No todo es lo que parece, a veces lo más blanco a la vista puede ser lo más negro por dentro y a veces, las mejores apariencias pueden ser las peores personas.
Mi vista solo alcanza a unos metros hacia delante, no sé si es por las lagrimas o quizás es por el miedo que recorría mi cuerpo con el solo pensamiento de no volver a ver a mi abuelo nunca más, mire hacia donde mire solo hay gente vestida de negro, todos a mi alrededor rezan en silencio mientras el cura bendice el ataud de mi difunto abuelo o eso parece hacer, yo no tengo ganas de rezar, solo necesito un abrazo, uno de esos en los que no se habla y puedes llorar mientras te acarician la espalda pero todos están demasiado ocupados intentando creer que esas palabras que recitan van a valer para algo. Me limito a cerrar los ojos cuando noto que alguien pasa su brazo por mis hombros y me pega a el, los abro rápido y puedo comprobar como mi madre me aferra a su pecho y acaricia mi pelo llorando, cierro los ojos de nuevo y la abrazo fuerte, no es lo que necesitaba en ese momento pero sí mi madre y por ella haría cualquier cosa.
-Ya está mamá.. -susurro de manera tranquila, o eso quiero aparentar pero mentir no esta en la lista de mis cualidades, es más, creo que es la primera en la lista de las cosas que se me dan mal-.
Me mira con los ojos rojos e hinchados y asiente, se separa de mí y me susurra que se marcha a casa mientras agarra a mi padre de la mano, me quedo sola en aquel frío lugar, solo se escucha el sonido de mi respiración, me siento al lado del ataud, aunque sé que me tengo que ir y decirle adios para siempre, no quiero admitir que se ha ido.
He perdido la noción del tiempo, abro los ojos y miro todo, me levanto despacio y miro el ataud una última vez.
-Adios.. Abuelo, te quiero.-Susurro mientras las lagrimas juegan ha hacer carreras para ver quien llega antes al final de mi mejilla para luego desaparecer en el cuello.
Me giro, no quiero ver como se llevan el ataud, es demasiado doloroso.. Camino un rato en silencio por las calles de la preciosa Roma, no me cansaba de ver sus rincones más curiosos y deshabitados, pero en este momento simplemente me apetece estar sola, me siento en un banco del parque y estoy un rato mirando al suelo, durante unos minutos dejo la mente en blanco, no quiero pensar en nada, me duele, cualquier cosa por pequeña e insignificante que sea me recuerda a él. Alzo la mirada para ponerme un mechón de pelo tras la oreja y suspirar pero antes de abrir lo más mínimo la boca veo como un chico moreno se sienta en el banco de enfrente, es increiblemente atractivo y no puedo evitar sonrojarme cuando me pilla mirandole y me sonríe de lado.
-Oh mierda.. -murmuro apartando la mirada rápidamente, le miro de reojo durante un rato pero noto como me vibra el móvil, lo agarro y sin mirar quien es lo cuelgo, ¿No entiende la gente que me apetece estar sola?
Durante un rato sigue vibrando, una y otra vez, me desespera ese sonido y suelto un bufido, me decido a cogerlo y me sorprendo pero aún así tenía la esperanza de que fuese él y así es, es él.
-Alice -Noto como suspira aliviado aunque no comprendo el por qué-. Llevo media hora llamandote, ¿Por qué no me lo has cogido?
¿Está preocupado? No, Dylan nunca se ha preocupado por mi, no va a empezar ha hacerlo ahora, duele escuchar su voz después de todo, está claro que hoy no es mi día.
-No tengo nada que hablar contigo Dylan, guardate lo que tengas que decir para otra -Intento sonar dura y decidida pero la voz me tiembla, es imposible negar que aún siento algo por él, realmente hace dos meses solo que me engaño y se acabo todo.
-No seas así.. He cambiado -Quiero creermelo pero es imposible, es demasiado egocéntrico y creído para estar solo con una persona, no va a cambiar y lo sé-. Solo quería decirte que siento lo de tu abuelo -se queda en silencio y cuelga a los segundos-.
Puedo notar como el chico moreno del banco se ha percatado de que estoy llorando aunque ni yo misma sé por qué lo hago, no quiero que se acerque pero es demasiado tarde, ya se ha levantado y está a escasos metros de mi, me limito a mirar al suelo, no quiero que nadie me hable ni me moleste ahora. Se sienta a mi lado y sé que me está mirando, mis mejillas arden y me aparto un poco hacia el otro lado.
-Hace tiempo que no muerdo a alguien -Le escucho y alzo la mirada, me gusta mirar a la gente mientras me habla, siempre me han dicho que es una falta de educación no hacerlo-.
-No me apetece hablar con nadie, podrías haberte quedado en tu banco -Sueno borde y seca pero estoy destrozada por dentro, no me sale ni una palabra buena.
-¿Por qué lloras Alice? -Alzo una ceja cuando dice mi nombre-.
-¿Sabes que es de mala educación escuchar conversaciones ajenas? -Le miro mal y espero que se levante y se largue por donde ha venido-.
-Lo pone en tu pulsera -.Sonríe de lado señalandola y no puedo evitar sonrojarme, soy una estúpida, todo lo hago mal-. Te pones roja con mucha facilidad -Se ríe y suelto un bufido, me levanto, no sé si prefiero hablar con Dylan o escuchar a este idiota reírse de mi, agarro mi móvil y me voy caminando rápido sin decir nada-.
-¡Me llamo Louis!, ¡Alice! -Ríe alto y le saco el dedo bufando, es estúpido, quiero irme a casa y dormir, no más idioteces por hoy-.
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One step from heaven to hell.
RandomPensé que los angeles tenían alas blancas y vivían en el cielo pero me di cuenta de que hasta el más dulce podía esconder oscuridad y vivir en el infierno.