-No hace falta que me mientas para acostarte conmigo...
Como si se tratara de agua helada, Alfonso sintió su cuerpo congelarse. ¿Mentir para acostarse con ella? Que bajo se sintió caer...
-¿Qué te has creído, que he menti...?
-No. Calla, deja de mentir.
-No miento.
-Por favor -rogó ella- por favor. Si quieres acostarte conmigo, solo dilo. Me iré contigo a la cama, aunque sea para pagar lo de mi padre, lo que sea... pero no me mientas...
-Anahi... no te trates como si fueras una prostituta.
-Eso soy, lo reconozco, lo soy, pero no me mientas.
-¡Anahi! -exclamó al borde de la histeria- deja de decir tonterías, no eres nada de eso, fui un estúpido, y te traté mal. Pero entiende que me enamoré de ti.
-Por favor -repitió- no puedo soportar palabras falsas...
La rabia de apoderó de Alfonso. ¿Palabras falsas? ¿Mentiras? ¿Pero quién se creía que tenía delante? ¿Al hombre de hielo o algo así?
-Deja de decir idioteces -farfulló él intentando no gritar- has oído bien, te amo!!.
-¡No! -exclamó ella, mientras sentía sus lágrimas caer.
-¿Cómo qué no? -preguntó acercándose a ella, y cogiéndola por los brazos, para pegarla a su cuerpo y besarla con agresividad, queriendo así demostrarle que no mentía- Te amo -repitió.
-No... -susurró ella.
-Si...
-No me mientas. ¿No lo entiendes? No puedes alimentar mi corazón para luego despedazarlo. No lo comprendes. Me enamoré de ti, aun siendo un bastardo me enamoraste, no me partas, no me rompas más de lo que ya estoy. No me destroces... por favor.
-Anahi -susurró soltándola, para mirarla a los ojos.
La cara de la chica estaba bañada por las lágrimas, y él se sintió peor que mal. No sabía que había hecho... pero odiaba verla así. No quería verla sufrir.
-Por favor -rogó ella, llorando.
Alfonso la miró a los ojos, y la vio perdida, sin rumbo.
-Anahi -la llamó cargándola en sus brazos, la alzó y la subió hasta la habitación, donde la posó en el colchón, abrazándola- ¿Por qué no comprendes que te amo? ¿Por qué no entiendes que me enamoré de ti...?
-No puedes enamorarte de mi... soy una mala persona...
-No eres una mala persona. Eres demasiado increíble.
-No lo soy... -susurró ella- soy una...
-¡Cállate! -explotó él- todo esto es mi culpa, te traté muy mal, soy un estúpido y me merezco lo peor. Por favor, princesa, perdóname -rogó agachándose frente a ella.
-Alfonso...
-Me enamoré de ti como un tonto, y cuando te fuiste, fue cuando comprendí que te necesitaba, te busqué como un loco, y no me quedó más remedio que pedirme a mi tío tu dirección, me daba igual que te hubieras vendido o no... pero entonces descubrí que solo eras una niña inocente. Y me sentí mal, había sido la peor persona del mundo. Te traté mal. Pero tan solo quería cubrir mi corazón...
Ella lo miró desconcertada.
-¿Cubrir... cubrir tu corazón?
-¡Entiéndeme, maldita sea! Mi tío me ha mandado mujeres continuamente, siempre -dijo casi escupiendo, y Anahi se sintió decepcionada- y siempre las he mandado a sus casas sin tocarlas, sin siquiera mirarlas, y entonces llegaste tú, con ese rostro que enamora, con tu sonrisa, tu pelo, tu forma de andar, y tus contradicciones, tan tímida, y a la vez tan pasional... y te metiste en mi...
-Yo...
-¿Sabes? Te pensaba mandar a casa cuando te vi en mi sofá, pero entonces me miraste, y supe que debía hacerte mía. Una noche dije. Y acabé insultándote y exigiéndote más. Fui un bastardo y un cavernícola. Así me sentía, y ¡no sabes la de veces que estuve a punto de mandarte de vuelta! Pero entonces me mirabas con esos preciosos ojos, y me volvía a ganar la necesidad.
