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Cobarde [What If...?]

Como ya leyeron en el título, este es el What If...? del último corto que hicimos; Cobarde.

No lo reescribiremos de nuevo, ya que sería pesado de leer para ustedes, así que está narrado desde el momento en el que Hache se dirige a la ventana, ¡Disfruten!

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Mojó un poco su rostro, y salió, dirigiéndose a una ventana por la que observó durante un largo rato los autos pasar.

Sin embargo, todo su mundo se detuvo cuando dos figuras bien vestidas entraron en su campo de visión.

Juana, acompañada de Coqui, caminaba por la acera, distraída, sosteniendo un helado en su mano izquierda.

La mayor entró en una tienda de lujosa ropa, justo enfrente de la ventana desde la que Hache observaba.

Juana, sin embargo, se quedó afuera. Parecía agotada.

Su corazón, latiendo lastimosamente en su pecho, se encontraba en guerra con su mente.

Parte de él estaba deseando que sus ojos no lo vieran, pero al mismo tiempo esperaba con dolorosa ansiedad el momento en el que sus miradas conectaran.

Ella parecía totalmente distraída, con su mirada perdida en algún lugar del piso mientras su helado se derretía, goteando sobre la acera.

En algún momento se dignó a revolver la crema helada con una pequeña cuchara, para luego llevársela a la boca sin ganas. Hache apreció como el pequeño utensilio plástico se deslizaba fuera de sus rojos labios, casi con una caricia.

Cuando las había visto a las dos, había observado con ligero disgusto como Coqui pasaba su lengua desvergonzadamente por el helado, pero al contrario, Juana simplemente usaba la cuchara, comiendo de a poco, y sólo para evitar que la crema gotera sobre sus manos.

Adoró la manera en la que Juana se sentó sobre el asiento que formaba la vidriera de la tienda, creyendo que nadie estaba para observarla. Más aún amó la forma en la que movía sus pies hacia los costados, agitándolos en el aire en un adorable gesto infantil que demostraba que ella se cansaba de ser siempre perfecta y correcta.

En un determinado momento, entre su distracción, olvidó quitar el helado derretido que se acumulaba poco a poco, a punto de mojar su mano. Se vio obligada a usar su boca en vez de la cuchara para evitar mancharse, pero lo hizo de manera tan discreta que Hache no pudo ver ni un poco de su lengua.

Sonrió. Era tan delicada y cuidadosa que casi le daba ternura.
Sin embargo, cuando ella se separó, pudo notar que un poco de su labio inferior y su barbilla se habían manchado con el cremoso helado derretido.

Se mordió el labio con mucha fuerza, apretando sus puños hasta hacerse daño con las uñas mientras observaba como quitaba el helado de su labio con una discreta lamida, para luego pasar su pulgar por su barbilla y llevarse la yema del mismo hacia la boca para limpiarlo.

Uf, con qué gusto habría ido el mismo a quitarle las manchas con su propia lengua.

Apartó la mirada, un poco acalorado.

Desde que la había visto aparecer supo que era mala idea quedarse, pero tal como un perro hambriento que observa a través de las ventanas a la gente comer apetitosos platos en los restaurantes, él se había quedado observando en una tortura silenciosa a la más hermosa mujer que había conocido.

Desde el momento en que Alejandra había comunicado acerca de la gira los esfuerzos de Hache por no arrepentirse habían comenzado a ser destrozados, pero, en ese momento, mientras observaba a Juana, había llegado a la conclusión de que era un cobarde que se había escondido de sus propios sentimientos, y que ahora se arrepentía.