-Hay religiones que creen que uno nace bajo el peso de una historia escrita de antemano. Otras que afirman que venimos a pagar o gozar lo que en otra vida hicimos. De tal forma que nuestras tribulaciones obedecen a esta suerte y no podemos escapar de ello.-
El bardo hizo una pausa y miró a su auditorio con severidad e inteligencia, transmitiendo así, que lo que diría a continuación era sabiduría basada en experiencia.
-Pero ¿Se puede luchar contra el destino?, ¿Uno puede cambiar las tornas a lo previamente escrito? Aquello que te persigue y has de pagar, ¿Puede ser evadido? Yo creo que así es. De hecho, lo sé y lo he de narrar aquí.-
Con ello el bardo entró en una narrativa que dejaría a su público perplejo y con los ojos desorbitados.Nostia se encontraba cantando y bailando mientras recordaba la noche anterior en que su hermano, Kurt, había retado a su viejo mentor.
Elmund, por su parte, aún dormía y ni la música o canto de Nostia podía despertarle. El problema era Kurt; Cuando Nostia despertó él ya no estaba, siempre había sido inquieto, pero despertar temprano no era una de sus aficiones. Esto mantenía a Nostia algo intranquila, sobre todo porque Kurt normalmente le avisaba en dónde andaba, pero no ésta vez.
-¡Necio!- bufó finalmente Nostia.
- Seguro está empecinado en la tonta apuesta de anoche. Quizá el viejo no siquiera lo recuerde. Con lo ebrio que se puso.-
Ella sentía ansiedad y aunque jamás lo reconocería ante Kurt, muy en el fondo, deseaba poder tener la certeza de que su hermano se encontraba con bien. Siguió cantando con mayor fuerza mientras rascaba, como en un trance, el Laúd del viejo Elmund.
- ¿Dónde estás Kurt?-
Pensaba mientras rítmicamente seguía con su grácil cuerpo los movimientos naturales que surgían de la tonada y que se dibujaban en su mente, instintivamente, sin desviarle de su pensamiento central, aunque aligerando la angustia. Abandonada a su rutina, embebida del ritmo y el arte, su mente e imaginación viajaron y se encontró de pronto a orillas de un lago. Seguía siendo de mañana pero ahora había neblina. ¡Hermoso escenario para su baile! Danzaba sin parar hasta que reparó en el pegaso blanco que la miraba fijamente. El animal era majestuoso y no le temía, más bien, aparecía curioso y atraído por la música y el baile. Convencida de su ensueño, siguió bailando por la orilla del lago, con intenciones de dar rienda suelta a la imaginación y dejarse llevar por el onírico evento. Así entre canto y baile se fue acercando al animal, el cuál, no rehuía, se acercaba lentamente. Intensificó el baile y la música se volvió más alegre en tanto se acercaba al animal, con destreza y lentitud, hasta tenerle a toque. De pronto, con una serie de movimientos gráciles de su cuerpo y una reverencia que, finamente, surgía de la naturalidad y elegancia de su baile, posó su mano sobre la cabeza del pegaso. -¡Te tengo!-
Al instante, un destello de luz impacto su nuca y sus ojos se enceguecieron. Las imágenes, tantas y tan rápido se agolparon en su cabeza, un dolor intenso recorrió de la base de su cráneo hasta el final de su columna vertebral y estuvo a punto de perder el conocimiento. La sorpresa y el dolor le hicieron, instintivamente, querer salir de su sopor. - Es un sueño ¡es un sueño!-
Gritaba, desesperada, mientras abría sus ojos. Ella hincada, pies y dedos sangrantes, como si hubiese bailado descalza por horas sobre el claro empedrado....espada blanca y brillante en mano. ¿Cómo había llegado eso allí? Ella ni siquiera gustaba de las armas.
Elmund y Kurt estaban aterrorizados, viéndola allí, con ojos desorbitados y totalmente enmudecidos.
Para Nostia todo era irreal, parecía que Kurt le decía algo, pero ¿Que era?. La visión de Nostia se tornó borrosa y después... la nada.
