Capítulo III: Una extraña sensación.

20 1 2
                                    

Mis manos volvieron a cubrir mi cara, sentía que me ardían las mejillas. Después de lo que pareció el minuto más largo y silencioso de mi vida, él lo rompió
-aún hay más...- no levante la mirada, solo me limite a escuchar la bomba que aún faltaba. -después de eso, me pediste que te llevara a un lugar donde estuviéramos solos; también estaba tomado y no pensé claramente así que no se me ocurrió otro lugar a donde ir, más que a mi departamento. Cuando llegamos aquí comenzamos a besarnos de nuevo, hasta que llegamos a esta habitación mientras te descalzarte los tacones, mientras yo bajaba el zipper de tu vestido y luego tu...
-¡para!- solté. Mi mente comenzaba a da vueltas, estaba mareada, pero fue entonces cuando comencé a atar los cabos sueltos y unir las piezas de mi rompecabezas faltantes. Baje aún más la vista hasta las sábanas que únicamente cubrían mi cuerpo, literal, ¡solo las sabanas cubrían mi cuerpo! Lo habíamos hecho. ¡Lo había hecho con Sebastián!
Esta era la verdadera vergüenza de mi vida. En este momento me arrepentía de haber aceptado esa fiesta, me arrepentía de haber tomado tanto, me arrepentía de haber llegado hasta este punto con Sebastián.
Tome en puños las sabanas para cubrirme y correr a un lugar donde pudiera llorar sin un par de ojos juzgándome... o burlándose de mí. No tenía ni idea de que era lo que me esperaba, seguramente lo peor. ¡Lo había hecho con el chico que tenía el record de acostarse con cuanta mujer se le cruzara en el camino!
De un movimiento brusco empuje a Sebastián y salí a toda prisa al baño, que estaba casi segura era la puerta que estaba en comunicación en seguida de esta habitación. Cerré la puerta de un portazo detrás de mí, y comencé a deslizarme en la puerta hasta quedar sentada sobre el frío piso mientras sollozaba poco a poco.
Me sentía extraña, me desconocía a mí misma. Me había entregado a un chico por primera vez y no fue como lo había imaginado. Tengo que admitir que había fantaseado con que mi primera vez fuera con Sebastián pero no así, no ebria. Este era un momento en que quería recordar segundo a segundo en lucidez, pero ahora es algo irreversible. Me sentía frustrada.

SebastianDonde viven las historias. Descúbrelo ahora