Capítulo 1

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-Lo sentimos, pero no podremos hacer nada. Los medicamentos no han hecho ningún efecto, la quimioterapia lo ha debilitado aún más.- dijo el médico con una voz apagada sin apartar la mirada de mis ojos, mi mirada fue hacia la ficha que sostenía el médico en sus manos, donde estaba toda la información de Kamal, junto a la información había una foto suya donde salía sonriendo, se le veía feliz, aún que solo era una foto de carnet. Estaba conteniendo mis lagrimas, mis sentimientos acumulados en mi interior.- Solo le quedan unas horas de vida.- el médico me acarició el hombro, mis ojos empezaron a derramar las primeras lágrimas del día, quería decir algo pero la mandíbula inferior me temblaba y no era capaz de articular ninguna palabra.- tienes que ser fuerte, no llores delante de él, haz que estas últimas horas sean un bonito recuerdo y intenta despedirte con una sonrisa en lugar de esas lagrimas tan tristes.

-¿Cuántas horas... Le quedan?- pregunté con una voz rota. El doctor suspiró.

-Como mucho, tres horas.- contestó.- El tiempo vuela, ahora tienes que estar a su lado.

Me limpié las lágrimas y respiré hondo. No quería parecer triste. Intenté dibujar una sonrisa en mi rostro, era muy difícil pero lo tenía que hacer por él. Abrí la puerta de la habitación donde estaba ingresado. La habitación estaba muy iluminada, normalmente las persianas siempre estaban bajadas ya que a Kamal le costaba dormir con tanta luz, pero aquel día todo estaba iluminado, incluso su rostro parecía menos pálido y más brillante. Cuando me vio me dedicó una bonita sonrisa, que inconscientemente le respondí con otra. Kamal parecía contento, me miraba con los ojos cristalinos.

-Hoy estás contento.- dije mientras me sentaba junto a él en la camilla.

-Mi...mi... ra.- dijo señalándome con un dedo la ventana. Miré hacia dónde me señalaba, el cielo estaba totalmente nublado, las nubes eran grises, de vez en cuando se iluminaban por los truenos, amenazando con tormenta. Entonces recordé que Kamal era un amante de la lluvia. Aquella era la última vez que podía ver como llovía. Una lagrima bajó de mis  ojos, rápidamente me la limpié antes de que la pudiera ver. Aparté la mirada de la ventana y le miré a los ojos.

-Ahora entiendo el motivo de esa sonrisa.- comenté.- El médico me dijo que hoy has mejorado un poco.- mentí. Era la típica mentira que le decía todos los días.

-Al... Alhamdu...lilah.- dijo con una sonrisa.-Saloua.

-¿Que?

-¿Puedes... Traer las fotos?.- se detuvo un momento para coger aire.- ¿de la familia?... De papá, mamá... De todos.

Desconcertada, no sabía qué responderle. Nunca me había pedido las fotos de la familia. No quería perder el tiempo yendo a casa, pero tampoco quería decirle que no.

-Vale.- dije finalmente.- Ahora te las traeré, si tienes sueño no te duermas, ¿Vale?

Kamal hizo un gesto con la cabeza. Cogí mis cosas y salí de la habitación. Tenía que darme prisa.

Salí corriendo del hospital para coger un bus e ir a casa. Tenía que ser rápida. Estuve esperando un cuarto de hora en la parada de bus, cada vez me ponía más nerviosa, quería despedirme por última vez de mi hermano, pasar más tiempo con él, pero el tiempo volaba. Cuando subí al bus, empezó a llover. Me sumergí en mis pensamientos, en todo lo que había pasado y en lo que estaba pasando. Kamal llevaba unos meses sufriendo de cáncer pulmonar, cada si se consumía, yo no podía hacer nada más que estar a su lado y ver cómo moría lentamente, como dejaba de respirar y se ahogaba en el sufrimiento de la enfermedad. El bus hizo la primera parada, donde tenía que bajar. Seguía lloviendo y yo no llevaba paraguas, me bajé del bus, la lluvia no tardó en mojarme entera. De repente dejé de sentir las gotas de lluvia sobre mi, pero seguía lloviendo, alcé mi mirada y vi a un chico alto sosteniendo un paraguas para los dos. El chico me miró fijamente a los ojos y me dedicó una sonrisa. Nunca lo había visto antes.

-Yo vivo aquí.- dijo señalándome un portal que estaba a pocos metros de donde estábamos nosotros parados.-No necesitaré el paraguas.- a continuación me cogió la mano, sentía chispas al tocar su piel, me quedé petrificada,  y me dio el paraguas, entonces se fue corriendo hacia el portal.

-¡Espera!.- exclamé. El chico apenas me escuchó por el bullicio de al ciudad y por el sonido fuerte de la lluvia, entró en el portal y desapareció detrás de la puerta.-Gracias....-De repente apareció la imagen de Kamal por mi cabeza.- Tengo que darme prisa.

Empecé a correr con el paraguas en la mano, sin detenerme. Estaba corriendo porque se le acababa el tiempo a Kamal, porque si tardaba tal vez no lo vería sonreír de nuevo o escuchar sus palabras, y no podría despedirme. Empecé a llorar, infinitas lagrimas salían de mis ojos sin cesar, desembocando en mis labios y mezclándose con algunas gotas de lluvia que me golpeaban en la cara.

Cuando ya estaba en casa me puse aún más nerviosa, no sabía por dónde empezar a buscar las fotos de la familia. Todo estaba alborotado. Subí al segundo piso donde estaba la habitación de Kamal, una vez en la habitación eché un vistazo a la estancia, su cama, sus libros en las estanterías, el Quran sobre la mesita de noche, me dirigí hacia los cajones de la mesita de noche, los abrí y encontré el álbum de fotos de la familia. Lo cogí, no quise abrirlo, perdería mucho tiempo. Salí corriendo de la habitación, a medida que avanzaba iban cayendo fotos, miré atrás a aquellos recuerdos pausados. Me sentía débil al mirarlos con aquellos ojos llorosos. Era triste ir perdiendo miembros de un grupo que tocaba las notas de alegría en tu vida, uno en uno, hasta quedarte solo con sus obras. Siempre miraba a mi familia como si fuera un grupo de música, si faltaba uno de ellos, la canción ya no sonaría igual. Agarré el álbum con fuerza, como si fuera lo único que poseía en aquel mundo, y no estaba del todo equivocada, muy pronto aquel álbum iba a ser la única cosa valiosa en mi vida. Bajé las escaleras, me detuve para mirar el reloj del pasillo que indicaba las tres y cuarto de la tarde, había tardado medía hora en llegar a casa y coger el álbum. Salí corriendo en dirección al hospital.

Quédate Conmigo© Donde viven las historias. Descúbrelo ahora