La historia del niño que nunca crecía pasó de generaciones a generaciones, cuento tras cuento...
¿Dónde está él ahora? ¿Qué ha pasado con los Darling? ¿Y qué ocurrió con Peter Pan?
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James Garfio observaba con atención hacia el horizonte, siempre con esa mirada analítica y turbia que tanto lo caracterizaba. Sus marineros solían discutir sobre si aquella mirada podía ser un don o talvez una maldición. Lo cierto era que al capitán no se le iba ni un detalle y en aquel preciso momento; el líder los piratas sabía que algo simplemente no encajaba con la situación. En Nunca Jamás reinaba la calma y no solo sobre las olas del mar que generalmente gozaban de una marea impresionante. Ni siquiera sobre tierra había señales de su queridísimo enemigo. Ni en el cielo, como era de esperar.
—Noticias.—Ordenó el capitán al escuchar unos pasos detrás de él. Su asistente/colega/ compañero de tripulación, el señor Smee, sorbió su nariz un poco agripado debido a las bajas temperaturas. El agradable pero torpe Señor Smee era extremadamente sensible a los cambios climáticos.
Bueno...
A decir verdad...
El hombre era extremadamente sensible con todo lo que se encontraba a su alrededor. Incluso consigo mismo.
—S-si Capitán.—Tartamudeó en respuesta.—Corren rumores de que Peter Pan ha abandonado el lugar. ¡Sniff!
James Garfio frunció el ceño ante aquella inesperada noticia y giró para encontrarse frente a frente con el Sr.Smee quien aún no conseguía dejar de sorberse la ya enrojecida nariz.
¿Se ha ido? ¿Cómo y por qué?
—Eso es una muy buena noticia, ¿No lo cree usted, mi capitán?—Insistió Smee.—Podremos volver a nuestras tareas habituales de conquistar la bahía y dominar tierras como lo hablamos desde un principio, correr a los indios de su lugar sagrado y...
Y el señor Smee siguió y siguió hablando por un buen rato sobre sus planes como pirata frustrado, pero a nuestro temible Capitán Garfio no le importaba en lo más mínimo la palabrería que el otro soltaba.
Entonces, si de verdad todo había acabado... ¿Qué pasaba con todas aquellas promesas de venganza juradas ante el viento? ¿Y qué pasaba con todos aquellos planes que tenía para destruir al chiquillo de sonrisa traviesa? ¿Y quién sería el vencedor del cuento?
¿Quién era el héroe y quién el perdedor?
A pesar de todos los objetivos que el Sr.Smee enlistaba para poder animar al capitán a cambiar su propósito de vida, ninguna de aquellas tácticas lograron persuadirle. James Garfio no iba a dejar abierto ese final del cuento. Tenía que buscar la forma de mantener viva aquella sed de lucha y deseo de venganza; y así se lo ordenó a sí mismo mientras su perversa e inquieta mente comenzaba a formular otro muy malvado y elaborado plan.
