- ¡Cristina, baja ya que vas a perder el avión! -Era por lo menos la décima vez que mi madre me llamaba, pero estaba terminando de coger las cosas para el bolso de mano del avión.
Cuando miré la lista con todo lo que tenía que llevar, vi que casi se me olvida el cargador del móvil.
Lo cogí corriendo y bajé metiendo el móvil y el cargador en el bolso.
Mi padre tenía los ojos húmedos y mi madre tenía cara de que también iba a empezar a llorar.
No me dio tiempo a decir nada cuando empezaron a coger mis maletas y me metieron prisa para subirnos al coche.
En el viaje al aeropuerto me estaba acordando del día anterior que estuve despidiendo a mi familia, iba a echarlos de menos.
Al llegar estaban esperándome Bea, Eli, Marina y Esther con un regalo no muy grande en las manos.
Cuando las vi fui corriendo hacia ellas.
-No es muy grande, sabíamos que llevarías la maleta llena.-Me dijo Esther. Intenté reírme pero fue una risa triste.
Abrí el regalo y era una foto enmarcada de las cuatro.
-Para que nos pongas en tu piso y no te olvides de nosotras.- Dijo Marina antes de sacar un pañuelo para secarse las lágrimas.
-¡Sabes que eso no va a pasar, tonta! No os vais a librar de mi aunque esté tan lejos.
-Por cierto, ve preparando camas que en muy poco tiempo estamos allí haciéndote una visita. - Comentó Eli intentando quitarle tristeza al momento.
Nos dimos un abrazo y fuimos mis padres y yo a pasar las maletas por la aduanas y a entregar el billete de avión.
Mis padres rompieron a llorar a la vez que yo y nos despedimos con miles de besos.
El avión comenzó a alejarse del suelo cada vez mas y yo tenia miles de sentimientos dentro de mi. Tenia intriga, nostalgia, curiosidad, tristeza, alegría... Dejaba muchas cosas pero encontraría otras muchas otras.
Durante el viaje tenía a mi lado un hombre de pocas palabras, cosa que agradecía, porque necesitaba descansar, ya que no había dormido mucho en varios días por los nervios.
Me dormí pensando en mi nuevo hogar.
Al despertarme faltaban solo 20 minutos para aterrizar, y se me pasaron muy rápido.
Al bajar, fui a buscar a un taxi para que me llevara a mi piso, le di la dirección, metió mi equipaje en el maletero y nos fuimos.
Definitivamente Nueva York me pareció alucinante, allí eran las seis de la mañana de un martes, y había gente en las calles como en Granada un viernes de rebajas a las seis de la tarde.
Cuando llegamos me ayudó el taxista a bajar las maletas del coche, le pagué y se fue.
Tenía que subir 3 plantas con dos maletas y un bolso de mano. Menos mal que había ascensor...
Seguí por el pasillo tirando como podía con todo, hasta que llegué, 3ºD. Esperé en la puerta hasta que vino el anterior propietario del piso a las 7 de la mañana, me dio las llaves y entré.
Era pequeño muy acogedor.
Lo primero que te encontrabas era un salón con una televisión no muy grande y un sillón grande, a la derecha estaba la cocina que tenia una barra que era lo que la separaba del salón. Al final se veía una puerta y fui hasta ella, era el dormitorio, era muy simple, solo había una cama, una mesita de noche y un armario, pensé en que ya me encargaría de decorarlo todo.
Salí de la habitación y a mano izquierda estaba el servicio, no era tan pequeño como me imaginaba, y tenia un espejo enorme, cosa que me gustó bastante.
Abrí las maletas y empecé a colocar las cosas de aseo y la ropa.
Cuando abrí la segunda maleta lo primero que vi fue la fotografía que me habían regalado las chicas y se me saltaron las lágrimas.
No recordaba haber llorado tanto como estos últimos días, en mi vida.
Puse el regalo al lado de la cama y seguí ordenándolo todo.
Estuve pensando seriamente en que a partir de ahora los días de llanto se habían terminado.
Al día siguiente empezaría como policía de homicidios y vería muertos y asesinos por lo que no me podía mostrar débil.
Sabía que la próxima vez que disparara un arma no sería una simple prueba y eso me inquietaba, aunque estaba segura de mi buena puntería.
Me dormí un rato hasta las una y media del medio día y salí a comer algo y explorar los alrededores.
Cuando comí, pasé por un supermercado a comprar cosas para limpiar, y me fui a casa. Casi me pierdo a la vuelta pero lo logré.
Al llegar llamé a mis padres.
-Hola mamá.
-Cris, nos tenías preocupados hace horas que nos tenías que haber llamado.
-Mamá he tenido que hacer muchas cosas y estaba cansada, perdonad pero no he tenido mucho tiempo.
-Bueno no pasa nada, ¿qué tal por allí? ¿Todo bien?
-Si mamá me encanta mi apartamento, es muy acogedor, cuando queráis venir os lo enseñaré. -Dije esto intentando insistir pero sabía que si quería ver a mis padres tenía que ir yo a España, porque a mi madre le daban pánico los aviones.
-Bueno, ya veremos...
Después le pregunté cómo estaban y si había pasado algo por allí, pero todo estaba normal, hablé con mi padre, que le costó bastante no romper a llorar, lo noté en su voz.
-Papá ya hablamos mañana. Un beso muy grande para vosotros dos y para Carlos, dile que lo llamaré pronto.
En tan poco tiempo era al que mas echaba de menos, a mi hermano.
Estuve descansando viendo la televisión hasta que se hizo de noche. No me resultaba raro ver la televisión en inglés porque tenía un nivel bastante alto.
Me acosté temprano porque al día siguiente madrugaba para mi primer día de trabajo.