Capítulo 41

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Me abrió la puerta la canguro, una chica de unos 18 años, con un par de peras que flipas, un cuerpo de atleta, de pelo castaño y ojos verdes. Un cacho de pivón.
- ¿Que haces por aquí? - Me preguntó.
- Venía a por una cosa que se le olvidó darme Sonia, me dijo que viniera a por ella.
- No esta en casa, estoy cuidando de su hermana, los padres me dijeron que tenían prisa y que viniera lo más rápido posible. ¿Sabes algo? Lo digo, por que como sois amigos te habrá dicho algo.
Si, es muy maruja la verdad...
- No se nada, hoy apenas la vi, solo me dijo que viniera a por lo que tenía que darme y que si no estaba, que entrase yo a por el.
- Bueno, pues entra... - Dijo mientras se daba media vuelta y se sentaba en el salón en una postura muy cómoda. - Cierra la puerta cuando entres.
Eso hice.
- ¿Quien es, Marta? - Escuché preguntar a la hermana pequeña de Sonia, Susi.
- El amigo de tu hermana, Marco, creo... - Respondió Marta.
- ¡¿Es Mario?! - Gritó.
- ¡Sí, sí! Eso mismo...
Cuando me quise dar cuenta, tras haber cerrado la puerta, tenía ala la hermana colgada encima en aupa.
- ¿Que tal, Mario? - Me preguntó con tu dulce voz.
- Bien, - respondí mientras la volvía a bajar al suelo. - ¿y tu?
- Genial, aquí con Marta, que mis padres se fueron hace un poco y no me dijeron a donde iban, cuando vengan les castigo. - Dijo algo enfurecida.
- ¡Coge lo que ibas a coger y vete anda! - Gritó Marta, desde el salón.
Susi, era la hermana pequeña de Sonia, tenia el pelo castaño, corto y ondulado, con su coleta, siempre tenia una coleta, tiene la piel tosca, ojos marrones. Tenia unos 7 u 8 años, nunca me acuerdo de las edades de los demás. Era un amor de persona y de ahí que Sonia siempre le tuviera tanto aprecio.
Fui a la habitación de Sonia, era de paredes azules, mezclado con alguna muñecas y barbies, con algunos planetas y estrellas colgando de un fino hilo en el techo, tenia la cama muy bien hecha, como siempre, pero la encimera era un jaleo, que si post-its por un sitio, que si unos papeles con apuntes de clase, que si mas muñecos de los que vienen en las patatas fritas. La ropa, que si sujeta en la percha que había detrás de la puerta de la habitación, o colgada en los mangos de los armarios. Tenia un felpudo de una mariquita al lado de la cama. Las cortinas, por muy claras que fuesen y muy finas, apenas entraban rayos de luz.
Me senté en la cama, recordando viejos momentos, en los que jugábamos a la playStation en el cuarto de su hermano mayor, las veces que nos tumbabamos juntos en la cama contándonos nuestras movidas, sus ligues, mis romances ficticios... No eran mentiras, simplemente me enamoraba de la chica incorrecta. Teniamos antos recuerdos en esa habitación, en esa casa en general, cuando se fueron sus padres un fin de semana al norte, estuvimos la hermana, su canguro, Sonia y yo, a veces el hermano mayor cuando venía de fiesta. Fueron grandes días...
Estaba apunto de explotar y llorar, con cada recuerdo que se me venía cuando ella estaba viva... En ese momento apareció Susi.
- Pregunta Marta que si ya lo has encontrado.
- No, aún no. - Aspiré los mocos.
- ¿Qué te pasa? ¿Por qué lloras?
- No, por nada...
- Es por el pie, ¿Te sigue doliendo el pie? ¿Te lo curo?
- No, no es por el pie, tranquila...
- ¿Te enseño el libro secreto de mi hermana?
- ¿Que libro?
- Si, mira...
Rápidamente se metió debajo de la cama, hasta que los faldones de la cama no dejaban ver donde estaban. En pocos segundos, salió con un libro. Era el diario de Sonia.
- Mira, es este. - Dijo mientras se repeinaba los pelos que se le salieron de la coleta.
Se me ocurrió llevarme el libro a casa, seguro que en el estaban los motivos del accidente de Sonia, seguro que hay algo interesante.
- Oye, dejemos esto aquí, no vaya a ser que tu hermana se enfade con nosotros,- dije mientras le quitaba el diario de sus manos y lo deje en la cama.- ¿Que te parece si me ayudas a buscar lo que tu hermana quería darme?
- ¡Vale! ¿Pero que es?
- Yo tampoco se que es exactamente, pero juguemos a los dectetives, piensa que podría querer darme tu hermana...
- Vale, ¿Por donde empezamos? -Dijo Susi intentando poner una voz más seria.
- ¿Que te parece si yo por el cuarto de tu hermana, y tu por el de tu hermano?
-¡ Vale! -Salió escopetas a de la habitación.
Ágilmente guardé el diario en mi mochila. Acto seguido, observé la habitación para ver que llevarme. Vi un muñeco de los que te tocan en las patatas fritas, un especie de monstruo del lodo verde. Decidí llevarme ese muñeco.
-¡Ya lo tengo! ¡No busques más! - Le grité a Susi.
- ¿Tan pronto?
- Si, bueno, ya voy... - Dije mientras me crucé con Susi en el pasillo.
Sin casi apoyar la muleta, con mi cojera, caminaba rápidamente despidiendome de las dos, abrí la puerta velozmente, salí y tiré de la puerta con un fuerte golpe. Bajé las escaleras como pude y salí del edificio. Se que hacia mal llevándome el diario de Sonia, pero necesitaba saber que le pasaba para poder entender esta situación mejor. Caminé hasta mi casa, por el mismo trayecto en donde fui a casa de Sonia. Cuando llegué a casa, subí todo lo rápido que pude y sin comer nada, me puse a leer el diario de Sonia...

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