Kurt corrió hacia la desfallecida Nostia y la cargó hasta la carreta más cercana. A la par gritaba:
-Estabas con ella no!, ¿Por qué no la cuidabas?, ¿Que hacías anciano?-. Elmund no quería decir que hasta ese momento estaba dormido y no sabía absolutamente nada de lo ocurrido. Aún así recordaba, como entre sueños, la dulce y afinada voz de Nostia, quien siempre entrenaba por las mañanas. Finalmente, no pudo con la presión y la culpa, por lo que se defendió:
- ¡Yo! El hermano eres tú ¿Dónde andabas?, ¿Por qué no estuviste para ella? Habrá que ser muy atrevido para echar culpas, y todo para huir de la propia responsabilidad.-
Kurt lo fulminó con la mirada, mientras acomodaba a Nostia en un camastro improvisado y buscaba un pedazo de tela que mojar para ponerlo sobre la frente de la chica.
- Estaba cumpliendo con los requisitos de lo que me pediste ¡viejo loco! Uno esperaría, que al menos, pudieras echarle un ojo a mi hermana mientras tanto. Pero no. Seguramente estabas dormido.-
Nostia se debatía inquieta como entre sueños, pero quizá era la pelea entre Kurt y su maestro lo que la mantenía así. Kurt pudo notarlo y respiró profundamente. Hizo una pausa larga y se calmó. Después de un inquieto silencio, Elmund preguntó:
- Se que no es momento, pero ¿no pudiste verdad?-
Kurt lo miró ceñudo y dijo:
- Tienes razón...no es momento. A todo esto, ¿De dónde sacó Nostia esa espada?-
Kurt intentó safar el mango de la mano de Nostia, pero entre más intentaba quitársela, más se apretaba la mano de la joven. La espada brillaba intensamente y resonaba como en señal de advertencia para Kurt.
Temiendo lastimar a Nostia o salir lastimado, Kurt desistió en su empeño y decidió esperar a que ella recobrase la conciencia. Al final, solo ella podía aportar más información o soltar la espada. Por otra parte, ell viejo aparecia tan inútil como él. Solo quedaba lidiar con la impotencia, una vez hecho lo humanamente posible, para atendender las lesiones y raspones en su hermana.
Después de una larga pausa y a la espera, una vez que se habían calmado, Elmund dijo, mientras cargaba de tabaco una hermosa pipa de madera artesanal que siempre llevaba consigo:
- Paladín-.
Kurt abrió mucho los ojos y volteo la cabeza hacia el viejo bardo.
-¡Cómo dices! ¿Que no es eso una mentira de la iglesia para obtener dinero fácil? Además, es Nostia. Ni siquiera cree en un Dios, es más, hasta ahora solo ha pensado en cantar y bailar. Ese es su mundo, esa es nuestra Nostia.-
Elmund dió una bocanada a su pipa y luego soplo aros de humo blanco, calmadamente respondió:
-O paladina, más bien, ¿Que otra explicación hay? Viste lo que yo. No es algo que se explique racionalmente. No es como que eso pase cada domingo por la tarde. Yo mismo no quiero creerlo, pero en mi oficio se saben cosas... Lo mío es contar historias, fantásticas o no; La gente las juzga y se divierte, pero ¿Quien te asegura que esas historias épicas y fantásticas no tienen un origen real?-
Nueva exhalación de humo salió de los labios del viejo bardo.
- Ya sabía yo, que ella era especial. Si que lo sabía-
Sonrió con satisfacción.
-Ahora lo recuerdo, hay un viejo amigo en la ciudad de Rosa Blanca que sabe de estas cosas. Es todo un erudito. Si quieres podemos ir a verle ¿Que te parece Kurt? Podemos subir a Nostia a un caballo y en medio día de viaje estaremos allá, además podemos pasarnos con los sanadores para que le atiendan cómo es debido.-
Kurt no lo pensó dos veces. Cargó a Nostia en brazos y la encaminó a su caballo.
- Viejo ¿A que esperas? Te tardaste con esa información.-
Cabalgaron toda la mañana hacia la ciudad de Rosa blanca, mientras Nostia, en su inconsciencia, mantenía agarrada firmemente la extraña espada, que aún emitía un brillo leve.
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Infierno sobre la tierra
FantasiEsta es una aventura que he escrito inspirado por las partidas con amigos en el juego de mesa calabozos y dragones. Partidas memorables y muy originales, porque todo salió de mi imaginación con el propósito de pasar un buen rato con las amistades y...