Chapter 8: Don't wanna be an american idiot

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Advertencias: Mis errores de ortografía y creo que nada más ~

¡Corre película!

-Capítulo 8-

Al día siguiente Arthur intentó girarse en la cama pero notó que unos brazos se lo impedían, giró su rostro para mirar hacia atrás y se encontró con un mechoncito antigravedad del cual su portador dormía placidamente. Sonrió. Una extraña calidez invadió su cuerpo, se sentía raro, como si no estuviera solo, como si aquel chico que lo rodeaba con sus brazos nunca lo soltarían. Suspiró, eso era imposible, era como su hijo, su hermano menor; pensar eso le causó dolor, rápidamente descartó esas ideas y estiró una mano hacia atrás para mover al chico, tenía que ir al colegio y si no se levantaban rápido llegaría tarde. Movió un poco a Alfred, pero este en un acto reflejo apretó más al británico contra él mismo.

Arthur abrió los ojos sorprendido y a la vez se le formó una pequeña sonrisa en los labios.

-Alfred, arriba, vamos... -dijo suavemente el mayor, no recibió respuesta alguna -Alfred, arriba, al colegio, vamos- alzó sólo un poco la vos y como pudo paso una de sus manos por la espalda del menor, y aún nada - ¡Alfred F. Jones muévete ahora, mocoso! -Gritó ya impaciente, y como respuesta recibió un bostezo seguido de una risita, pero al americano solo se abrazo más al mayor.

-Ya voy, cinco minutos mas Artie... -dijo el menor rompiendo el abrazo y girándose.

Arthur se levantó de la cama y quedo mirándolo, miro el reloj encima de la mesita de noche, se subió las mangas de la camisa que tenía puesta y puso sus manos abajo del colchón, sonrió de lado y volvió a mirar el reloj.

-Cinco minutos exactos -respondió el mayor con toda la calma del mundo. Con uso de toda su fuerza levantó el colchón tirando al menor al piso - ¡Arriba dije! -soltó como si nada hubiera pasado, riendo un poco -En quince minutos te quiero abajo para desayunar o te irás sin comer -la seriedad se notaba en su voz.

-Okay, okay... no te enojes, ya voy -dijo Alfred levantándose del piso y masajeándose los brazos por el golpe, salió de la habitación y se dirigió al baño.

Arthur se dirigió a la cocina a preparar el desayuno para ambos.

Alfred bajó a los quince minutos exactamente, hambriento.

Al poco tiempo de terminar el americano salió rumbo al instituto, esta seguro que el director lo castigaría por lo sucedido ayer; sin embargo al llegar el director le propuso una idea bastante inusual.

-Alfred, necesito que dirijas el teatro -dijo el director de repente -muchos de tus compañeros sabe de tu talento musical y vamos a implementar, mejor dicho, a otorgar un lugar a aquellos alumnos que necesiten expresarse, darles un lugar básicamente y quiero, queremos con los demás alumnos, que seas tú quien organice y prepare presentaciones y demás cosas -prosiguió el hombre sin duda alguna -¿Qué dices?- le tendió la mano al muchacho.

-¿Es...es en serio? -preguntó emocionado. El director solo se limitó a asentir. -En ese caso, seré el mejor -gritó invadido de felicidad y con entusiasmo atrecho su mano con la de aquel hombre que le había dado semejante oportunidad.

-Muy bien, prepárate enseguida reuniré a todo el cuerpo docente y estudiantil para una demostración -contestó sonriente yendo a su escritorio donde tenia el micrófono que anunciaba noticias en cada clase.

-Yeah!.... Wait... WHAT? -Alfred estaba alarmado, no sabía que hacer ni como preparar nada, en ese momento lo más inteligente que se le ocurrió fue entrar en pánico y salir corriendo al baño de hombres.

La Música, Mi Voz.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora