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A las afueras de Agapea, dirigiéndose al norte hacia los Pirineos, se encontraba un pequeño pueblo turístico, Vila Blanca, con baños termales, hoteles de lujo, casinos, salones de baile temáticos y un gran centro comercial.
Dos automóviles con un total de once personas se dirigieron hacía allí. Salieron de la ciudad el viernes a las seis de la tarde y llegaron casi a las nueve de la noche, pero no entraron al pueblo, sino que se desviaron justo antes de llegar.
Como ya esperaba Ángela, el lugar donde pasarían ese fin de semana era humilde y acogedor, porque Gabriela, la encargada de reservarlo, no escogía los hoteles más caros sino los más hogareños, y en este caso se encontraba a unos dos kilómetros de todo el ajetreo turístico. Era por este motivo que siempre había habitaciones libres.
En el pueblo, después de una larga jornada de esquí se podía disfrutar de una gran variedad de pasatiempos, en cambio, sólo los que querían apartarse del bullicio escogían ese lugar. Además, como ya les había explicado Gaby, estaba en un lugar estratégico, cerca de las pistas.
No serían las vacaciones que necesitaba, pero un fin de semana en la nieve reduciría su estrés. Y, estaba segura que la compañía de su familia y amigas no le dejaría tiempo para pensar en Felipe Cruz.
Ángela respiró hondo el aire helado que le golpeó la cara al bajar del auto. Mañana, suspiró, mañana sería un día diferente, sin obligaciones ni preocupaciones.
Después de dejar el equipaje, todos bajaron a cenar al restaurante del hotel. Luego volvieron a sus habitaciones para descansar. Mañana debían madrugar y levantarse llenos de energía si querían aprovechar el día al máximo.
Ángela compartiría habitación con Gabriela y Patricia. Carolina y Nerea, sus amigas, con Alba, una de sus primas, se quedarían en otra habitación. Y, Sandra y Lorena, sus otras primas, estarían en otras habitaciones con sus respectivas parejas.
-¡Ya tengo ganas de que sea mañana! ¡Hace tanto tiempo que no esquío! Creo que no voy a saber cómo hacerlo –exclamó Ángela estrujando con vigor la almohada que tenía entre los brazos.
Después de prepararse para ir a la cama, algunas chicas se habían reunido en una de las habitaciones. Sabían que debían irse a dormir, pero la emoción de verse después de varios meses, había provocado esa pequeña fiesta de pijamas.
-Eso no se olvida. Quizá te cueste un poco al principio, pero le cogerás el tranquillo enseguida –respondió Nerea sentándose junto a ella.
-Estoy segura que encontrarás a alguien que quiera enseñarte –intervino Alba con tono pícaro. Se sentó al otro lado de Ángela.
-¡No empecéis! –se quejó. Hizo ademán de levantarse, pero Alba la cogió del brazo.
-No te enfades, Angy, pero tienes que admitir que es verdad. No hay hombre que se resista a una mujer en apuros.
-No estoy en apuros. Sólo necesito practicar –buscó la ayuda de su hermana-. ¿No crees, Gaby? Tú sabes que soy buena.
-Sí, lo hacías bien –respondió-. Pero, no estaría mal que conocieras a alguien. Mamá saltaría de alegría si llegases a casa con un hombre bajo el brazo.
-Chicas, es que no sabéis que Ángela no está interesada en mantener una relación –intervino Patricia muy seria.
Todas estallaron a carcajadas.
-Paty, tranquila, claro que lo saben, por eso me molestan –le explicó Ángela entre risas-. Todas han intentado emparejarme alguna vez, pero no lo han conseguido. Mi determinación es inflexible –exclamó Ángela poniéndose de pie sobre la cama y levantando un brazo hacia ella para formar una ele y sacar bíceps-. Aún no hay hombre que no haya podido ahuyentar.
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Amalgama de Sentimientos (Agapea) [Amazon]
RomanceRenunciar a una vida social y al amor nunca fue un problema para Ángela Paredes. Estaba contenta con lo que había conseguido. Sin embargo, su madre se ha empecinado en hallarle su media naranja y, como última artimaña, vista su reacia actitud a asis...