Capitulo 8

257 11 0
                                    

Imagen: Liliana
Saludos a todos...

________________________________________________________

Rogelio siguió a Abigail al interior del despacho que tenían en la casa. Estaba tensa, tan rígida como un soldado. Y no lo había mirado ni una sola vez. Seguramente se lo merecía por no haber manejado la situación de la noche anterior como a ella le habría gustado.

Pero le había dado mucho placer.

-¿Hay algún problema, Abigail? -le preguntó en cuanto se sentaron y vio que ella encendía su computadora.

Ella levantó la cabeza, sorprendida.

-Ah, ¿vuelves a dirigirme la palabra?

-Si eres tú la que no me hablas a mí -parecía la discusión normal de un matrimonio, lo cual era completamente absurdo.

Abigail lo observó.

-¿Por qué te fuiste anoche de la habitación?

-¿Por qué no habría de hacerlo?

-Porque... ¿No se supone que dos personas que se han acostado después duermen juntas?

-Yo nunca he dormido con una mujer con la que me hubiera acostado.

- Porqué haces que parezca una desesperada solo por pedirte algo tan sencillo?

-Creo que ayer no escuchaste nada de lo que te dije -dedujo, con una presión en el pecho que aumentaba a cada momento, la misma que había sentido la noche anterior después de acostarse con ella.

Le había excitado descubrir que era virgen, pero eso le hacía tan malo como se sintió con Magdalena.

Pero también él la había utilizado a ella. Había utilizado su dulzura y de su inocencia como bálsamo para su maltrecha alma.

-Yo no soy el hombre que necesitas, Abigail, ni siquiera para algo temporal. No voy a seguir enseñándote -espetó -Seguiré trabajando en el proyecto, pero esto se ha acabado.

-Me parece bien porque no habría dejado que volvieras a tocarme después de cómo me trataste anoche.

-Entonces estamos como antes. Apenas nos soportamos, pero tenemos que trabajar juntos porque los dos salimos ganando. No hemos perdido nada. Excepto tu virginidad.

Rogelio no sabía qué demonios se había apoderado de él que hacía que la tratara así. Solo sabía que tenía que frenar lo que había empezado a sentir la noche anterior.

-Gracias por sacarlo a relucir. Muy elegante por tu parte.

-Deberías habérmelo dicho.

-¿Por qué iba a decírtelo? Dijiste que solo sería una aventura. Tú querías tener de nuevo el control de la situación y yo quería aprender del mejor. Así es la vida. Todos hacemos las cosas para ver qué provecho podemos sacar de ellas - hizo una pausa para tomar aire -No me digas que no disfrutaste cuando me dabas órdenes?

-La diferencia es que cuando yo estuve con Magdalena, solo tenía diecinueve años y el único ejemplo que tenía era un padre alcohólico y promiscuo. Empecé a con el sexo pensando que sería divertido; solo tenía que acostarme con mujeres, lo que para un adolescente no parece ningún esfuerzo. El día que mi padre me invitó a una de sus fiestas yo tenía diecisiete años, todavía era virgen, así que todo me resultaba tentador. Pero después de la tragedia me di cuenta de todo el daño que era capás de hacer. Es imposible que lo comprendas, Abigail, porque estoy seguro que nunca has hecho algo que lleve a una persona a la muerte. Por eso me fui a Los Ángeles, para huir de mi responsabilidad, para huir de todo. Intente rehacer mi vida, pero no lo logre. Cada vez que una mujer me tocaba era como si me arrancara la piel... Al final, no soportaba ni que me rozaran. Era una tortura.

El Dulce Sabor Del AmorDonde viven las historias. Descúbrelo ahora