Recuerdos y despedidas

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–¡Hola chica!

Me sobresalté al escuchar esa voz y me giré para encontrarme con una chica castaña de ojos azules que me sonreía radiantemente, esperando una respuesta.

Su cabello castaño con ondas en las puntas estaba perfectamente ordenado con un cintillo de color rojo, dejando descubierto perfectamente su rostro.

–Hola –murmuré como respuesta y sonreí.

Hoy era el primer día de clases y tenía que ser amable. Quizás podría hacerme uno que otro amigo.

–Soy Annabeth –se presentó la chica, sin dejar de sonreír y me extendió su mano derecha.

–Kennedy –respondí y ambas estrechamos nuestras manos.

No sabía cuál era la razón por la que esta chica me había hablado, pero no me lo cuestionaba. Era la primera que si quiera alguien me miraba en todo el día.

–No pude evitar observar que vas a la misma clase que yo –apuntó el horario que tenía en mi mano. Vale, esta chica tenía vista de halcón–. Y estás yendo en la dirección equivocada.

Fruncí el ceño y miré mi horario. Estaba segura que había tomado la dirección correcta. Aunque la secretaria del director no diera muy buenas indicaciones, se había esforzado y yo había intentado comprender. Creía que había comprendido.

–Oh –fue lo único que pude formular.

Annabeth soltó una pequeña carcajada.

–Ven vamos, yo te llevo.

Ella me tomó del brazo y comenzó a llevarme por el pasillo. Yo apretaba mis libros contra mi pecho. Aún no decidía si era bueno o malo que ella y yo tuviéramos una clase en común. Aunque agradecía que no me hubiera dejado perderme. Probablemente habría estado dando vueltas como tonta.

–Hace un rato, me topé con unos chicos súper guapos –comentó bastante emocionada–. Ellos no se fijaron en mí, pero eran de verdad muy apuestos.

No entendía como eso llegaba a ser importante como para mencionarlo. Así que simplemente hice un sonido de afirmación.

Llegamos al salón más rápido de lo que pensé, lo que era bueno, ya que el profesor entró justo detrás de nosotras.

Annabeth  me guió hasta los asientos del final y me obligó a sentarme a su lado.

Yo no tuve tiempo de pensar en alguna excusa, porque el profesor comenzó a presentarse de inmediato.

Yo de verdad quería poner atención, pero al parecer esos no eran los planes de Annabeth.

–Entonces, como te venía contando, los chicos estaban en la entrada saludándose, al parecer se conocían de antes, no lo sé...

Yo la miré a ella y al profesor consecutivamente, no quería que nos descubrieran hablando. Era el primer día y tan solo la primera hora. ¡No quería un regaño!

–Oye... –traté de pararla, pero me ignoró.

–Por donde caminaban al parecer se dirigían hacia los baños, pero no te preocupes, te los mostraré en el almuerzo...

–Annabeth... –traté de callarla de nuevo, pero alguien más lo hizo por mí.

–¡Señoritas! –escuché el llamado del profesor y maldije por lo bajo. ¡Dioses! Esto era lo que quería evitar. Ahora por esta chica parlanchina todo el salón nos miraba–. Estaba esperando uno de estos episodios –sonrió y miró a la clase–, para demostrarles a todos que no estoy para los juegos de nadie –volvió a mirarnos–. Las dos a detención después de clase.

ForgottenDonde viven las historias. Descúbrelo ahora