Capítulo 2. "Atraco"

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Central City, 2016.

     - Gold City Bank.

— Tenemos 15 minutos para salir de aquí, antes de que se reactive la alarma y llegue el aviso de robo. — explicó el hombre de cabello rapado y ojos azules a la chica que lo acompañaba mientras terminaba de meter un fajo de billetes en una bolsa. — ¿Donde está Mick?

— No creo que te vaya a gustar. — le comunicó la chica con una mueca en su rostro.

— Ese idiota... — Murmuró. — Termina de llenar el saco, voy a buscar a Mick.

— De acuerdo. — Contestó la joven asintiendo.

— Tienes dos minutos Lisa, no te entretengas. — le recordó antes de salir por la puerta de la cámara acorazada en dirección a la sala principal del banco, donde minutos antes había pedido a su socio que vigilara a los rehenes. 

Al entrar se encontró con un hombre totalmente calcinado a sus pies. Se trataba de uno de los guardias de seguridad. No había cosa que más le molestara en el mundo que los contratiempos. Tenían un plan que seguir, no podían permitirse perder el tiempo con juegos estúpidos.

— ¿Qué es esto? — preguntó con tono autoritario.

— La espera se me estaba haciendo larga. — explicó Mick — ¿Queda mucho jefe?

— ¿Cuántas veces tengo que explicártelo? — Preguntó acercándose a él. —Yo soy el cerebro y tú la fuerza. Y si nos aseguramos de que lo que piensa el cerebro se lleva a cabo correctamente, esto — dijo señalando el cadáver del guardia de seguridad — no es necesario. Solo consigues que perdamos el tiempo.

— Todo listo chicos. — dijo Lisa entrando en la sala, frenando en seco al verlos a ambos enfrentados.

— ¿Quieres ser el siguiente, Leonard? — amenazó Mick.

— A mí me encantaría. — dijo una nueva voz en la habitación.

Los tres ladrones se pusieron en guardia levantando sus respectivas armas. Comprobaron que se trataba de una mujer de pelo largo y rubio cuyo rostro se ocultaba tras un antifaz morado.

— Sería una pena quemar todas esas horas de gimnasio. — respondió Mick dedicándole un escaner corporal completo. 

— Gracias por el cumplido. — dijo la misteriosa mujer con una sonrisa — Pero eso no va a pasar. Cogeré ese millón de dolares, — señaló con una cabezada el saco que descansaba a los pies de Lisa —y nadie va siquiera a rozarme. 

— Te recomendamos que acudas a otro banco de Central City que no esté siendo atracado en este momento, y lleves a cabo tu propio robo. — sugirió Leonard.

— Este es mi banco de confianza. — replicó la rubia.

— En ese caso... — dijo Snart apretando el gatillo de su arma.

La mujer hizo un suave giro de muñeca y detuvo el rayo gélido que procedía de el arma de Snart. Llevó su otra mano hacia la izquierda con un golpe seco. Un estruendo alertó a Leonard que al girarse comprobó que Mick y Lisa estaban tendidos inconscientes a su izquierda.

— ¿Quién eres? — preguntó desconcertado.

— Alguien que necesita pagar sus caprichos. — respondió la mujer acercándose hacia él.

Leonard trató de moverse, pero no podía. Estaba paralizado.

— Así que... Capitán Frío, ¿eh?

— Que puedo decir, resulta pegadizo.— dijo con su habitual tono de indiferencia ante la situación.

— Prefiero el calor. — declaró la rubia dejando brotar unas pequeñas llamaradas de los dedos de su mano derecha.

— Disculpa que no aplauda. — contestó con sorna. 

La mujer dejó escapar una sonora carcajada y se acercó más a él. Ahora se encontraba a pocos centímetros de su rostro. Los ojos azules de ambos se encontraron y una punzada recorrió el cuerpo de Leonard por completo. Conocía esa mirada. Pero no podía ser...

— Nina... — Murmuró con total asombro. La chica se limitó a sonreír y quitarse el antifaz.

— Me encantaría quedarme y ponernos al día, pero según tus cálculos quedan... — comprobó el reloj que llevaba en la muñeca izquierda — cinco minutos para que se reactiven las alarmas y lleguen la policía y tu amigo de rojo. Y me quedaría créeme, pero tengo algunos recados más que hacer. — explicó con suficiencia.

— No puedes irte así. — dijo Leonard todavía inmóvil mientras observaba como Nina recogía el saco que contenía todo el dinero.

— Tienes razón. — dijo depositando con suavidad un beso en la mejilla derecha de Snart, dejando la marca de su pintalabios rojo. — Un millón de gracias, Lenny.

Nina le dedicó una última mirada antes de salir por la puerta principal del banco. Justo cuando la puerta se cerró Leonard recuperó el control de su cuerpo. A toda prisa se agachó para zarandear a Mick, él cual no tardó en volver en sí.

— Tenemos que salir de aquí, ¡YA! — explicó a su socio.

— ¿Qué ha pasado? — preguntó Mick llevándose las manos a la cabeza.

— Tenemos competencia. — contestó Leonard echándose a Lisa a los hombros.

— ¿Y ese pintalabios? — dijo señalando la marca dibujada en la cara de Snart.

— Una larga historia. Larguémonos. — ordenó.


Minutos más tarde en el mismo lugar...

— ¿Qué tenemos? — preguntó un joven al cruzar el cordón policial cargando un maletín.

— Un atraco muy particular. — respondió su interlocutor.

— ¿Los Snart y Rory? — se aventuró a preguntar el joven al encontrarse con el cadáver de el guardia calcinado y restos de hielo en el pomo de la puerta que se encontraba justo en frente.

— Exacto. Los testigos atribuyen el homicidio a un hombre que encaja en la descripción de Rory sin ninguna duda, pero no el atraco.

— ¿Cómo? — preguntó el chico confuso — Eso no tiene sentido Joe. Snart no trabaja así.

— Lo sé, Barry. — dijo el detective. — Dicen que apareció una cuarta persona, una mujer rubia, y robó lo robado. Aseguran que tenía poderes.

— Una metahumana. — murmuró Barry.

— Eso parece.

— ¿El vídeo de seguridad? 

— Quemado. — explicó Joe.

— Iré a laboratorios STAR y veré que podemos averiguar. — anunció Barry.

— Mantenme informado. — pidió Joe.

— Descuida. — dijo el chico saliendo a toda prisa.







Warm and ColdDonde viven las historias. Descúbrelo ahora