Nostia y Kurt.
Nostia y Kurt eran hijos de una pareja de gitanos. Ambos habían aprendido a bailar, cantar, hacer trucos de magia simples. Nada que ver con la supuesta magia poderosa que presume invocar los poderes de los elementos. No, hablamos de esa magia mundana que solo son efectos visuales y que requieren de una gran coordinación motriz. Esa que sirve para embaucar bobos y borrachos. La que hace a uno el alma de una fiesta. La magia de los estafadores y juglares, para nada aquella de los grandes magos, que para Kurt, al no haber vivido tanto, eran solo unos grandiosos diestros en el arte de la estafa por medio de trucos elaborados de prestidigitación. Sin embargo, había que reconocer que esos individuos la habían sabido hacer en grande, y vivían como reyes. Algo así no podía desdeñarse ni negarse. En eso Kurt les admiraba.
Los dos eran niños muy ágiles desde pequeños pero con intereses muy distintos. Mientras Nostia se centraba en el canto, el baile y más tarde los instrumentos musicales, Kurt prefería los trucos visuales para obtener dinero fácil. Unas cartas marcadas, algunos dados cargados y claro artilugios nuevos, construidos por él o por sus amigos los cerrajeros errantes, quienes arreglaban de todo. Con ésto Kurt ganaba juegos y obtenía una buena cantidad de piezas de cobre para su pequeña compañía de gitanos. Nostia por su parte, había encontrado en un trovador aventurero, un maestro para sus artes y un aliado en las tabernas a propósito de entretener a los viajeros, a la vez que hacían algo de dinero que luego era repartido equitativamente.
Nostia era menuda, de pequeña estatura, piel blanca, sonrisa amplia y alegre, tenía unos grandes ojos color miel y mirada locuaz, pero enternecedora. Parecía nacida para lucir en un escenario y su habilidad y agilidad física aunadas a su agraciada voz y talento con los instrumentos musicales la hacían parecer destinada a brillar. Elmund el trovador había notado sus grandes dotes y aunque hacía mucho que no tomaba a nadie bajo su tutela, no dudó. Al ver, por primera vez, a Nostia bailando las canciones típicas de la región, en una velada ordinaria a la luz de la hoguera en un sitio de acampada. No lo pensó. Se sorprendió a sí mismo tocando la música de su flauta para ella, y se congratuló de ver qué ella se adaptaba, seguía el ritmo con naturalidad y le inyectaba alegría. Elmund no supo en que momento la tomó como discípula, pero sabía muy dentro de él, que quizá esa era la decisión más importante de toda su vida, y estaba comprometido a ello.
Contrastaban a ojos de Elmund los dos hermanos. El virtuosismo de Nostia y la gran inteligencia de Kurt, que para el viejo trovador, estaba mal dirigida y desperdiciada. En dos ocasiones trabó conversación con Kurt y le sugirió intentar cantar, bailar y tocar música como su hermana. Kurt, en ambas situaciones, dijo: -¿Si ambos hacemos lo mismo, en que destacará ella?- luego reía al ver la mirada furtiva y con el ceño fruncido de Nostia, que siempre estaba atenta a las conversaciones. Un día, el viejo Elmund, ya pasado de copas, cuando la conversación con Kurt iba por los mismos derroteros de siempre, dijo en broma,- Si tan bueno eres, ¿Que tal si hacemos una apuesta? Es simple, usa el baile de Nostia y conviertelo en algo distinto. Además debes utilizar algúnos...er ¡Si! objetos de cocina en tu actuación sin hacerte ver ridículo. Que sea elegante, pero que tenga tu sello personal. Que no luzca como copia barata, vulgar y de gente sin talento ¿Puedes hacer eso? Digamos en un día. Si lo haces te doy las tres bolsas de monedas que he juntado durante el viaje. ¿No puedes verdad? Mejor no critiques sin saber. -¿Objetos de cocina?- rió Nostia. -¿Por qué no se te ocurrió algo más? No sé, quizá objetos de aseo personal, ¡que haga girar sus calzones por el escenario! Kurt, le vio con el ceño fruncido y Nostia al notarlo, reculó diciendo:-Mejor ya deja de beber viejo. Ésto se pone muy raro, pero gracioso.- Kurt se quedó pensando por unos instantes, mientras Nostia seguía al ataque contra el viejo ebrio, hasta que Kurt rompió el silencio. Y dijo: - Estás muy ebrio anciano. Nadie regalaría su dinero tan fácil- Todos los comensales se quedaron perplejos e hicieron un silencio incómodo, solamente interrumpido por el crepitar de las brasas en la hoguera. La cara de Nostia no podía creer lo que adivinaba su hermano diría a continuación. -Entonces-, se adelantó el viejo, -lo juro ante este fuego y bajo la bóveda celeste-. Kurt hizo una mueca entre risa tenebrosa y placer. - Ya perdiste tu dinero y no lo sabes. Ve preparándote anciano y no llores más tarde, pues tenemos testigos presentes. En un día será hecho.- Interrumpió su bravata entre risas de los comensales al notar que el viejo Elmund hacia unos segundos que había caído inconsciente a causa de la embriaguez.
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Infierno sobre la tierra
FantasíaEsta es una aventura que he escrito inspirado por las partidas con amigos en el juego de mesa calabozos y dragones. Partidas memorables y muy originales, porque todo salió de mi imaginación con el propósito de pasar un buen rato con las amistades y...