Capítulo 20🌟

4.9K 492 47
                                    

Tomados de la mano, ambos soñadores entraron por la ventana del ya conocido cuarto

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.

Tomados de la mano, ambos soñadores entraron por la ventana del ya conocido cuarto. Moira, quien durante todo el trayecto a casa se la había pasado perdida en sus más profundos pensamientos, aterrizó nuevamente en el mundo real cuando sus pies reconocieron el frío suelo de madera que se encontraba en su habitación. Su mirada buscó inmediatamente a Peter Pan sin saber qué decirle. Ninguno de los dos sabía exactamente qué era lo que ocurriría a continuación, así que ambos prefirieron mantenerse en silencio por un buen rato, hasta que una voz femenina interrumpió el no-tan-incómodo-pero-largo silencio.

—¿Moira?—La menor no tardó en reconocer aquella voz. Le pertenecía a su madre.

Moira giró solo para ver a su madre entrar rápida y desesperadamente a la habitación, sin darle tiempo para prepararse emocionalmente a lo que estaba a punto de ocurrir.

—Mamá.—Murmuró con la voz rota, dejando escapar unas cuantas lágrimas con ella.

El corazón de Moira se aceleró de una manera inexplicable cuando Maggie Darling corrió hacia su dirección.

Aquella preocupación; aquel amor, aquel dolor de estar perdiendo a su hija; y la desesperación que sintió al no saber qué hacer para tenerla de vuelta entre sus brazos, se estaba reflejando en aquel profundo abrazo.

—¿Me esperaste todo este tiempo?—Preguntó la castaña, avergonzada.

—Y te esperaría hasta el fin de mis días de ser necesario.—Lloriqueó la mujer, tomando el rostro de la menor entre sus manos.

A su lado, Peter Pan observaba aquella escena con cierta incomodidad hasta que los ojos cristalinos de la rubia se encontraron con los suyos.

Los ojos verdes de Maggie Darling estaban ligeramente irritados e hinchados, y con aquella mirada tan pesada y perdida, a Peter no le daba ni ganas de sonreírle siquiera por cortesía. Se sentía terriblemente apenado con la situación.

—Hola, Maggie...—Murmuró.

—Te la llevaste.—Maggie habló sintiendo como toda la tensión que había acumulado por esos larguísimos días finalmente salía de su pecho, entre sollozos incrédulos y desesperados.—¿Por qué te la llevaste? ¿Tienes idea del dolor que sentí al no tenerla junto a mí estos días? ¡Peter! El hecho de que yo no fuera una buena madre de niña no significa que no tenga los sentimientos de una.—Soltó, revelando todas las inseguridades que la habían atacado durante la ausencia de su hija. Peter agachó la cabeza, sintiéndose realmente fastidiado e incómodo ante el regaño pero sobre todo, sintiéndose sumamente culpable.

—Mamá.—Moira jaló la bata de dormir de su madre llamando su atención.–Pero ya estoy aquí, y no pienso volverme a ir nunca más. De verdad. Me voy a quedar.—Maggie acarició con ternura la cabeza de su única hija intentando aguantar las lágrimas que amenazaban con salir, y depósito un cálido beso en su frente. Un beso que, para Moira, fue un alivio. Un perdón. Un rayito de esperanza.

¿Y qué ocurrió con Peter Pan? (EN EDICIÓN)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora