Capítulo 5

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—¡Basta! ¡Deténganse! —gritaba Emely a nuestro lado.

Luck y yo nos revolcábamos a golpes por el piso.

Hacía 3 semanas desde mi llegada a Iwasú. Las personas con las que más trataba eran Harold, Luck y Emely. Ya que todos pertenecíamos al grupo de carpintería. Pero algo iba mal entre Luck y yo. Luego de una breve discusión con él, por algo que no tenía sentido, Emely me comentó:

<<Yo llegué par de días después de Luck, y desde ese momento ha estado coqueteándome. Le dejé claro que no quería nada con él, pero sigue insistiendo. Por eso se pone de mal humor cuando nos ve juntos>>

En esos momentos, Emely y yo éramos sólo amigos. Ciertamente me atraía; algo en ella me causaba una enorme curiosidad, y cada rato libre intentaba pasarlo a su lado. Se nos daban bien las conversaciones acerca de cualquier cosa.

Un domingo por la tarde, a pocos minutos de la reunión semanal; donde se trataban los temas de cada grupo y se verificaban las cosas pendientes, Emely y Luck no se vieron por el comedor. Tuve un presentimiento incómodo y decidí buscarla.

Escuché ruidos en el taller de carpintería, al entrar, Luck sujetaba a Emely contra un estante, cubriéndole la boca con un trapo y forcejeando con ella. Me acerqué de inmediato para apartarlo, sin mediar palabras, me lanzó un puñetazo a la cara y comenzamos a pelear.

—¡Hijo de puta! —vociferó con furia— ¿Te crees mejor que yo?

Rachid no tardó en aparecer junto a varias personas más, que intervinieron para separarnos.

—¿Qué mierda pasa aquí? —preguntó Rachid con enojo.

Me limpié la sangre del labio y señalé a Luck.

—Éste mal nacido estaba intentando abusar de Emely.

Rachid lo fulminó con la mirada, y luego desvió la vista hacia Emely, haciendo un gesto interrogativo. Ella asintió con la cabeza, cruzándose de brazos y empezando a sollozar.

—Llévenlo al comedor —ordenó Rachid—, que se quedé allí hasta que le entreguen todas sus cosas.

—¡Maldita sea! —exclamó Luck—. Viejo, no puedes hacerme esto.

Rachid lo ignoró y realizó un gesto con la cabeza, para que dos jóvenes lo sacaran de ahí. Luck empezó a forcejear con ellos y a soltar una sarta de groserías.

—No me pueden echar de aquí. Pagarás por esto ¡Hijo de puta! —Se zafó de los jóvenes y cogió unas tijeras de la mesa. Intentó acercarse hacía mí, pero en cuestión de segundos, Rachid ya lo había tirado al piso.

Luck quedó pasmado en el suelo, intentando respirar; había caído fuertemente de espaldas y el impacto lo había dejado sin aire.

Rachid se arrodilló a un lado de él, le susurró algo al oído, sonrió y luego dejó que lo sacaran del taller.

—Que mal tripeo viejo —dijo Rachid, al momento en que me examinaba la cara—. ¿Te dio duro no? Ya otros miembros de la comunidad habían tenido roce con él, pero cosas menores. No pensé que llegaría a hacer nada así. ¿Estás bien? —le preguntó a Emely?

—Sí. No pasa nada. En la cocina hay un botiquín de primeros auxilios. Vamos para limpiarte —me indicó.

Caminamos en silencio hasta el comedor. Emely buscó en un estante el botiquín y se sentó frente a mí. Comenzó a hurgar entre las cosas y sacó vendas, alcohol y demás.

—¿Cómo me encontraste? —preguntó; cogió un trozo de algodón y lo mojó con alcohol.

—Estaba en el comedor para la reunión. No te vi por ningún lado. Ni a Luck. No sé por qué, pero eso me hizo sentir una mala energía. Así que salí a buscarte —Hice una mueca mientras me limpiaba el labio.

La Resolución del DestinoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora