Capitulo 7

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Que lo disfruten...

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Rogelio tuvo que apretar los puños para disimular que le temblaban las manos. El deseo que sentía por Abigail estaba completamente fuera de control, excediendo todo lo que había sentido en su vida.

Se lo había confesado todo, le había contado la verdad de su pasado y aún así ella había aceptado. Lo había aceptado a él.

-Tengo el deseo de sentir el control de la situación, a pesar de estar casados seremos amantes -comenzó a decir Rogelio.

-Es algo irónico. No te parece?

-Lo es. Pero desde hace muchos años que estoy reprimiendo mi deseo de mandar -hizo una pausa -Si tu estas dispuesta a ser mi amante, será bajo mis condiciones.

-Ya he dicho antes que acepto.

Rogelio miró fijamente los labios de Abigail.

-Dímelo -le pidió -Dime que me deseas.

-Te deseo -afirmó mirándolo a los ojos.

Cubrió la distancia que los separaba, la estrechó entre sus brazos y dejó sus labios casi rozando los de ella.

-Te voy a besar -anunció - Te deseo como nunca he deseado a nadie en toda mi vida.

Su voz sonaba temblorosa, insegura, pero no le importaba. Al diablo con tanto control. Sólo deseaba disfrutar de lo que estaba ocurriendo.

Recorrió sus labios con la lengua para después devorar su boca, ahogarse en ella con el mismo entusiasmo y la misma pasión con la que ella respondía.

Tenía cientos de fantasías en las que nunca había puesto atención. La única duda era cual quería hacer realidad esa noche.

Le mordió el labio inferior y ella gimió.

-Te gusta?

-Si -susurro Abigail.

-Me alegro -dio un paso hacia atrás para mirarla -Quitate la ropa. Lentamente.

Volvió a sonrojarse, pero obedeció. Desabrochó su camisa y la lanzó al suelo, después se quitó las botas y los vaqueros. Abigail se quedó allí, mirándolo, cubierta tan solo por un sencillo sostén negro y unas pequeñas braguitas a juego.

Sus piernas parecían infinitas. Rogelio quería sentirlas alrededor de su cintura. Sí, esa era la fantasía que quería hacer realidad.

Fue él el que se acercó.

-Eres mucho mejor que guapa -le dijo, poniéndole la mano en la mejilla.

-¿Qué quiere decir eso? -a ella también le temblaba la voz.

-Que eres guapa, tremendamente hermosa, pero que además brillas por dentro. Eso es lo que hace que quiera perder el control contigo, porque quiero tocar esa luz, quiero sentir su calor.

Entonces fue ella la que lo estrechó y lo besó. Lo hizo con un ansia completamente nueva, lo deseaba.

Ella era dulce e increíblemente sensual.

Le desabrochó el sujetador y después recorrió su espalda con las manos hasta llegar al elástico de las braguitas. Metió las manos por debajo y le agarró las nalgas.

Nada podría haberlo detenido en aquellos momentos, pues se había lanzado a una aventura que quería vivir hasta el final. Aunque sabía que no le esperaba nada bueno.

Pero no importaba, lo único que importaba era ella y lo que estaban haciendo.

Se apartó solo lo necesario para que el sostén cayera al suelo y poder mirarla. Era perfecta. Bajó la cabeza y le acarició un pezón con la lengua, saboreándola y disfrutando de su placer, del modo en que arqueaba la espalda y lo agarraba del pelo como si no soportara la idea de separarse de él.

El Dulce Sabor Del AmorDonde viven las historias. Descúbrelo ahora