Después de ver que Sabrina estaba viene decidí irme a descansar un poco ya que llevaba despierto más de 30 horas y mi cuerpo no daba más. Antes de irme le había encargado a la enfermera asignada a Hanna, que me llamará por cualquier cosa que le pase a Hanna o a Sabrina; sin importar la hora que fuere.
Había dormido tan cómodamente en mi cama hasta que escucho a mi madre gritarle desde el piso de abajo. Sus constantes gritos irritantes me ponen de mal humor; por lo que despierto y de mala gana bajo a ver que se le ofrece a la señora.
- Se puede saber que demonios pasó!?!- preguntó en gritos con una voz muy aguda dejándome sordo por un instante.
-No estoy de humor para hablar, déjame descansar mañana tengo clases y no necesito de tu inquisición.
-Pues me temo que tu humor tendrá que esperar ya que acabo de recibir un documento en el que pide el divorcio. Acaso tú la dejaste en ese estado, para que sus padres estén así de enojado y pidan esto?!- dijo molesta.
- Ahora se quejan, sí fueron ustedes quienes me obligaron a estar ligado con alguien a quién no deseo. Ni siquiera la conocía, en unos meses no se puede conocer a alguien. Por mi está bien aceptaré el estúpido divorcio a ver sí así terminamos de una buena vez con está farsa.- estaba tan molesto que me fui a dormir pegando un portazo haciendo que resonara en toda la casa.
Lo tenía decidido contrataría un abogado que me asesorara y me hiciera tener la custodia de mi pequeña. Daría lo que fuera por ella, están chiquita e indefensa.
Al día siguiente fui a clases, me tenía que esforzar era mi último año.
Después de clases me fui a ver a Hanna y a Sabrina. La pequeña Hanna estaba mejorando, había aumentado su peso y su salud iba perfecta, era una luchadora. La deje dormir en su cuna y fui a terapia intensiva a ver el estado de la madre de mi hija. Seguía igual que antes, en coma y con todo tipo de máquinas conectadas a su cuerpo, el constante pitido que marcada su corazón y el sonido amortiguado del respirador, aturdia.A los pocos días hubo una audiencia por el divorcio en el que estaban los padres de Sabrina y su abogado, frente a mi y mi abogado de por medio se encontraba la jueza que nos daría un acuerdo mutuo para el divorcio.
El abogado de los Fernandez alegó que fui yo el responsable del estado de Sabrina. Pero mi abogado supo defenderme bien declarando el matrimonio arreglado y el mal trato de Sabrina por sus padres al saber sobre su embarazo. Luego de 2 horas la jueza llegó a un acuerdo:El divorcio se haría pero la tenencia de Hanna quedaría a cargo de mi familia por ser menor de edad, hasta que cumpliera los 21 años entonces ahí la tenencia sería sólo mía. Y los padres de Sabrina no podrían acercarce a mi o a mi hija por menos de 50 metro de distancia ya que le habían dado una orden de restricción. Era uno de los días más felices de mi vida, sin duda. Estaba a unos meses de cumplir los 18 y pediría la emancipación para poder cuidar mejor de Hanna.Después de eso les conté a mis padres lo sucedido, quienes sorprendentemente me apoyaron y dijeron que me ayudarian con Hanna. A los 10 días le dieron el alta del hospital a Hanna, por suerte tenía todo preparado. Era un gran día, sería el mejor padre del mundo por Hanna.
A los pocos días nos enteramos que Sabrina había muerto debido a un paro cardíaco del que no pudieron reanimarla. Sentía mucho su muerte, era una amiga a la que no llegué a terminar de conocer pero me dio un hermoso regalo...
Nunca más volví a ver a sus padres y continué estudiando hasta graduarme.
Cada día aprendía más cosas de Hanna...