Miau~

47.6K 179 0
                                    


Andaba a casa tranquilo. Volvía de mi trabajo, siendo ya allá las diez y media de la noche. Me moría de ganas de ver a mi chica, que me esperaba en casa. Qué ganas.

La recepción en casa fue dominada por ropa suya, como si se hubiese ido desnudando desde la entrada de nuestra casa terminando el rastro con unas bragas en la entrada del baño. No pude resistirme a asomarme dentro, pero por fortuna o no, no estaba allí dentro. Sin embargo, escuché un maullido. Uno ligero y suave, que me llamó la atención. No teníamos gato, y los vecinos mucho menos, pero en mi habitación alguien, obviamente, espero, mi novia, había maullado.

No fue hasta que llegue a ver la cama de matrimonio que vi, recostada, a una mujer. Era ella, pero llevaba puesto un conjunto seductor que casi no tenía problemas para derrocar varios argumentos que tenía para no hacerlo con ella aquella noche y, por qué no decirlo, también había tenido facilidades para, casi, romper la bragueta del pantalón.

Una chica me esperaba en la cama. Su sujetador y bragas eran negras ambas, y mientras el sostén tenía un extraño escote en forma de cabeza de gato, sus bragas solo estaban sostenidas por un hilo en el lateral. Además de eso, destacaban también una cola falsa de gato y una orejas del animal felino.

De estar en una postura lateral, con un largo maullido que parecían los de una verdadera gata en celo, se tumbó boca abajo en esa cama, alzando únicamente sus caderas para descubrirme la realidad. Estaba húmeda y parecía pedir ayuda.

No dudé en desabrochar mi pantalón y camisa, y dejarlos caer al suelo como si fuesen tan inútiles como realmente eran fue fácil, ya que sentía la imperiosa necesidad de atender los deseos sexuales ajenos.

Cuando hube borrado estas dos prendas de ropa junto con zapatos y calcetines, me arrodillé en la cama y me dejé caer sobre ella, dejándole sentir la presión de un miembro realmente erecto en sus nalgas. Jadeamos un poco cuando comenzamos a movernos, por el simple placer de restregarnos, y cuando no pudimos más, ella se arrebató a sí misma la prenda de ropa interior que cubría sus pechos y luego, sin más, descubrió su humedad tirando de un hilo en su cadera, lanzando sus prendas a una esquina.

Mientras tanto yo no pude resistirme y me quité los boxers casi a tirones, de la imperiosa necesidad que sentía de liberar mi dureza.

Tras la lograda absoluta desnudez de ambos, escuché su excitado y lleno de lascividad maullido. Seguía actuando como una mascota para mi, y no dudé en suponer que eso significaba su absoluta sumisión.

Penetré su entrepierna como pude, aún con la dificultad añadida de unas bien formadas nalgas y unos muslos grandes, de piel suave, y comencé a realizar movimientos ligeros, notando sus rugosas paredes apretarme y sus mojados labios vaginales succionarme hacia el interior de aquella zona, haciéndome darme cuenta que debía desearme muchísimo en aquel instante.

Conforme avanzaba el acto y yo me movía, empecé a sudar y a notar que mi amante necesitaba de algo más apasionado. Di inicio a una cadena de movimientos más apresurados contra su intimidad y su trasero, disfrutando de ambos como ella de mi miembro.

Paseé mis manos por el cuerpo ajeno, si bien me costó poder hacer alcanzar mis manos a sus pechos, y las detuve cuando podía manosearlos, usando con mis dactilares los pezones y aureolas para acentuar el placer que ella sentía. Podía sentir regresar desde la cama hacia mi cara el jadeo y gemido constante ajeno, que a veces era sustituido por maullidos entremezclados con los anteriormente mencionados gemidos. 

Conforme pasaba el tiempo, y mis movimientos se hacían más feroces, más me sentía cerca de un orgasmo que sería inevitable. Cada movimiento de cadera era un golpe en la entrada de su útero, el roce de unas rugosas paredes vaginales, la succión de una vagina deseosa de más y más a cada momento. 

Y entonces, cuando pensaba que no podía aguantar más, llegué al orgasmo en su interior, dejándola llena, como yo ya sabía que le encantaba, de ese líquido caliente, blanco y pegajoso. Y decidí hacerme a un lado, agotado, sabiendo que la había dejado satisfecha.

Has llegado al final de las partes publicadas.

⏰ Última actualización: May 17, 2016 ⏰

¡Añade esta historia a tu biblioteca para recibir notificaciones sobre nuevas partes!

Relatos eróticosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora