrí los ojos como platos al escuchar las pisadas cada vez más cerca. Ahora Michele se encontraba en el pasillo, rumbo a la dirección de Austin. No quedaba más tiempo. Nos iban a cachar.
Y yo sería la única con problemas.
—¡Me esconderé debajo de tu cama! Por favor, no se te ocurra mencionar nada, ¿vale? —Le dije en voz baja, mientras me acostaba el suelo y me deslizaba hacia la parte inferior de la base de madera. Metí la mano de golpe en cuanto observe la puerta abriéndose.
—Hola Austin. ¿Cómo estás? —Pregunto ella, sentándose sobre la cama—.
—Bien mamá. Muy bien —Dijo él con un atisbo de humor en sus palabras. Podría estar segura de que lo decía en doble sentido—.
—Y… Uh. ¿Acaso esta aquí ___?
Yo casi suelto un grito. Me había alcanzado a poner toda la ropa, así que, obviamente no había vislumbrado ninguna de mis prendas regadas por el suelo. Tampoco podría ser el hecho de haber apagado y cerrado todo en el piso inferior. Austin era tan inteligente y desarrollado en su enfermedad, que incluso podía subir y bajar las escaleras sin ninguna dificultad. Eso sí, aferrándose muy bien al barandal. Bueno, si no era eso, ¿entonces qué?
—Oh, eh. Es que como he visto su coche estacionado en la calle…
Austin suspiro de nuevo y después sorbió su nariz—. Probablemente. Si su coche esta aquí, entonces a lo mejor y si.
Tumbe cuidadosamente mi espalda contra el suelo y cerré los ojos. ¿Cómo era posible que se me hubiera pasado aquello? No, esperen, ¿Por qué Austin le acaba de decir que estaba aquí? ¿Esto es enserio? Demonios. Pero bueno, es que tampoco tenía pensado el quedarme, hacerlo con Austin y después que su madre nos cachara. Ah que cosas. Por lo menos sería divertido quedarme a oír sobre lo que hablaban. O no.
—Las cosas entre ustedes van mal, ¿verdad? —Pregunto Michele, notablemente interesada. Yo también quería oír la respuesta de Austin, así que pare oreja—.
—No. Hoy me la encontré y me dio un aventón.—Dijo él, divertido—. Todo gracias Alex. Sé que todo fue un malentendido.
Michele soltó el aire, aliviada—. Gracias al cielo. Por un momento pensé que debía de encontrar una nueva niñera.
“Vamos ___, tienes la fuerza necesaria como para no salir de tu escondite y patear sus pantorrillas. Tranquila”. Me dije
—Bueno, si no te importa. ¿Podrías dejarme dormir? Muero de sueño —Dijo él, molesto. Me sorprendí que él pudiera llegar a enojarse con su madre por ese tipo de comentarios. Pero no me importaba, había acumulado muchos puntos—.
Michele se incorporo de la cama y se dispuso a salir por la puerta. Pero antes de que se hubiera marchado completamente, Austin la llamo.
—Mamá. Por favor no molestes a ___. Creo que está durmiendo en la recámara de huéspedes. Se oía muy cansada así que, evita bajar a su cuarto, ¿vale?
Michele vacilo un poco. Después, ella hablo—. Está bien. Buenas noches, hijo.
Y se alejo del cuarto.

~Corazón Ciego~ Austin MahoneDonde viven las historias. Descúbrelo ahora