Capítulo 7

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Aarón vio que un señor muy elegante salió de la habitación de Paulina, segundos después el entro confundido.

—¿Quién era el?— Paulina tenia los ojos llorosos y el se preocupo mas—. ¿Te hizo algo?—La castaña negó.

—Es mi padre— El se tranquilizó y se sentó a su lado—. Vino a visitarme, pasare unas semanas fuera de la clínica

—¿A dónde irás?

—Ya lo sabrás— Sonrió la castaña—. Quiero un helado, ¿vamos?— Aarón asintió sin olvidar el tema pero no volvió a insistir porque su amiga parecía muy feliz.

—.¡Vamos!—El sol estaba en su punto máximo de calor pero dentro de la heladería la temperatura era agradable, las mesas y paredes eran de colores pastel, caminaron hasta la mesa mas alejada de la puerta y se sentaron uno frente a otro.

—Te apuesto que terminare mi helado mas rápido que tu— Lo reto Paulina mientras le mostraba su lengua.

—Cuanta seguridad— Aarón se burlo—. ¿Quieres apostar?— La joven asintió—.Uno, dos...

—Tres— Finalizó la castaña para después comenzar a desaparecer su helado con rapidez. Habían pasado 7 minutos y los dientes de ambos chicos temblaban como si fueran a caerse, tenían la lengua dormida y la boca muy fría—. ¡Gane!—Anunció ella.

—Que tramposa— Le reprendió su amigo—. Empezaste antes

—Aprende a perder— Pagaron la cuenta y regresaron a la clínica.

—¿Cuál es mi castigo por perder?— La chica le sonrió satisfecha pues sabía lo que quería.

—No será castigo, quiero conocerte— El la miro frunciendo en ceño.

—Ya nos conocemos— Ella negó.

—Tu a mi si, yo a ti no— Se acercó a su amigo y con las manos comenzó a tocar su cara, con suavidad. Acarició su frente, su cabello, sus ojos, sus mejillas y al final sus gruesos labios, lo que no notaba era la poca distancia que los separa. Aarón tomó sus manos y cerrando sus ojos se acerco a sus labios, el primer contacto fue como una explosión para ambos. Aarón sintió algo, ese algo especial que jamás había sentido antes. Paulina creyó estar soñando suerte para ambos que no era así.

—Te quiero— El le hizo saber.

Al día siguiente Paulina dejó la clínica y los días pasaron. Las primeras dos semanas de su ausencia Aarón hizo el traslado de Universidad, consiguió los papeles que necesitaba y visitó muchas escuelas, Marian le prometió apoyarlo en todo pero con la condición de que viviera en su casa, no había recibido noticias de Paulina y comenzaba a preocuparse aún cuando ella le pidió que confiara.

Oscar y Pamela habían vuelto a México, felices por su hermano y el cambio de actitud que tenía, sus padres no estaban muy de acuerdo con el traslado de País pero con la intervención de Marian terminaron aceptando.

—¿Qué tienes?— Pregunto su tía, acompañándolo en la orilla de la alberca

—Hace un mes que no la veo— Dijo el chico con tristeza—. ¿De verdad planea volver?— Marian comenzó a reír.

—Sobre eso quería hablarte— acaricio su cabello con ternura—. Llegara mañana

—¿Cómo lo sabes?—Se levanto de su lugar—. ¿Hablaste con ella?, ¿qué dijo?, ¿porqué no me la comunicaste?

—Ella llamó cuando estabas en la escuela, dijo que te extraña y que vendrá mañana.

—No, yo iré por ella. La ciudad es peligrosa y...— La mujer lo interrumpió divertida. 

—¡Shh!, Confía en ella— El asintió y se fue a su habitación. Estaba nervioso y contento por su regreso, quería verla, besarla ahora que ya podía, abrazarla, en verdad la extrañaba demasiado.

Eran las 2:30 de la madrugada y el chico no podía dormir, el entusiasmo que sentía era mayor que su necesidad de descansar. Mientras pensaba en lo que sucedería el día siguiente recordó todo lo que había olvidado el último mes; la primera vez que la vio, el día de la playa, cuando le enseño a bailar, la tarde en la heladería y la vez que la vio llorar. Sin duda ese castigo era lo mejor que le había sucedido.

Bajo las escaleras sintiendo sus ojos cansados, llego a la cocina y le sonrió a María.

—¿No dormiste?— El asintió y ella río, minutos después el timbre de la casa sonó pero no era ella.

Aarón sentía que el tiempo trascurría demasiado lento, intento no quedarse dormido, leyó un libro y a las 7:00 comenzó a vencerle el sueño en el sillón.

Llamaron a la puerta y Marian atendió pero antes despertó a su sobrino.

—¡Paulina!— Aarón comenzó a temblar mientras escuchaba los pasos acercarse, respiro profundo y vio que la castaña llego a la sala con su tía, Aarón se acercó a ella y la abrazo.

—Creí que no volverías– Dijo lo mismo que ella cuando Aarón la visito por segunda vez.

La soltó alejándose para apreciarla y ella le sonrió mientras lo miraba ilusionada. ¡SI!, podía verle, podía conocer a la persona de la que se enamoró, ese que le brindo su amistad y la quiso con su discapacidad. 

—Puedes verme— Su voz se quebró.

—¡SI!— Ella lo abrazo y las lágrimas no se hicieron esperar por las mejillas de ambos.

Cuando el amor nace de la nobleza y la comprensión, se obtiene una genuina sensación de bienestar por que la persona amada este bien. Y ese fue el caso de Paulina y Aarón. Dos corazones que se reconocieron antes de poder verse. Y ahora que por fin los corazones ven con claridad, bueno, eso es otra historia...

California, Tú Y Yo. (Completa/Novela Corta)  Donde viven las historias. Descúbrelo ahora