Capítulo 11

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-Relájate -le susurró Rogelio.

-Está a punto de llegar todo el mundo y vamos a hacer una presentación asombrosa.

-Jerónimo Quintana también viene -él era el dueño de la cadena más importante de supermercados del Estado -Me he enterado justo antes de entrar.

-A mí no me avisó nada el Presidente Municipal.

-Porque ante todos yo soy el titular del proyecto -respondió en tono provocador.

-De eso nada, ricachón. Este proyecto es tan mío como tuyo -le agarró la mano por debajo de la mesa.

Él se quedó inmóvil un instante antes de retirarla.

Entonces se abrió la puerta y aparecieron el Presidente Municipal Don Eugenio Altamira, y los campesinos convocados por Abigail y Rogelio, acompañados de Jerónimo Quintana, que tenía la mano en la espalda de Don Octavio, el padre de Abigail y se reía a carcajadas.

-Que demonios esta haciendo aquí mi padre?

-No tenia idea. Nadie me lo dijo cuando me llamaron.

-Vamos a hacer nuestra presentación -le dijo Abigail - Él no importa.

Se pusieron en pie e hicieron lo que tanto habían ensayado. Primero habló Abigail y luego Rogelio se encargó de exponer los detalles técnicos con voz firme.

-Como conclusión, los campesinos de la región ya no tendrán que tratar con mediadores que les compren barato para después ellos vender caro; al tener donde ofrecer sus propios productos al público y a un precio más justo y equitativo, sus ganancias se incrementan. Sumando que la salud del los habitantes va a mejorar, pues la idea es no utilizar pesticidas.

-Los campesinos están de acuerdo con este proyecto y se están organizando muy rápido -dijo Abigail -No pretendemos quitarle trabajo a nadie, al contrario, es una forma de generar autoempleos y así mejorar la economía del pueblo entero -concluyo.

Unos segundos después Jerónimo Quintana se puso de pie y tomó la palabra.

-Yo también fui joven y tenía muchos ideales pero, con los años me di cuenta que ir contra la corriente no funciona. Me voy a limitar a darles un consejo -decía tranquilo y con calma -No se metan con los lobos porque los podemos morder. Abigail eres muy bonita y muy joven, hasta tu padre sabe que esto no va a funcionar; su experiencia lo ha llevado a ser el presidente de la Asociación de Agricultores, sigue sus pasos, es lo mejor. Y tú Rogelio Mancera, eres un recién llegado y no conocen nada de este negocio -le decía casi gritando -detentenganse ahora de lo contrario se van a arrepentir, no vamos a permitir que se metan en nuestros negocios.

Rogelio se levantó de su silla y se paró frente a Quintana.

-No me importa en lo mas mínimo lo que opine usted de mí, pero si se atreve a amenazar a Abigail yo con gusto le puedo mostrar lo que soy capaz de hacer por defender a mi esposa -despues volteo hacia Don Octavio -Y usted querido suegro, la primera vez que hablamos me di cuenta que como padre deja mucho que desear, pero nunca me imaginé que permitiera que dañaran de esta manera a su propia hija.

El silencio se hizo ensordecedor. Abigail miró a Rogelio con orgullo pero al mismo tiempo quería estrangularlo

-Esperamos contar con el apoyo de la Presidencia Municipal, estaremos esperando su llamada -dijo Rogelio antes de salir de la
sala con ella.

-¡Rogelio! Es probable que acabes de arruinar todas nuestras posibilidades de apoyo -le dijo Abigail en cuanto estuvieron fuera.

-No deberían haber permitido que te amenazara -espetó Rogelio al tiempo que se dirigía a las escaleras -Es absurdo. Te ha insultado como persona y como empresaria y no podía quedarme de brazos cruzados.

Abigail se apoyó en la barandilla de las escaleras, de pronto estaba muy cansada.

-No es la primera vez que me insultan Rogelio, ya antes mi padre y algunos profesores se han burlado de mi, incluso Cesar, nadie ha creído en mí; pero la verdad es que nunca
me habían amenazado.

-Pero no es justo.

-Estoy bien, o lo habría estado si tú no hubieses dicho nada.

Rogelio se volvió a mirarla, con los ojos encendidos.

-Pero yo no habría estado bien -se abrieron las puertas y salieron a la calle -Quiza esta noche debería dormir en otra recámara.

-Está bien... si es eso lo que quieres -quería pedirle que cambiara de opinión. Deseaba decirle que necesitaba estar con él después de un día como ese porque sabía que era el único capaz de entenderla. No solo porque hubiera estado allí, sino porque también era su vida. Y su pasión.

Quería sentarse en el sofá a charlar de lo horrible que había sido todo mientras tomaban una copa de vino y luego pasar la noche haciendo el amor.
Pero él no quería.

Cuando llegaron a la hacienda Rebeca estaba ansiosa por que le contara todo.

-¿Ha ido bien la presentación, amiga?

-No -reconoció -No ha ido bien -y se encerró en su habitación.

Ninguno de los dos quiso cenar y obviamente todos en la casa se dieron cuenta que no dormirían juntos, cosa que Liliana no tardó en aprovechar. Ya tenía días haciendo planes para envolver a Rogelio y deshacerse de Abigail.

Ya habían pasado varios días y la situación era la misma. Dormían en recámaras separadas y casi no se dirigían la palabra. Liliana sabía que el día tan esperado se acercaba.

Una noche Liliana estaba más atenta que nunca, Abigail pensó que era un comportamiento extraño en ella, pero no puso atención.

Liliana le dejó la cena en su recamara junto con una taza de té, le arregló la cama e hizo limpieza final en el cuarto de baño, esa era la clave de su plan. Cuando terminó salió rápidamente pero con una gran sonrisa en su rostro.

-Todo listo, ahora a esperar que todos estén dormidos para la segunda parte de mi plan -decía Liliana mientras se alejaba de la habitación de Abigail.

***

Eran las cuatro de la mañana cuando Rogelio sintió que alguien entraba en su recamara. Inmediatamente encendió la luz y se quedó perplejo al ver a Liliana parada al centro de la habitación vestida tan sólo con un conjunto rojo de ropa interior.

-Que demonios haces aquí y con esa ropa?

-Hola mi amor, quiero que está noche me hagas tu mujer.

Rogelio se levantó de la cama y la tomó de los brazos.

-Quiero te salgas de aquí inmediatamente. No me interesas como mujer.

-No te engañes mi amor, yo se que me deseas -le decía el tiempo que pasaba sus brazos por el cuello de Rogelio.

Antes de que Rogelio pudiera reaccionar, Liliana lo beso.

Y justo en ese momento se abrió la puerta de la habitación.

El Dulce Sabor Del AmorDonde viven las historias. Descúbrelo ahora