Entrañas de una niña

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Parpadee.
La sangre se arremolinó dentro de mi cabeza como un torbellino, podía sentirla rozando el interior de mi cráneo, mis globos oculares... A pesar de saber perfectamente que todo eso era imposible, no podía evitar sentirlo.
Fue tan solo un segundo, pero en ese corto lapso de tiempo la oscuridad logró adueñarse de mi mente.
--sangre-- chillo una voz en mi interior. Mi estomago se estrujó en un intento de expresar el repentino ataque de hambre que sufrió.
Y abrí los ojos, como dije fue solo un segundo. Según lo que yo sé, los parpadeos no duran más que eso.
--¡pues, venga! Que se nos pudre todo-- exclamo Charles mientras se acercaba al cuerpo de la niña y metía sus manos de una forma descuidada.

--pues, ¿ves esto de aquí? -- pregunto con su voz juguetona, mientras levanta una larga tira de carne
--este es el intestino grueso, luego esto de aquí...-- continuo sin mírame.

Metió la mano dentro del cuerpo hasta sacar una especie de ovalo del tamaño de una palma, el líquido rojizo que se deslizo desde su mano hasta caer finalmente por su codo en forma de pequeñas gotitas, parecía hipnotizarme, sin embargo el no parecí...

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Metió la mano dentro del cuerpo hasta sacar una especie de ovalo del tamaño de una palma, el líquido rojizo que se deslizo desde su mano hasta caer finalmente por su codo en forma de pequeñas gotitas, parecía hipnotizarme, sin embargo el no parecía notarlo.

--es un riñón. Bonito, ¿no?-- ni espero a que contestara y siguió revolviendo con las manos desnudas como si de mermelada se tratara. En ningún momento levanto la vista para mirarme. Después de unos segundos soltó una pequeña exclamación y levanto una especie de bolsa que se enroscaba en los dos extremos. La levanto sobre su cabeza para ponerla a contra luz sin importarle que se desgarrara el cordón que lo conectaba con el cuerpo. Inmediatamente supe lo que era.

--y como supongo que deberás saber esto es...-- sin embargo no pudo terminar ya que el delicado órgano se les deslizó de los dedos manchados de una liquida (se ve deliciosa...) sangre resbaladiza. Al chocar contra el cuerpo se escucho un sonoro PLOP y la sangre (se ve...) se desparramo manchando con (deliciosa...) rojo el piso.
Charles soltó una risilla y se dio vuelta con soltura --sabes chica, si crees que no estás a la altura de esto...-- sin embargo se quedo en silencio apenas me vio.
Mis brazos colgaban inertes a los costados, mi cabeza inclinada en cuarenta y cinco grados, mis ojos perdidos en la inmensidad de ése rojizo y delicioso cuerpo y mi boca entreabierta. Ignoré su expresión turbada y pase por su lado chocando su hombro con pasos pesados hasta llegar al cuerpo de la chica sacándole una exclamación de sorpresa
--el útero.-- afirme yo, terminado su frase anterior. Mientras tomaba el órgano nombrado y lo observaba manchando mis dedos con sangre.
Mi cabeza se sentía como plomo.
Como plomo fundido formando parte de alguna prostituta de algún bar lejano. Zarandeando las caderas por un par de billetes, para un grupo incansable, interminable, insensible.

--exacto-- afirmo él con su voz ronca. Yo solté el útero, manchando mí ropa con sangre fresca, levante mi mano ahora ya casi roja y la lamí lentamente con la punta de mi lengua (deliciosa). Charles formo una mueca.
--quizás si me sirvas de algo....--

Habíamos pasado el rato charlando (él hablaba mientras yo me limitaba a mover mi cabeza) e inspeccionando el cuerpo de la niña al cual Charles se negó a decir el nombre afirmando haberlo olvidado. Sin embargo la enorme cantidad de sangre empezaba a inquietarme. Es como si mi conciencia me ordenara que la bebiera toda, pero al mismo tiempo mis instintos me dijeran que no.
Sentía mi cerebro ahogándose en un balde de sangre, de esa sangre que tanto quería beber.
Charles me observo profundamente y me aparto del cuerpo.
--no lo hagas...-- susurro con su voz ronca.
--¿qué?-- pregunte confundida.
--no le hagas caso a tu conciencia... Si lo haces en una ciudad como esta, no sobrevivirás mucho-- parecía que este chico me podía leer la mente.
--pero...--
--no -- me interrumpió y continuó
--estas enferma, igual que la mayoría de los que estamos aquí. Este lugar es muy extraño. Nadie lo entiende realmente. Es como si pudiera controlarnos. Y como dice el dicho: "si no puedes vencerlos, úneteles". Piénsalo, ahora tu conciencia... Tu racionalidad ya no existen, fueron destruidos por nosotros mismos o por la estadía de este lugar. Hay algo que trata de suplantarlo sin embargo solo quiere enloquecerte aun mas. En esta ciudad, solo nos quedan los instintos-- me explico rápidamente, a lo que asentí con mi acostumbrada expresión neutral. Aunque sin llegar a entenderlo realmente.
--pero si apenas llegue hace unas horas...-- agregue por lo bajo aunque él me escucho.
--la sangre cambia a las personas, las enloquece, las aterroriza, a veces acelera enfermedades....

Cerebro EmbalsamadoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora