Capítulo 2: Ingenua princesa indefensa.

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Era muy raro para mí el llano hecho de que alguien se me acercara, si ni me miran pues mucho menos me hablan. Salvo por aquellas miradas desdeñables que recibía en extrañas ocasiones, pero la mayoría del tiempo pasaba desapercibida en todo lugar y eso no es algo como para sentirse orgullosa.

Siempre quise tener un gran carácter, así nadie se compadecería de mí jamás. Siempre quise hacerme valer, ser el centro de atención, salir de fiesta, tener muchos amigos, un novio... Lamentablemente mi situación me lo impedía y me enfermaba el hecho de no ser una joven normal. Aunque pensar en ser "El centro de atención" me aterraba un poco, y si bien lo deseaba, nunca hice algo para conseguirlo. Mi refugio eran y son: Mis libros, mi celular, mis audífonos... y este maldito aposento.

Ese chico, Zayn... Fue raro el modo en que se me acercó, y por alguna extraña razón cruzaba por mi cabeza, la insólita idea de que pueda ser alguien mandado por él.

Mi estómago se apretó y mi inquietud era notable. Inspiré tratando de aminorar lo que esa percepción había causado en mí y cerré mi libro para permanecer con la vista en el techo. Había llegado a casa hace unas dos horas de aproximado y como era de esperarse; mamá me llamó la atención y me castigó una semana. Es inútil porque ni siquiera salgo.

Me puse los audífonos y me adentré en la ligera sábana blanca. La noche era fría, sentía un escozor en mi pecho y no entendía el por qué.

El silencio era aturdidor, pero mi habitación era el único lugar donde podía tener la paz que estuvo ausente a lo largo del día. Me gustaba estar sola y a la vez era lo que me quedaba.





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Desperté con los oídos adoloridos a causa de los auriculares que había olvidado quitarme.

En un acto rápido, levanté mi trasero de la cama y después de cuarenta cortos minutos, había llegado a la Universidad.

Como era frecuente, aburrido para mí. Y no me quejo, es la miserable vida que me ha tocado.


Era la hora del almuerzo y noté como un grupo de chicas me observaban con repulsión.

Ignorar, ignorar, ignorar.

Solté un suspiro pesado y seguí comiendo.

Después de unas largas horas tocó la campana y salí sin prisa alguna.

La trayectoria a la salida era complicada, con un grupo de chicas eufóricas en un casillero, estudiantes caminando, otros apresurados y algunos hasta corrían chocando contra mis hombros. Llegué a la salida.

Mi visión se convirtió instantáneamente en una de alta definición y largo alcance al momento de ver una figura conocida a unos metros de mí. Llevaba unos vaqueros negros rotos a la altura de las rodillas, botas marrones como la tierra, camisa blanca, una pañoleta y lentes oscuros. No sé cuánto tiempo me pude quedar mirándolo como para que sonría y se relamiera los labios, pero me ponía nerviosa.

Introduje un mechón rebelde detrás de mi oreja y seguí caminando.

–Dense prisa— Oí su voz y levanté la vista para mirarlo, tenía un gesto divertido plasmado en su rostro. Sentí que algo me golpeó el hombro derecho. O más bien alguien.

Marie ||Harry Styles||Donde viven las historias. Descúbrelo ahora