Historias de un loco trovador

Perdido en un cubo.

Perdido en medio de un cubo busco un camino hacia la salida, pero ¿Que camino será el correcto?, ¿Cuál de los 6 caminos será la salida?

Avanzare hacia la derecha, para resolver este dilema, el interior esconde más cubos, uno dentro de otro, no se cuando llegue aquí, cuantos cubos he bajado, cuantas veces caí.

No todos los caminos suben, no todos bajan, el que sube no siempre lo hará, el que baja no siempre lo hará.

Conforme bajo los cuadros son más y más, es la única manera que tengo para saber si bajo o subo, si caigo más o me elevo. Estoy atrapado, aquí, tengo que subir pero no sé cómo, todos los caminos me llevan hacia abajo, cayendo más de lo deseado y las salas son cada vez más grandes y más repletas de cuadrados.

Las paredes que me encierran, aparte de tener cuadros que parecen ser infinitos, tiene colores en cada uno de los cuadros que hay en ella. Intento descifrar algún patrón en ellos, pero son inconsistentes, casi abstractos, no hay la más mínima pista de que podría ser lo que necesita ser resuelto para salir.

He llegado a un punto en el que ya no hay puertas, ya no hay camino disponible para continua, me he quedado sin salida. La esperanza ya abandono mi repertorio de sentimientos, la desesperación impera, golpeo con todas mis fuerzas, repetidamente, la pared de mi derecha hasta el cansancio. Me deslizo por la pared, hasta tocar el suelo, me percato de un movimiento en la pared paralela, los colores, empezaron a moverse. La esperanza vuelve a mí, pienso algunas formas de escapar, una de ellas, emparejar los colores de las paredes, deslizando correctamente las capas de colores.

No sé cuánto tiempo tarde, pero, al fin he completado esta sala; una puerta se abre en el suelo de la sala. Así se sale de aquí, resolviendo las paredes.

Llevo más de 10 salas, y aun parece que faltan muchas. Ya no recuerdo aquella "realidad" de la que provengo, solo sé que soy de allí y que necesito regresar eso es lo que me impulsa a salir de este lugar.

Cada vez son menos colores que acomodar, me acerco cada vez más a mi salida. Ya no sé cuánto tiempo he pasado dentro de este cubo infinito, ni cuantas salas he resuelto.

Por fin llegue a una sala relativamente pequeña, de 2 cuadros en cada pared, me resulta casi ridículo comparado con el infierno que viví en pisos inferiores. Un solo giro y todo esto habrá terminado, ejecuto el movimiento con todo el brío que puedo dar.

Se abre una puerta resplandeciente, como si mi realidad me llamase, corro hacia ella consumiéndome en una ensordecedora niebla blanca. Caigo, pero ahora no hay cubos en las paredes ni colores esperando a ser acomodados con sus similares; estoy sentado en una banca gris, veo a mi alrededor dándome cuenta que estoy en una clase de algebra.