Prólogo

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Una sola mirada era suficiente para Connor Smith si quería reconocer las debilidades de sus contrincantes.

Cada semana se batía contra por lo menos cinco de ellos, sin importar su tamaño o edad. Por ello los circuitos de peleas ilegales eran mucho más peligrosos que los oficiales, en los que se categoriza por el peso de los luchadores. En los circuitos ilegales el término "meterse con alguien de tu tamaño" estaba reservado para los cobardes. Cuanto más grande era el contrincante comparado con  él, más apuestas había en su contra. Eso a Connor no le importaba, porque irrelevantemente de quien fuera el contrincante, siempre había una debilidad que sin duda encontraría y explotaría para hacerse con la victoria. Por no mencionar que el dinero que ganaba era una locura

No obstante, Connor no luchaba por el dinero. Tampoco luchaba porque quisiera demostrar que era más fuerte que nadie, ni porque disfrutara de hacer daño a otros. Connor luchaba porque el dolor a veces era insoportable.

Durante toda su vida lo único que había conocido era oscuridad y violencia. La traición y la decepción le acompañaban a donde quiera que fuese, y hacía tiempo ya que se había resignado a buscar algo más. En sus dieciocho años de vida, todavía no había conocido el significado de la palabra "cariño" y a veces le resultaba difícil comprender lo que la gente quería decir cuando decían que se sentían amados.

A veces, el dolor que le provocaba su soledad le dejaba sin respiración. Una sensación de estar ahogándose en su propia agonía. La oscuridad le tragaba y se encontraba a si mismo en un pozo sin posibilidades de salir, sintiendo que se encontraba en otra realidad donde el odio era su único compañero. Esa era la razón por la que Connor luchaba. Porque el dolor de los golpes le devolvía a la realidad y él era capaz de acabar con cualquiera que lo provocase. Él era capaz de parar el dolor por sí mismo.

Pero esa no era la única razón por la que Connor luchaba en los circuitos ilegales. Dentro de ese mundo lleno de drogas, alcohol y violencia, existía una persona que le arrebató  todo lo que le importaba. Una persona que en su momento le quitó incluso las ganas de seguir viviendo, provocándole una desesperación tan insoportable que no comprendía porque su cuerpo seguía funcionando. Pero eso ya había acabado y Connor tenía muchas razones para seguir respirando. La primera era encontrarle y cobrar su venganza.

Connor nunca había recibido compasión, así que nunca la buscaba. Tampoco esperaba por ella y por eso era invencible. Vivía luchando con el miedo, estaba en su naturaleza, en cada respiración que tomaba. Pero sus contrincantes no estaban familiarizados con el terror. Se confiaban, se decían que nadie podía con ellos. Eso es lo que les hacia débiles sin importar quienes fuesen.

En la última pelea de las tres en las que participó la noche anterior, Connor se enfrentó a un gigantesco afroamericano que muy seguramente le doblaba en tamaño. Tenía una sonrisa arrogante en el rostro que mostraba cuán seguro estaba de su victoria. No era para menos, teniendo en cuenta que se enfrentaba a lo que pensaba que era un chiquillo que debería estar durmiendo a esas horas y que estaba agotado por las dos peleas anteriores. Definitivamente no veía ninguna posibilidad de perder. Pero para Connor las posibilidades eran un cálculo matemático inaplicable en su caso.

El punto débil de su contrincante era precisamente lo confiado que estaba. Lo cual lo llevaría a dos posibles caminos. O bien iría a golpearle con un único golpe ganador que lo dejara noqueado, o bien se dedicaría a ridiculizarlo conectando golpes relativamente débiles, pero que lo desestabilizaran y mostrarían ante el público la diferencia entre sus fuerzas.

A juzgar por cómo la mirada del otro luchador se dirigía a los espectadores allí reunidos, Connor dedujo que su contrincante adoraba complacer a los apostantes, lo cual, en este caso, le costaría la pelea. Nada más el presentador les dio la señal para que comenzar a luchar, el resultado fue obvio. En las peleas ilegales no existía un árbitro, lo cual significaba que no había más reglas que las que todos los luchadores consideraban obvias.

Connor's FreedomDonde viven las historias. Descúbrelo ahora