-Pero...
-Me enamoraste como un tonto... caí a tus pies, me tienes para ti. Te pertenezco. Pero comprendo que fui un idiota, y que no te merezco. Así, que aunque me cueste la vida estoy dispuesto a dejarte ir. Aunque rogaría por una oportunidad, para tenerte, para enamorarte, sin romperte el corazón.
El silencio se hizo en la habitación, y Alfonso cogió aire intentando controlar su corazón, por primera vez en su vida, sintió los nervios en su estómago, y tuvo la sensación de que un vacío enorme lo iba a tragar, y lo iba a llevar.
Un vacío que tan solo ella podía llenar.
La miró a los ojos y supo que la amaba como no había amado a nadie, y como jamás a amaría ninguna otra persona. Giró sobre sus pies, dispuesto a marcharse. Él no era nadie para destrozar la vida de una persona. Y mucho menos, la de la persona que amaba.-¿De verdad me amas? -la voz de Anahi lo paralizó.
-¡Oh, por dios! ¿Aún no me crees?
-Tan solo me aseguraba de no alucinar...
-¿Alucinar? ¿Me confieso y lo tomas como una alucinación?
-No es fácil de creer.
-Por dios, Anahi, te amo más que a mi propia vida.
-¡Dices eso, pero estabas dispuesto a marcharte y dejarme aquí sola! -la repentina explosión de Anahi lo pilló por sorpresa.
-Solo quería lo mejor para ti...
-¿Y cómo va a ser lo mejor para mi que te vayas cuando te amo como una tonta?
-Chiquita no me lo merezco -recapacitó él.
-Lo se, pero igualmente te amo. Y no creo que pueda vivir sin ti... -susurró ella acercándose a él- sin tus besos, sin tus caricias -continuó abrazándolo- incluso creo que no sabría vivir sin tu arrogancia.
-Eres lo que no hay -rió él, soltando así toda la tensión acumulada.
-Somos dos personas extraordinarias... -dijo ella- tal para cual. ¿De verdad me amas? -preguntó ella de nuevo.
-Mucho, mucho, mucho, mucho...
-Oh... -susurró besándolo- ¿sabes?
-Mmm...
-Creo que iré a darle las gracias a tu tío.
El cuerpo de Alfonso se puso tenso al momento, y el enfado se apoderó de él.
-Ese maldito... ya está controlado...
-Shh... gracias a él, hice el mejor trato de mi vida...
-¿Ah si?
-Si... gracias a ese trato te conocí. No de la mejor manera -recapacitó- pero te conocí...
-Y yo me enamoré de ti...
-Me encanta cuando te pones tierno... como los últimos días que estuve contigo.
-Trataba de enamorarte -confesó.
-Oh, fue en vano, ya estaba enamorada de ti... A pesar de que no eras el mejor...
-Lo siento -se disculpó.
-Te amo -dijo ella, como si fuera la respuesta a todo.
-¡Cásate conmigo!
-¿Qué? -preguntó ella mirándolo a los ojos- ¿Es enserio?
-¿Crees que bromeo?
-Pero... es pronto.
-Da igual, yo te amo, y tú me amas... en todo caso podríamos divorciarnos.
Alzando la mano, Anahi golpeó a Alfonso, haciéndose la enfadada.
-¿Aun no he aceptado y ya piensas en divorcio?
-Sólo era una propuesta para que aceptaras, porque no pienso dejarte marchar nunca, y voy a hacer todo lo posible para que seas feliz...
-Te amo, y soy feliz por el simple hecho de tenerte a mi lado -susurró.
-Y yo a ti, mi vida -contestó él- Y entonces... ¿aceptas?
-Acepto. Si quiero ser tu mujer...
-Mía... solo mía...