Confianza.

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Una simple pero muy pesada palabra.
¿Como es que ésta puede tardar toda una vida en nacer y tan solo desmoronarse en unos segundos?

He decepcionado a tantas personas con mis hechos o palabras que me siento avergonzada. En algunas sinceramente no me arrepiento y seguiría sin hacer absolutamente nada para arreglarlo.
Pero en otras, Dios, haría cualquier cosa por tenerlas de vuelta.
Cuando estamos enojados realmente no medimos nuestra forma de actuar, en mi caso, mi despecho desmedido y mis enormes ganas de hacer que el otro se sienta cien veces peor que yo, me hacían comportarme de maneras inconscientemente ridículas, no me agrada admitirlo, porque no es algo de lo que me deba sentir orgullosa. Muy por el contrario eso es lo que más ha alejado a las personas de mi: mis actitudes.

Cuando era pequeña, mi abuela me regaló una muñeca de porcelana, me parecía tan curiosa y bonita que a decir verdad no se como explicarlo.
Mi Mamá no me dejaba jugar con ella, me decía que debía de cuidarla mucho pues en el menor descuido se podría romper. Me intrigaba y molestaba esto, pues era mía ¿Porque no debía de hacerlo?
Un día tomé a la muñeca a escondidas como toda una niña berrinchuda, al fin y al cabo ¿Que podría pasar? Se rompió, sí, se me cayó y se trozo en pedacitos.
Traté de pegar todo y que se viera igual que antes y aunque de cierta manera lo logré ya no era lo mismo, la muñeca ya no era tan bonita como en un principio.

Creo que mi "anécdota" se puede comparar con la confianza. Ya que ésta es como la porcelana, hermosa pero frágil.
Cuando la confianza se rompe pienso que es muy difícil poder arreglarlo, casi imposible.

Tan solo yo.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora