Córneas

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Todo había comenzado ese día, en que Haruka había sido convocado para una nueva competencia de natación a nivel nacional, Makoto había besado su frente y le pidió que se cuidara, iría a verlo el día de la competencia, estaría en las gradas como todas las demás veces, Haruka sonrió apenas un poco y decidió partir aguantando las enormes ganas de correr y abrazar a su prometido, pues sabía que sí lo hacía no podría soltar al castaño.
El autobús iba por la carretera, había un montón de curvas, incluso Haruka se sintió mareado, después de una última curva Haruka pudo escuchar los gritos de los demás, el autobús se había caído.
Después de horas de tensión, Makoto daba vueltas por el pasillo, hacía mucho que había sido informado del accidente y hasta ahora no sabía nada de Haruka, ni su condición. Estaba alterado y sus uñas lo denotaban, sus ojos rojos de llanto y su tristeza esparcida por sus temblorosos labios.
— ¡Makoto senpai! —escuchó la voz femenina de cierta pelirroja que corría hacia él.
—¡Gou! ¿Cómo está Haru? —.
—En cuanto supe que se trataba de Haruka senpai no dude en tomar el caso, Makoto senpai... Así como tomé la responsabilidad de decirte el diagnóstico... —dijo la pelirroja soltando un suave y desganado suspiro, Makoto sujetó a la joven Matsuoka por los hombros y la observó fijamente.
— ¿Qué le pasó a Haru? —preguntó muerto de miedo y de intriga, de dolor y de angustia.
-Logramos colocarlo estable, se recupera bastante bien, pero... — la pelirroja hizo una pausa para mirar el portapapeles con el número de la cama de Haruka y después levantó el rostro para encarar a Makoto.
— Haruka senpai sufrió una lesión craneoencefálica severa, si no hubiera llegado a tiempo, quizá Haruka senpai estaría en un estado de coma, por suerte logramos atenderle... Aunque eso signifique que no pueda volver a nadar.
— ¿Qué? — aquello no podía ser verdad, para Haruka el ser privado del agua, era como sacar un pez de su hábitat natural — ¿A qué te refieres? —.
— Haruka senpai perdió la vista de manera permanente—.
Haruka estaba ciego.
Makoto pensó en Haruka, en sus sueños, no podría lograrlos estando ciego.
—¿No hay ninguna solución, Gou? — preguntó exaltado el castaño, pero Gou negó.
—La única solución es un trasplante de córneas—sentenció.
—Pues yo le doy mis córneas— habló Makoto con seguridad, pero recibió otra negación con la cabeza.
—No puedes simplemente donar córneas, así como así, solamente se pueden donar si una persona tiene tarjeta de donador de órganos y durante su muerte las córneas están en buen estado.

Makoto apretó el puño, la muerte era la única forma de que Haruka logrará sus sueños.
En cuanto le dejaron ir a verle, Haruka ya estaba en un estado consciente, aunque aún estaba algo adormilado por la sedación, Makoto tomó la mano de Haruka entre las suyas y Haruka giró un poco su cabeza, para abrir los ojos y ver nada más que la oscuridad de lo que alguna vez hubo luz, sonrió con suavidad y después dejó su cabeza reposar en la tibia almohada, no necesitaba de su sentido de la vista para saber de quien se trataba.

—Makoto...—susurró y dio un suave suspiro— ¿Ya supiste...? —preguntó Haruka.

­—Sí, ya me han dicho...—respondió Makoto besando los nudillos de las manos de Haruka.

Haruka buscó en el aire con su mano libre hasta rozar un poco la mejilla de Makoto, el cual se sobresaltó un poco, pero después al ver aquellos erráticos movimientos lo hizo querer llorar tan alto como le fuese permitido, con cuidado tomó aquella mano danzante en los aires, y la acercó a su mejilla.

—Me duele tanto no haber volteado a verte antes de subirme al autobús, si hubiera sabido que sería la última vez que vería tu sonrisa, no lo hubiera pensado más de una vez...—la voz de Haruka flaqueó un poco y lágrimas saladas comenzaron a resbalar de sus perdidos y azules ojos apagados, Makoto trató de no llorar, y entonces besó la frente de Haruka.

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