"Leer Cuando Despiertes"

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Todavía un poco cansada y cubierta únicamente por las sábanas, Juana agarró la primera carta que Hache le había dejado.  Sintió sus ojos cristalizarse al abrirla y sacar la hoja dentro del sobre. Acarició el papel, sin atreverse a abrirlo.

Juntó valor, pero antes de poder leerla, su puerta sonó con un par de golpes.

—¡Juana! ¿Ya estás despierta?

Juana abrió los ojos y salió de la cama de un salto, recogiendo su camiseta del suelo y vistiéndose con ella a la velocidad de la luz.

—Eh... Sí. Pasa.

Coqui abrió la puerta, asomando su sonriente rostro.

—¿Qué haces todavía en la cama? ¡Vamos, dúchate y baja! Hoy es día de compras.

Su tía se fue sin darle tiempo a protestar. Desde que había metido a León en la cárcel, Coqui parecía celebrarlo gastando su dinero sin parar.

Volvió a meter la hoja dentro de su sobre, sintiendo vergüenza por no tener el coraje suficiente como para leerla.

Se dio una ducha notando su cuerpo pesado y dolorido.

Aunque bueno, tampoco se quejaba. Era el cansancio más lindo que jamás había sentido.

Decidió no bajar a desayunar con Coqui. En cambio, se sentó otra vez sobre su cama, encendiendo la televisión para ver las noticias mientras tomaba entre sus manos la carta de Hache una vez más.

Desdobló con cuidado la fina hoja, dirigiendo sus ojos a la primera palabra apenas unos centímetros por debajo del borde superior.

«Juana,

No me odies por haberme ido sin despedirme. No podía. No puedo. Me niego a decirte adiós. Y si me despedía de ti me iban a dar ganas de quedarme contigo.

Te juro que intenté despertarte pero te veías tan... Tranquila durmiendo que me faltó corazón.

Hace mucho que no te veía en paz.

Por si no lo notaste, creo que "olvidé" mi chaqueta...»

Juana recorrió con sus ojos todo el cuarto hasta encontrar la tela gris sobre la silla frente a su mesa de maquillaje.

Tomó una profunda respiración intentando mantener las lágrimas dentro de sus ojos y tomó la sudadera entre sus manos.

Ella conocía muy bien esa chaqueta. Era la misma que él solía usar cuando ella todavía era Nieves, la exacta misma sudadera que ella le había quitado sobre la terraza de su casa la primera vez que hicieron el amor.

Mordiendo su labio, mantuvo la tela cerca de su cuerpo sintiendo el perfume que ésta desprendía.

La guardó en un cajón aparte, doblándola cuidadosamente.

Volvió a sentarse, retomando la lectura.

«... ¿Me la cuidas? Sólo hasta que vuelva, te lo prometo.

También quiero decirte que más te vale que te comas todo el desayuno, porque ¿Sabes lo difícil que es caminar por ahí intentando no hacer ruido? Muy, muy difícil...»

Ésta vez Juana sí prestó atención a la bandeja sobre la que descansa un plato con un sándwich, otro con fruta en trozos y un vaso de jugo.

Juana habría jurado que era uno de los desayunos de Elba.

Se metió un dado de fruta a la boca para no despreciar los esfuerzos de Hache por consentirla.

«...

Cortos | Cumbia Ninja FanficsDonde viven las historias. Descúbrelo ahora