"Leer En Seis Meses"

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Ciento ochenta días habían pasado, y aún así sentía su cama vacía.

No importaba cuántos edredones pusiera, ni cuántas almohadas, ni la cantidad de veces que reprodujera las mismas canciones. A la hora de dormir nada reemplazaba el calor del cuerpo de Hache junto al suyo.

Había pensado en cambiarse de habitación y todo. O de colchón.

Tal vez hasta de casa.

Cada mañana leía la primera carta que él le había dejado. Le gustaba observar la manera en la que la caligrafía iba cambiando de cuidadosa y elegante a una más... Hache.

Le gustaba delinear con sus ojos las suaves curvas que formaban las últimas dos palabras de la nota;

"Tu Hache"

Amaba esas dos palabras casi tanto como amaba el "Para mi Juana" escrito en el sobre.

Varias veces había sentido la fuerte tentación de leer la tercera, pues, tal cómo había escrito Hache a modo de broma, era bien difícil no extrañarlo.

Lo extrañaba tanto que ella misma notaba cambios en su comportamiento.

Había momentos en los que sus ojos se perdían en la nada, y su cerebro quedaba totalmente en blanco mientras alguien le hablaba o, peor aún, mientras era ella la que hablaba. Pero siempre conseguía superar esos pequeños momentos, logrando no abrir el tercer sobre.

Pero habían pasado seis meses, y hace algunos días que debería haber abierto la segunda carta.

No lo había hecho.

Había dejado pasar uno, dos días extra que terminaron por volverse dos semanas, que había pasado a ser casi un mes más. Pero esa mañana había despertado y lo primero que había hecho había sido abrir cuidadosamente el segundo sobre.

Suspiró antes de leer.

"Eh... ¿Hola?

Espero que estés leyendo esto porque pasaron seis meses y no porque me estés olvidando. Porque yo no te olvido. Sé que no lo hago, y sé que no lo haré.

En caso de que sí me hayas olvidado, la verdad es que no sé... ¿Dolería, supongo?

Por cierto, ¿sabías que tienes 7 lunares en la espalda? :O

Bueno, no importa...

El punto es que si me olvidas, sería algo bueno que recuerdes, como mínimo, que todo lo que hago yo es pensar en ti.

Me gustaría contarte cómo me está yendo, lo que estoy haciendo, o cosas así, pero aún no me he ido. Imagino que te lo tendré que contar en persona, cuando te vea, tal vez bebiendo un café, tal vez recostados en tu cama... Uf, qué difícil.

Pero tranquila, supongo que puedo hacer el sacrificio."

Juana suspiró, imaginándose el verdadero martirio que sería tenerlo a su lado, en su cama, con la televisión encendida en una película a la que ninguno estaría prestando atención, con sus brazos a su alrededor, mientras él le cuenta cómo le fue en su gira. Uf, sí. Una verdadera tortura medieval.

"...

No me hagas caso, casi no dormí. Estoy súper emocionado. Es la primera vez que viajo en avión.

¿Te imaginas que se caiga, y yo muera, y lo último que tengas de mí sea esto? Qué fuerte.

No, mentira. Es broma.

Aunque bueno, no importa. El punto de ésta carta es decirte un par de cosas...

¿Por qué seis meses? Pues porque es suficiente tiempo para que te olvides de lo que vas a leer ahora durante los próximos seis meses que quedan y yo no tenga que decirte esto en persona. Soy muy malo hablando.

Sólo quería pedirte perdón. Perdón por todo lo que te hice, por ser un ignorante. Por decir cosas sin sentido, por lastimarte. Pero más que nada, perdón por dejarte ir. Y perdón porque te dejé con excusas tan vagas que ni siquiera son excusas.

A veces sólo siento que es todo tan... irreal. Siempre me costó mucho todo en la vida, ya sea por mi posición o por mi carácter, y que llegues , así de la nada, y ¿me quieras a ? Es que es simplemente imposible. Siento que eres demasiado. Eres buena, dulce, hermosa (muy, muy hermosa, por cierto), talentosa, cariñosa, comprensiva... ¿Qué no tienes? Y yo... Bueno, yo soy yo.

Hache. Alguien que casi nadie conoce por su nombre real. Alguien que vivió toda su vida en La Colina. Alguien que no es nadie. Y tú lo eres todo... es que no lo entiendo.

Pero, de todas maneras, no es justificación suficiente. Lo siento.

Te juro que no volveré a decir ni usar eso como excusa para cubrir mi cobardía, ni nada de eso.

Nunca.

Hache."

¿Era estúpido que hubiese llorado con eso?

Sentía su corazón latir dolorosamente en su pecho, extrañando cada parte de Hache con desespero.

Le parecía ridícula la sola idea de que él pudiese pensar que ella era capaz de olvidarlo.

No podía. Y lo había intentado.

Había intentado varias veces dejar de pensarlo a cada maldito instante, pero sus pensamientos siempre la conducían de alguna u otra manera hacia él.

Cualquier canción, cualquier palabra, cualquier momento. Siempre todo terminaba en él.

Y le parecía perfecto, porque, después de todo, ¿No eran sus propias vidas las que los conducían, siempre, el uno al otro?

De cualquier manera, en cualquier momento. Siempre terminaban juntos, sea como fuere.

No había manera posible en que pudiesen evitar terminar enredados entre los brazos del otro.

Se atraían como imanes. Se necesitaban.

No importaba lo que hiciesen, el esfuerzo que pusieran en olvidarse, las horas que gastaran en conseguir otro cuerpo, porque sus vidas estaban ya cruzadas, y sus almas acopladas. Y no había manera posible en que ellos dejaran de amarse.

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¡Hola! Sabemos que hemos tardado mucho en actualizar, pedimos disculpas. Pero ya estamos es vacaciones y esperamos subir más contenido y más seguido.

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-Matías y Carla

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⏰ Última actualización: Jul 21, 2016 ⏰

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