XVI

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― ¡Gato mugroso! ― Se escuchó el grito de una persona que iba entrando al camerino de The shield porque aparentemente todo sucede en su camerino, pero pues reclamen eso a la autora. La persona que iba entrando era muy bien conocida como "el rubio más presumido del roster." Y no lo digo yo, lo dice la ciencia.

― ¡Hey, mugroso tu cabello! ― reclamó Roman, hundiendo su rostro en el cuello de Dean, una costumbre que había tomado hace un par de días y que parecía no molestarle al castaño pues no se quejaba en lo absoluto.

― ¡Hey, mi cabello es sagrado! ¡¿Qué te pasa?! ― chilló el rubio bien indignado porque no era posible que alguien se atreviera a insultar tan preciosos rulos de fideo.

― Ziggler cariño ― El nombrado volteó y miró con una sonrisa bien grande a la rubia parada en la puerta del camerino, sin embargo jamás se esperó alta traición por parte de su mejor amiga pues un: ― Cállate, por favor ― fue lo que salió de aquellos rojos labios.

La decepción, la traición hermano.

― Ya vieron porque la amo ― Dean intento separarse de Roman para poder ir con la rubia a darle uno de esos abrazos de oso que tanto les gustan al par pero el samoano parecía no muy de acuerdo pues lo que hizo fue apretar al castaño todavía más a su cuerpo. ― Vamos Rome, quiero abrazar a Nattie.

― Roman envidioso ― mencionó la rubia mientras se hacía la ofendida aunque aquella sonrisa decía todo lo contrario ―, yo también quiero un abrazo de Ambrose.

― Nattie cariño date un abrazo por mí ― ella obedeció sacándole una risa a Dean ―. Rome... ― el samoano con todavía su rostro oculto en el cuello de su gatito hizo un "Mmm..." en señal de que lo estaba escuchando ― Suelta, por favor.

― Nope ― quitó su rostro de tan bonito para poder darle un beso en la mejilla al castaño y posteriormente regresar a tan bonito sitio. Roman no vio pero las mejillas de Dean estaban coloreadas de un rojo precioso, lo que Roman si notó fue que el muchacho tenía su pulso acelerado y eso le hizo sentir bien.

Le hacía sentir que estaba cada vez más cerca de conquistar por completo al castaño pero ese simple momento no fue suficiente pues dijo lo siguiente después: ― Te quiero, gatito.

Ambrose sintió que le iba a dar el paro cardíaco por la emoción del momento pues aunque Roman le haya dicho eso antes, esta vez se sintió diferente... Le gustó.

Kitten; Ambreigns.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora