La fiesta

9 3 0
                                    

El resto de semana pasa rápido. Ayer Margaret y yo fuimos a buscar algo para ponernos en la dichosa fiesta. No se como me ha podido convencer. ¿Y si me vuelve a echar?, o peor, ¿y si me vuelve a intentar besar? ¿Realmente seria eso peor? Lo deseo y quiero que sus tentadores labios me besen pero no quiero ser otra más de su lista como Mery, no quiero eso para mí. Además seguro que prefiere chicas con más experiencia. Aparto el tema de mis pensamientos.
Margaret lleva toda la semana hablándome de Rafa. La verdad es que al darle vueltas he caído en que harían buena pareja y a Margaret le irá bien. Se lo merece. Hace apenas un año ella estaba con un chico del cual se enamoró muy alocadamente y hace las locuras típicas que hace la gente cuando está en ese estado: dejar las clases para verle, aguantar todo, llorar, dejar que te desvirguen, seguir llorando... No hablo por experiencia propia porque nunca he estado enamorada pero me he hecho una ligera idea de ver por todo lo que ha pasado Margaret. El tal Marcos era un capullo cachas de pelo revuelto que la destruyó por completo, si, por completo. No se contentó con acostarse con otra, después la siguió destruyendo hasta que mi mejor amigas quedo hecha pedazos de tal manera que no tuvo fuerza ni para coger sus propios pedazos.
Apartando este tema también de mis pensamientos vuelvo al recuerdo de ayer por la tarde. Además de obligarme a ir a la dichosa fiesta me convenció por llevar un vestido negro de espalda descubierta muy atrevido pero amenos cubre mis piernas hasta un poco más abajo de los muslos. Ella se compró una camiseta de manga larga con bordados dorado en la parte de la cintura y un elegante escote para combinar con una falda.

Ding Dong.

- Sarah, Margaret ya esta aquí- chilla mi madre desde el piso de abajo. Ella se va a venir a vestir a mi casa y a las nueve Rafa pasará en coche a por nosotras.
Mi mejor amiga irrumpe en mi cuarto .
-¡Manos a la obra!- exclama. Tiene intenciones de maquillarme.
-No rotundamente-respondo en el intento de no salir se mi casa pareciendo un oso panda.
No funciona. Al minuto estoy sentada en la silla de mi escritorio con Margaret encima abriendo un bolso de maquillaje. Extiende la mano y empieza a atraer por los aires utensilios de maquillaje usando su poder.
Al cabo de cuarenta y un minutos exactos acaba y me conduce al espejo.
-Estas preciosa...- me dice y tiene razón. Para que yo me encuentre guapa algo muy extraño ha de suceder.
- Has hecho una gran obra de arte- le contesto. Llevo una base de un tono muy clarito pero que tapa mis ojeras y mis puntitos negros, un delineador en los ojos simulando a los ojos de una faraona y los labios de un color pálido.
-Lo sé- responde y me guiña el ojo. Mientras ella se arregla yo me ondulo el pelo. Terminamos y justo oímos el timbre. Debe ser Rafa.
Oigo a mi madre siendo cordial con él mientras bajamos la escalera.
-Wow...- suspira Rafa al ver a Margaret. Espero que se porte bien con mi amiga porque se lo merece.- Estás  preciosa...- argumenta nervioso clavando su mirada en mi mejor amiga- bueno, estáis claro.- Noto que está avergonzado.
-¿Bueno, nos vamos?- pregunto cortando el rollo amoroso que se ha creado en mi casa.- Adiós Mamá, te quiero.

OchoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora